Hay veces que salen milagros muy improbables de los lugares más insospechados. En un sitio como Sudáfrica puede, de repente, volverse extremadamente popular un cantante de folk que pasó sin pena ni gloria en Estados Unidos -lo cuál dio para un documental maravilloso-. O puede salir una de las películas de ciencia ficción más impactantes de este siglo.
Una que lanzó a un director que todavía estamos intentando comprender. Una que planteaba las invasiones alienígenas desde otra perspectiva. Una que tiene la pinta de que tendrá una secuela pronto. Y tienes poco más de 48 horas para ponerte a verla a través de Netflix. Se trata de ‘Distrito 9‘, de Neill Blomkamp.
De alienígenas a refugiados
Por culpa de ‘Encuentros en la tercera fase‘ esperábamos que el contacto con alienígenas fuese una experiencia trascendental que nos diese un cambio brutal o una tecnología revolucionaria. O, de lo contrario, un ataque masivo. No es el caso en ‘Distrito 9’. Llega la nave espacial, a Johannesburgo nada menos, y bajan los extraterrestres, quedándose prácticamente varados.
El gobierno sudafricano se ve obligado a hacer algo con los extraterrestres que se han quedado atrapados en el país -no tanto en el planeta-. Así que su solución es tenerlos en un campo para refugiados y las autoridades acuden de vez en cuando a echar un ojo. En esas un triste funcionario (Sharlto Copley) acude a hacer una inspección mientras le graban unas cámaras y entra en contacto con un extraño aparato que provocará un cambio significativo.
Dejando a un lado el increíble acabado visual, especialmente en efectos digitales, de una película sudafricana -en la que produce Peter Jackson y entra también Sony, vale-, la cinta de Blomkamp opta por una interesante modestia para su ciencia ficción. Ayuda el toque casi amateur que da el falso documental, pero consigue estar en una zona maja entre ambiciosa propuesta y película pequeña que quiere buscar su público.
‘Distrito 9’: un éxito sin precedentes
Lo impresionante es que consigue todas esas cosas. Es un espectáculo notable, pero también conquista por el mimo que pone en el desarrollo de la historia. No se contiene a la hora de introducir chaladuras, pero también consigue que te la tomes en serio. Y es una historia que quiere denunciar una situación política terrible y consigue que cale en todo el mundo -otra cosa es que el mensaje se haya quedado en el mundo-.
Es tan milagroso este éxito sin precedentes que casi resultaba evidente que Blomkamp no iba a poder igualarlo -aunque, lamentablemente, no esperábamos que lo posterior fuera a estar tan por debajo de esto-. Eso en parte ha cuestionado si era realmente tan impresionante lo que logra, pero también la ha mantenido en ámbar como una joya del género. Por eso mejor aprovechar mientras esté disponible.