‘Juego de tronos’ es, posiblemente, la última serie que el mundo va a vivir de forma así de global. Por mucho que ‘Stranger things’ o ‘El juego del calamar’ quieran intentarlo, la locura colectiva que hubo con la serie de HBO es difícilmente igualable en unos tiempos modernos con tantas series “que tienes que ver” que convierten el hobby en agobio. En su día, había solo una serie que todo el mundo estaba viendo: tenía que ver con siete reinos, había un muro, dragones y Tyrion Lannister lanzando pullas a diestro y siniestro. Y entonces, la bajada sin frenos.
El meme del caballo mal dibujado
Cuando terminó el último episodio de ‘Juego de tronos’ no reaccioné furibundamente ni lancé bilis de ningún tipo: levanté los hombros, musité un “pues bueno” y me puse a hacer otra cosa. Supuse que todo el mundo había hecho lo mismo, pero las reacciones fueron similares a las de quien ve morir a su recién nacido a manos de su peor enemigo. Al contrario que ‘Perdidos’, que tuvo un final polémico pero ambicioso y complejo (que con el tiempo se ha sabido perdonar), la serie basada en la saga de George RR Martin tomó todos los atajos posibles en la última temporada hasta llegar a un epílogo absolutamente insatisfactorio y carente de épica.
Pero lo que no esperaba era que, tres años después (con pandemia por el medio, lo que equivale a ocho siglos), el público siguiera tan dolido con ese final. Tanto como para estar dispuesto a negar que el camino vivido hasta ese punto fue apasionante, que nos encantaba odiar a Cersei Lannister y que, durante unos meses, la Boda Roja lo fue todo. La impresión que ‘Juego de tronos’ ha dejado en la cultura popular no es el de una buena serie de aventuras con un mal acabado, sino el de una serie pesada repleta de malas decisiones. Una serie que “nos engañó” de alguna manera.
Solo es una percepción, y puede que esté fuera de la realidad, pero da la impresión de que muy pocos tienen ganas de volver a Poniente. Sin embargo, HBO se ha empeñado en hacer de ‘Juego de tronos’ su franquicia bandera al estilo de Disney con Marvel y ‘Star wars’. Porque si funcionó una vez, tiene que funcionar dos, ¿no?
Spin-offs a troche y moche
HBO está tan convencida de que todo el mundo quiere ver más historias de los Siete Reinos que antes de que el 21 de agosto se estrene ‘La casa del dragón’, la precuela protagonizada por los Targaryen, ya ha anunciado infinidad de proyectos basados en la franquicia. Y, francamente, hay algunas cosas que deberían plantearse antes de ofrecer una secuela basada en Jon Nieve, como por ejemplo… ¿Hay alguien que después de ocho temporadas quiera saber qué fue de Jon Nieve?
Después de la serie de los Targaryen llegará el turno de ‘The sea snake’, precuela y al mismo tiempo spin-off de ‘La casa del dragón’ que contará la vida de Corlys Velaryon, uno de los viajeros más famosos de los Siete Reinos. Y otro proyecto más, ‘Ten thousand ships’, estará ambientado un milenio antes de los eventos originales contando la vida de, Nymeria, ancestro de la casa Martell. Y además, ‘A tale of the seven kingdoms’, sobre un caballero y su escudero destinado a ser el rey Aegon Targaryen.
Y, por supuesto, series animadas, y la secuela con Jon Nieve, y… ¿Y hay un público para todo este material proveniente de ‘Juego de tronos’? ¿Realmente hay tanta audiencia que pide una franquicia, o la jugada maestra de HBO por conseguirla a la desesperada, por puro martilleo, va a hundirse en la segunda serie? Hay que tener en cuenta que no hay capacidad de amortiguación ante las malas decisiones: ‘Juego de tronos’ no tiene tras de sí el grupo de fans con décadas de experiencia que son capaces de perdonar cosas como ‘Obi-Wan Kenobi’, y corre el riesgo de convertirse definitivamente en el chiste que para muchos ya es tras aquel episodio final.
Revertir el síndrome ‘Star wars’
Hacer historias dentro del mundo de ‘Juego de tronos’ no es malo ni negativo per se, siempre que no se ciñan al sistema Disney; un montón de historias contadas con el mismo tono, la misma paleta de colores, los mismos comités aprobando guiones. Si HBO permite que cada director haga lo que le venga en gana con la franquicia, que amplíen, modifiquen y se diviertan con este mundo medieval, es posible que estemos ante el inicio de algo interesante.
Pero si cada nueva serie va a intentar imitar el esquema de la serie original, me temo que están muertas antes de empezar. Tras ‘Perdidos’, el último gran fenómeno televisivo antes de esta, a nadie se le ocurrió hacer un spin-off sobre la vida en la escotilla, una precuela sobre la llegada de Los Otros, una intercuela para ver cómo le iba a Jack antes de decidir volver, una nueva generación cayendo en la isla… A veces, las cosas están mejor terminadas, sin necesidad de más ampliaciones.
Puede que ‘La casa del dragón’, la secuela de Jon Nieve y el resto de series que vayan a venir sean visualmente increíbles, e incluso que tengan una historia apasionante, pero llegan en el momento incorrecto: no hay nostalgia palpable por ‘Juego de tronos’, no hay una demanda general (no particular, claro que hay fans que quieren saber más) de nuevas historias protagonizadas por los Stark, los Lannister y los Targaryen… las continuaciones de la serie, al margen de su calidad, tienen que sobreponerse al hecho de sentirse como sacadineros fáciles, serpientes encantadoras para los que disfrutaron durante una década.
Lo tienen difícil, sobre todo porque la única serie realmente interesante que preparaba el final de ‘Juego de tronos’ era ‘Arya’. Y no parece que Maisie Williams esté por la labor.