“Esta
historia
se
empieza
a
escribir
pensando
en
que
hay
una
isla
donde
solo
hay
una
casita.
Una
casita
que
también
es
un
restaurante,
al
que
la
gente
va
en
barca
a
comer
o
cenar.
Un
sitio
muy
bonito
que,
de
repente,
puede
llegar
a
convertirse
en
un
lugar
del
que
quieres
escapar
y
no
puedes”.
Así
empezó
en
la
cabeza
de
Fernando
Trueba,
uno
de
los
directores
españoles
más
reputados
tanto
dentro
de
nuestras
fronteras
como
internacionalmente,
la
idea
de
su
nueva
película,
Isla
perdida,
un ‘thriller’
romántico
que
llega
a
las
salas
de
cine
este
23
de
agosto
de
la
mano
de
Bteam
Pictures.
En
ella,
el
oscarizado
cineasta
vuelve
a
encontrarse
con
la
conocida
actriz
Aida
Folch
12
años
después
de
La
artista
y
la
modelo
-por
la
que
ella
sería
nominada
al
Goya
con
apenas
25
años-
y
también
ha
podido
contar
una
estrella
de
Hollywood,
el
actor
de
renombre
mundial
Matt
Dillon
al
que
recordamos
por
títulos
como
Algo
pasa
con
Mary,
Rebeldes
o
Crash,
por
la
que
fue
nominado
al
Oscar
a
Mejor
actor
de
reparto.
Isla
perdida
es
una
de
esas
historias
que
se
cocina
a
fuego
lento.
Rodada
íntegramente
en
Grecia
durante
tres
meses
que
fueron
determinantes
para
el
relato,
la
película
son
casi
dos
horas
y
media
de
duración
que
comienzan
con
un
planteamiento
idílico.
Álex
(Folch)
es
una
joven
española
que
llega
a
una
isla
perdida
de
Grecia
para
comenzar
un
nuevo
trabajo
y,
ya
de
paso,
poner
tierra
y
mar
de
por
medio
con
su
relación
anterior.
Sin
embargo,
allí
su
corazón
vuelve
a
activarse
rápidamente,
ya
que
Álex
se
siente
inmediatamente
atraída
por
Max
(Dillon),
el
norteamericano
que
es
propietario
del
establecimiento.
Lo
que
la
joven
tarda
en
descubrir
es
que
hay
algo
oscuro
y
misterioso
en
el
pasado
de
su
jefe.
Con
Isla
perdida,
Fernando
Trueba
ha
tenido
la
oportunidad
de
hacer “una
incursión
en
un
género
que
me
gusta
mucho
y
que
tampoco
he
tenido
tantas
oportunidades
de
practicar”,
explica
en
entrevista
con
SensaCine
el
propio
cineasta
con
motivo
del
estreno
de
la
película. “Es
uno
de
mis
géneros
favoritos,
junto
con
la
comedia.
Si
tú
miras
mi
video-teca
en
casa,
vas
a
ver,
además
de
todo
Hitchcock,
todos
los
clásicos
de
Jacques
Tourneur,
Otto
Preminger,
Fritz
Lang…
Es
un
género
que
me
encanta”.
Sin
embargo,
el
director,
que
en
1992
ganó
el
Oscar
a
Mejor
película
de
habla
no
inglesa
con
Belle
époque,
tenía
claro
que,
aunque
quería
que
en
su
película
hubiese
algunos
de
los
elementos
que
han
caracterizado
el
género
durante
décadas
y
le
han
influido
como
cineasta,
fuese
una
propuesta
para
un
público
actual.
Ya
no
se
pueden
contar
las
historias
exactamente
como
antes
y
tienes
que
contar
las
historias
para
un
público
de
ahora
“Lo
que
yo
quería
es
que
tú
entraras
en
una
película
luminosa,
actual,
en
la
que
te
encuentras
perfectamente
instalado
y
en
la
que,
cuando
llevas
10
minutos,
incluso
estás
diciendo ‘Ay,
me
encantaría
estar
ahí”,
explica
Trueba.
“El
cine
te
permite
viajar
a
estos
sitios
y
también
que,
poco
a
poco,
se
vaya
transformando
en
un
sitio
en
el
que
ya
no
quieres
estar”.
Además,
Trueba “quería
que
fuera
un
sitio
lo
suficientemente
cercano
y,
a
la
vez,
lo
suficientemente
remoto”,
así
que
escogió
Grecia, “que
tenía
ese
componente
de
estar
lo
suficientemente
perdido
pero
también
lo
suficientemente
cercano
y
civilizado
como
para
que
una
historia
así
tuviera
lugar”.
Por
otro
lado,
temporalmente,
el
director
situaría
la
historia
en
el
año
2001,
un
pasado
de
hace
más
de
20
años
pero
lo
suficientemente
cercano
como
para
conectar
con
el
espectador.
Una
decisión
clave,
puesto
que
permite
que
sea,
como
explica
él
mismo, “una
época
moderna
pero
que
no
esté
tan
desarrollado
en
cuanto
a
las
comunicaciones
y
permita
que
el
pasado
de
él,
sea
un
pasado
oculto”.
Fernando
Trueba: “Una
de
las
cosas
para
más
bonitas
de
mi
oficio
es
el
trabajo
con
los
actores”
“Estoy
muy
satisfecho
del
trabajo
de
los
actores”,
responde
rápidamente
cuando
le
preguntamos
sobre
lo
que
más
le
enorgullece
de
su
propia
película. “Creo
que
Aida
[Folch]
está
fuera
de
serie
y
que
Matt
[Dillon]
está
fantástico,
pero
también
Juan
Pablo
Urrego
y
y
los
secundarios
griegos,
que
me
encantó
trabajar
con
ellos.
Una
de
las
cosas
para
más
bonitas
de
mi
oficio
es
el
trabajo
con
los
actores
y,
cuando
aciertas
al
elegirles
para
cada
personaje
y
luego
consigues
que
ellos
te
den
lo
que
tú
quieres,
eso
me
produce
mucha
satisfacción”.
Trabajar
de
nuevo
con
Aida
Folch
le
ha
permitido
reconectar
con
ella
laboralmente
tras
La
artista
y
la
modelo,
pero
Trueba
y
la
joven
intérprete
han
mantenido
una
excelente
relación
de
amistad
desde
entonces
y
no
han
dejado
de
seguirse
la
pista.
La
admiración
es
mutua.
“De
Aida
admiro
como
ama
su
trabajo
y
lo
seriamente
que
se
prepara
los
personajes”,
asevera
Trueba. “La
he
visto
y
la
he
conocido
cada
vez
más
a
lo
largo
de
los
años
y
se
ha
convertido
en
alguien
muy
cercano,
en
una
amiga
muy
cercana
a
mí.
Incluso
cuando
está
trabajando
en
algo
que
no
le
gusta
especialmente,
que
lo
tiene
que
hacer
porque
un
actor
tiene
que
trabajar
y
es
su
trabajo
y
no
siempre
tienes
la
película
maravillosa
que
estás
feliz
haciendo,
ves
que
lo
prepara
como
si
le
fuera
la
vida
en
ello.
Me
parece
que
es
de
una
seriedad
de
una
generosidad
increíble”.
“Me
siento
muy
orgullosa
de
seguir
trabajando
y
creciendo
al
lado
de
mi
padre
cinematográfico,
mi
mentor,
y
un
director
maravilloso”,
corresponde
Folch
con
una
gran
sonrisa. “Nos
vamos
redescubriendo
porque
somos
personas
completamente
distintas.
En
esta
película
teníamos
mucha
confianza.
Puedo
proponerle
cosas
siempre
y
él
siempre
escucha
y
te
da
libertad,
todo
se
habla,
hay
buen
rollo…
Yo
quiero
trabajar
siempre
así”.
Dillon,
que
ahora
tiene
60
años,
también
ha
querido
dirigir
unas
bonitas
palabras
a
su
coprotagonista,
ensalzando
la
dificultad
extra
que
supone
el
hecho
de
que
la
película
esté
rodada
en
inglés: “Sobre
Aída: “ha
hecho
un
gran
trabajo
con
la
dificultad
que
tiene
el
hecho
de
que
ha
tenido
que
hacerlo
en
otro
idioma.
Es
algo
que
yo
he
hecho
y
sé
lo
difícil
que
puede
llegar
a
ser”.
Matt
y
Aida
nos
cuentan
que
se
conocieron
en
Roma
y
que
Dillon
estaba
muy
interesado
en
conocerla
un
poco
antes
de
comenzar
a
rodar. “Me
llamaste
diez
veces”,
le
recuerda
ella
entre
risas. “Sí,
quería
conocerla”,
admite. “Fernando
me
había
dicho
que
era
genial
y
que
me
iba
a
encantar.
Así
que
nos
conocimos
y
paseamos,
hablamos
un
montón.
Ella
ya
había
trabajado
mucho
con
Fernando
y
yo
nunca
y
también
quería
conectar
con
ella
porque
íbamos
a
trabajar
juntos”. “Fue
muy
bonito”,
recuerda
ella. “Yo
estaba
rodando
en
Roma,
él
estaba
allí
y
quedamos
a
tomar
un
café.
No
había
nadie,
las
calles
estaban
vacías
e
íbamos
caminando
mientras
yo
pensaba ‘Madre
mía,
estoy
paseando
por
Roma
con
Matt
Dillon.
La
vida
es
muy
loca”.
Matt
Dillon: “Fernando
Trueba
es
un
gran
contador
de
historias”
Respecto
a
la
presencia
de
Matt
Dillon
en
la
película,
Trueba
nos
explica
que
la
elección
fue
fruto
de
un
arduo
estudio
en
el
que
reunió
todos
los
actores
que
podían
encajar
en
lo
que
buscaba
y
que
le
llevó
directo
hasta
la
estrella
de
Hollywood.
A
quien
ya
había
tenido
la
oportunidad
de
conocer
en
el
pasado. “Quería
alguien
que
estuviera
más
cerca
de
los
60
que
de
los
50,
así
que
hice
un
estudio
y,
de
hecho,
conservo
el
papel
con
todos
los
actores
que
tenían
entre
55
y
60”.
“Cincuenta
me
parecía
muy
joven
y
70
me
parecía
muy
mayor.
Y
tenía
que
pensar
quién
era
mejor
para
el
personaje
en
el
sentido
de
que
tuviera,
por
un
lado,
ese
elemento
romántico,
que
fuera
un
poco
galán
y
un
tipo
atractivo
pero
ya
un
poquito
vivido,
pero
que
también
pudiera
ser
alguien
al
que
se
le
puede
dar
la
vuelta
y
se
pueda
convertir
en
alguien
amenazante.
En
alguien
que
te
puede
dar
incluso
miedo.
Y
me
di
cuenta
de
que
Matt
era
perfecto”,
explica.
Además,
con
Matt
Dillon
tenía
una
ventaja,
que
era
que
ya
nos
conocíamos.
Nos
habíamos
conocido
unos
años
antes.
Cuando
me
di
cuenta
de
que
él
era
perfecto
con
mi
estudio
sistemático,
le
dije ‘tengo
un
guion
que
me
gustaría
que
leyeras’
y
le
gustó
“Veo
a
Fernando
como
un
gran
director”,
le
corresponde
Dillon. “Es
un
gran
contador
de
historias
y
me
gusta.
Cuando
tienes
tantos
años
como
yo,
quieres
trabajar
con
personas
que
te
gustan,
a
quien
admiras.
Y
yo
le
admiro.
Y
además
es
muy
divertido”.
Respecto
a
su
propio
trabajo,
Dillon
está
convencido
de
que
han
hecho
un
gran
trabajo
con
Isla
perdida. “Y
estoy
orgulloso
de
haber
sido
capaz
de
interpretar
a
un
músico
de
clarinete
que
resulte
creíble”,
apunta
divertido
sobre
la
faceta
de
músico
de
su
personaje. “Le
hemos
puesto
mucha
pasión
y
al
final
el
resultado
está
en
la
película.
El
gusto
estético
que
tiene
Fernando
[Trueba]
a
la
hora
de
rodar,
nosotros
bien
enfrascados
en
nuestra
historia,
la
música…
Isla
perdida
tiene
un
montón
de
componentes
para
ser
una
película
deliciosa.
Ha
sido
una
suerte
estar
en
ella”,
añade
Folch.