El
recibimiento
estuvo
lejos
del
reconocimiento
que
disfruta
a
día
de
hoy.
Alejandro
G.
Calvo
la
analiza
en
esta
retro-crítica

Hubo
un
tiempo
en
el
que

Alfred
Hitchcock

era
llamado “el
mejor
director
de
películas
irrelevantes
del
mundo”.
Un
entertainer.
Su
pecado
fue
gustar
a
la
gente
y,
cuando
eso
pasa,
los
críticos
rancios
arrugan
el
morro.
Pero
no
todos
los
críticos
de
los
años
50
veían
con
malos
ojos
a
Hitchcok,
ya
que
había
una
nueva
generación
de
críticos
franceses
que
iban
a
cambiar
nuestra
forma
de
entender
el
cine
de
Hitchcock
en
particular
y
de
todo
el
cine
en
general.
Fue

Truffaut
,
inolvidable
crítico
de

Cahiers
du
Cinéma

que
después
sería
director,
el
que
dijo
que
en

el
cine
de
Hitchcock
“la
forma
no
embellece
el
contenido,
sino
que
lo
crea
por

mismo”
.

El
crítico
norteamericano
Andrew
Sarris,
ya
en
la
década
de
los
70,
solía
diferenciar
a
los
grandes
directores
en
dos
categorías,
los
hijos
de
Murnau
-aquellos
cuya
puesta
en
escena
cedía
el
poder
a
la
cámara
y
sus
movimientos
(Orson
Welles
)-
y
los
hijos
de
Eisenstein
-aquellos
que
principalmente
trabajaban
la
película
a
través
del
montaje
(Alain
Resnais
)-.
Siendo
Alfred
Hitchcock
uno
de
los
pocos
ejemplos
en
los
que
ambas
tendencias
convergían.
Sarris
escribió
“Hitchcock
corta
en
su
mente
y
no
en
la
sala
de
corte”
.

Cuando
el
cineasta
estrenó


Vértigo

-en
España
conocida
en
primer
lugar
como

De
entre
los
muertos

el
9
de
mayo
de
1958
no
disfrutaba
de
una
gran
reputación
y
pocos
vieron
la
riqueza
de
su
propuesta.
A
día
de
hoy
es,
indiscutiblemente,
una
obra
maestra.
Alejandro
G.
Calvo
la
analiza
en
su
retro-crítica,
la
cual
puedes
disfrutar
sobre
estas
líneas.


Vértigo
,
que
Hitchcock
iba
a
dirigir
dentro
de
su
acuerdo
de
cinco
películas
con
Paramount,
era
la
adaptación
de
la
novela

D’entre
les
morts

(1954)
de
Pierre
Boileau
y
Thomas
Narcejac,
aunque
con
grandes
diferencias
-la
ambientación
y
el
final
fueron
reemplazados
por
completo.
La
producción,
que
debía
empezar
a
rodarse
a
principios
de
1957,

se
vio
retrasada
por
serios
problemas
de
salud
de
su
director
,
que
fue
hospitalizado
hasta
en
tres
ocasiones
víctima
de
una
hernia
umbilical,
cálculos
biliares,
hemorragias
internas
e
ictericia,
lo
que
le
obligó
a
guardar
cama
durante
varias
semanas.
Además

a
su
mujer
y
compañera
de
trabajo
en
múltiples
películas,
Alma
Hitchcock,
le
detectaron
un
cáncer

por
el
que
tuvo
que
ser
tratada
y
del
que,
finalmente,
logró
curarse.
Mientras
todo
esto
ocurría

Vera
Miles
se
cayó
del
proyecto
al
quedarse
embarazada

de
su
marido,
el
Tarzán
de
la
época,
Gordon
Scott.

La
alargada
pre-producción
de

Vértigo

permitió
elaborar
un
meticuloso
guion
técnico
donde
se
detallaban
todos
los
aspectos
técnicos
del
film:
desde
las
posiciones
de
la
cámara
-para
ello
se
trabajó
con
maquetas
y
miniaturas
tanto
de
San
Francisco
como
de
las
localizaciones
en
interiores-
hasta
todos
los
comentarios
sobre
cómo
debía
funcionar
la
música
en
cada
escena.
Hitchcock
lo
tenía
todo
controlado
y,
junto
a
los
protagonistas

Kim
Novak

y

James
Stewart
,
sacó
adelante
una
de
las
mejores
películas
de
su
carrera.



Paramount
Pictures


Vértigo

nos
cuenta
la
historia
de

Scottie
Ferguson

(Stewart),
un
detective
de
homicidios
que
se
queda
colgado
de
un
tejado,
dejando
no
sólo
que
escape
el
hombre
que
persigue
-del
que
jamás
sabremos
nada-,
si
no
que
además
provoca
involuntariamente
la
muerte
de
un
compañero.
Tras
el
incidente
Scottie
sufre
acrofobia
-miedo
intenso
a
las
alturas-
lo
que
le
produce
vértigos,
por
lo
que
abandona
el
trabajo
y
vive
en
soledad
con
la
única
excepción
de
su
amiga
Midge,
enamorada
en
dramático
silencio
del
hombre.
La
acción
arranca
cuando
un
antiguo
compañero,
capaz
de
urdir
un
plan
tremendamente
alambicado
y
rocambolesco
con
tal
de
asesinar
a
su
mujer,
Madeleine,

le
pide
a
Scottie
que
vigile
a
ésta
puesto
que
al
parecer
ella
cree
estar
poseída
por
el
espíritu
de
Carlotta
Valdés
,
una
mujer
que
se
suicidó
tras
ser
despreciada
por
su
amante
y
arrancada
de
su
hijo.

En

Vértigo,

Alfred
Hitchcock,
a
diferencia
del
libro
donde
todo
se
resuelve
al
final
del
mismo,
decide
revelarnos
la
verdad
de
la
trama
urdida
por
Elster
y
ejecutada
por
Judy
a
falta
de
media
para
que
acabe
la
película.
¿Por
qué
hizo
Hitchcock
eso?
Porque
al
realizador
inglés
le
daban
igual
los

whodunit
,
los
desenlaces
eran
lo
de
menos,
lo
importante
siempre
era
el
suspense.
Por
eso
era
el
maestro
del
suspense.
Era,
de
nuevo,
el
viejo
truco
de
la
bomba
de
debajo
de
la
mesa.
Hitchcock
lo
explicó
muy
bien
en
su
entrevista-libro
con
Truffaut
así
que
os
lo
voy
a
leer
directamente
de
las
páginas
del
libro.

La
diferencia
entre
el
suspense
y
la
sorpresa
es
muy
simple
y
hablo
de
ella
muy
a
menudo.
Nosotros
estamos
hablando,
acaso
hay
una
bomba
debajo
de
esta
mesa
y
nuestra
conversación
es
muy
anodina,
no
sucede
nada
especial
y
de
repente:
bum,
explosión.
El
público
queda
sorprendido,
pero
antes
de
estarlo
se
le
ha
mostrado
una
escena
completamente
anodina,
desprovista
de
interés.
Examinemos
ahora
el
suspense.
La
bomba
está
debajo
de
la
mesa
y
el
público
lo
sabe
[…]
En
el
primer
caso,
se
han
ofrecido
al
público
quince
segundos
de
sorpresa
en
el
momento
de
la
explosión.
En
el
segundo
caso,
le
hemos
ofrecido
quince
minutos
de
suspense


Vértigo

es
una
película
prácticamente
sin
referentes.
Quizás
el
devenir
onírico
de
la
película
podría
recordarnos
a
la
fantasía
que
existe
dentro
de
las
imágenes
de


Jennie

(1948)
de
William
Dieterlee.
La
mujer
desaparecida
y
luego
resucitada
podría
tener
una
mecánica
sorpresiva
similar
a


Laura

(1944)
de
Otto
Preminger.
¿No
hay
algo
en
todo
esto
que
tiene
aroma
del
Edgar
Allan
Poe
de “Morella”
o
de “Ligeia”?
Puede,
quizás,
probablemente…
no.


Vértigo


es
algo
único
en
la
historia
del
cine.
Una
película
que
sólo
se
debe
a

misma
.