Corren tiempos de superación para Carlos Gustavo Bossio. Hace poco más de un año, su esposa, Ana Débora Lucero Bustamante, murió por un accidente cerebrovascular luego de haber dado a luz a Isabella.
El mundo del fútbol abrazó al exarquero de Las Palmas, Belgrano, Estudiantes (LP), Lanús y la selección argentina.
“Pichón” salió adelante, viendo crecer a la bebé, y se vino a Córdoba, cerca de los suyos. Hizo su duelo por “Pochi” y, de a poco, fue tomando fuerza en su expresión, para no quebrarse y también para ayudar a quienes pasaron por una experiencia similar.
La charla con Mundo D se dio sin problemas, arrancó por el fútbol. Por eso que tanto lo hizo feliz.
El martes pasado se cumplieron 24 años del gol que le marcó a Racing Club de Avellaneda. Como arquero del “Pincha”, fue a buscar el centro de Marcelo Couceiro y, de cabeza, anotó el 1-1 final que lo puso en la historia, ya que no existían registros de goles de jugada de los arqueros. “Pichón” le dio a Estudiantes el empate con el que mantuvo la punta compartida con Lanús. Ya era arquero de selección y de los mejores que había dado Córdoba.
“Pasó mucho tiempo. Qué bárbaro que siga teniendo trascendencia después de mucho tiempo. Cada 12 de mayo me sigue llamando mucha gente. Fue un día espectacular y hermoso. En ese momento no tenía idea de la dimensión que ese gol tenía. Ahora sí. Después de muchos años. Sí, lo hice. De jugada y de cabeza, no se había dado acá. Hasta ahora sigue vigente. Estaba desde la jugada anterior hasta que vino ese córner”, dijo el cordobés, quien luego habló de cómo cambió su vida.
–¿Cómo han sido estos días para vos?
–He dado entrevistas para hablar de fútbol y, luego, me preguntaron por lo que pasé. Por lo que viví y por lo que sufrí. Pero no tengo problemas para hacerlo. Estoy un poco más preparado. Estoy más fuerte emotivamente. No me quiebro ante la primera cosa que puedo contar. Por eso no quería dar notas. El dolor es el mismo, pero estoy más entero. Fue un momento durísimo. Lo sigue siendo. Lo que perdí no lo voy a recuperar nunca. Es obvio. Pero uno se va adaptando y se va acomodando. Mi hija me da fuerzas constantemente todos los días. Por más que uno esté medio bajoneado, la mirás y sentís eso.
–¿Quiénes fueron fundamentales en tu vida durante este tiempo?
–Mi hija, fundamentalmente. Mucha gente, también. Mientras mi mujer estaba en terapia intensiva, ella estaba dos pisos más abajo. Me hizo sacar adelante todo. Me dio las primeras fuerzas. Pensar en ella, en estar lo más entero posible… También mi mujer. Me da muchas fuerzas. Estoy seguro de que ella me hubiera perdonado cualquier cosa, menos que aflojara, o que descuidara a mi hija. Fueron los dos apoyos fundamentales. La familia siempre estuvo, los amigos de todos lados y la gente del fútbol. Algunos que ni conozco. Me llegaron de todos lados. Me llenaron el tanque de coraje y de fuerza para seguir aceptando esto. Todos fueron importantes.
–¿Te sorprendió algún llamado? En estos casos, a veces faltan llamados y te sorprenden otros. ¿Te pasó?
–Llegaron y estuvieron quienes esperaba. En esta situación, lo normal es perder amigos. Pero estuvieron todos los que necesitaba. Al instante. Fue hermoso contar con eso.
El futuro
“Chiquito” Bossio, quien está dedicado a la crianza de la pequeña “Isa”, se va a tomar un tiempo más para saber de qué manera se reinsertará en el fútbol.
“Veré dónde me puedo meter y dónde pueda ser importante. Ser entrenador no me gusta tanto. Quizás como ayudante de campo. Tampoco descarto ser entrenador de arqueros. Es algo que me gusta. Y para ser mánager, me tengo que preparar. Sé que me van a abrir las puertas en muchos lugares. Pero hay que instruirse”, razonó el ex-Belgrano.
“Pichón”. El exarquero dice que su hija es clave ante la falta de su mujer.
–¿Te habló Armando Pérez para sumarte a su intento de volver a Belgrano ahora?
–No. Me llamó cuando estaba jugando. Hace seis o siete años. Me dijo que tenía las puertas abiertas, pero en esa época. Después no hablé. Ni ahora tampoco me llamaron de ninguna de las dos listas.
–Se te vio cerca de Andrés Fassi, presidente de Talleres. ¿Estuviste por hacer algo?
–Lo acompañé como amigo. Me manifestó la posibilidad de poder ir. Como Carlos Ranalli, al que conozco en Lanús. No quise ir. No estoy identificado con Talleres. Por el contrario. Estoy en la vereda de enfrente y más allá de que muchos amigos son de Talleres. ¿Si lo veo solo? No sé si es así. Verón (Juan Sebastián, presidente de Estudiantes) está parado en la misma vereda y otros dirigentes. No va a ser fácil. Hay que luchar mucho. Fassi es de muchas convicciones, como Verón. No es descabellado lo que piden. En la cancha tenemos un nivel de cuarto o quinto en el mundo, pero en cuanto a dirigencia, estamos 150.
–¿Qué fue el fútbol?
–Pude jugar en la selección. Algo que uno sueña desde que empieza a patear una pelota. Y vivir del fútbol. Jugué más de 20 años. Estoy orgulloso de la carrera que hice. Cada vez que me cruzo con alguien, se acuerdan bien. Tuve dos momentos felices, más allá de los títulos que conseguí. Jugar en Belgrano, club del que soy hincha, y luego haber jugado en la selección argentina.
El texto original de este artículo fue publicado el 18/05/2020 en nuestra edición impresa.
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