
Lo
bueno
es
que
Kevin
Feige
tiene
sentido
del
humor.
Bueno,
más
o
menos.
Cuando
Disney
compró
Fox,
todos
pensamos
dos
cosas
de
manera
inmediata.
La
primera,
que
los
mutantes
volvían
a
casa
y
tendríamos
un
nuevo
equipo
de
X-Men.
La
segunda,
que
la
tercera
película
de
Deadpool
ahora
tendría
lugar
en
el
UCM.
Y
a
saber
hasta
qué
punto
permitía
la
perversión
Kevin
Feige.
Hay
que
tener
en
cuenta
que,
originalmente,
cuando
estaban
en
Fox,
se
dejó
caer
que
habría
una
película
de
X-Force
que
lanzaría
una
saga
por
sí
misma,
pero
tras
la
compra
se
eliminaron
todos
los
planes
para
centrarse
solo
en
unirla,
como
fuera,
con
el
universo
principal.
¡Solo
hay
una
regla!
Pero,
por
supuesto,
Kevin
Feige
puso
normas
para
asegurarse
de
que
nadie
rompiera
del
todo
su
sacrosanto
universo
que
tantos
años
le
había
conseguido
crear.
Bueno,
concretamente
puso
una:
ningún
chiste
que
mostrara
a
Deadpool
metiéndose
droga.
Prohibida.
¿Qué
hizo
Ryan
Reynolds
en
cuanto
llegó
a
casa?
Escribir
el
chiste
en
el
que
su
personaje
afirma
que
Kevin
Feige
no
le
deja
tomar
cocaína,
y
junto
a
Al
la
ciega
dan
un
buen
puñado
de
sinónimos
totalmente
locos.
De
hecho,
fue
la
primera
línea
de
guion
de
toda
la
película.
Si
no
querías
caldo,
toma
dos
tazas,
Feige.
En
realidad
lo
hizo
bien:
no
vemos
a
Deadpool
esnifando,
sino,
simplemente,
hablando
sin
parar
sobre
hacerlo.
Genio
y
figura.
Obviamente,
después
del
éxito
brutal
de
la
película,
la
calificada
R
(exclusivamente
para
mayores
de
18
años)
más
taquillera
de
todos
los
tiempos,
Feige
ha
dicho
que
pelillos
a
la
mar
y
ya
está
pensando
en
distintas
maneras
de
meter
a
los
personajes
en
otros
proyectos.
Vamos,
que
ni
cotiza
que
van
a
aparecer
en
Vengadores:
Doomsday.
Y
pensar
que
en
un
principio
a
nadie
le
interesaba
hacer
Deadpool
y
Reynolds
tuvo
que
filtrar
una
escena
en
Internet
para
que
en
Fox
vieran
el
interés
del
público
y
no
pudieran
negarse.
¡Si
es
que
los
jefes
de
los
estudios,
a
veces,
no
saben
ni
por
dónde
les
viene
el
aire!