Una
película
que,
ante
todo,
celebra
con
entusiasmo
la
alegría
de
ser
mujer
y
que
se
disfruta
por
la
dinámica
entre
Lindsay
Lohan
y
Jamie
Lee
Curtis

Si
en
2003
me
hubieran
dicho
que
20
años
después
estaría
viendo
la
segunda
parte
de


Ponte
en
mi
lugar

y
escribiendo
sobre
ella
por
trabajo
no
me
habría
creído
ni
una
sola
palabra.
Pero
aquí
estoy,
recordando
cómo
mi
yo
preadolescente
vio
ciento
y
una
vez
a

Jamie
Lee
Curtis

gritar
de
pavor
frente
al
espejo:

‘¡Soy
vieja!
’.



Ponte
en
mi
lugar
de
nuevo


me
ha
trasladado
a
un
lugar
feliz
que
no
esperaba
en
absoluto.
La
película
tiene
el
suficiente
encanto
como
para
justificarse
sola.

Aunque
es
una
estrategia
clara
para
atraer
a
las
hordas
de
millenials
nostálgicos
a
las
salas
de
cine,
presenta
argumentos
de
peso
para
demostrar
que
tiene
sentido
estrenar
esta
secuela
20
años
después
de
la
primera.

Echemos
la
vista
atrás
recordando
los
conflictos
de

Ponte
en
mi
lugar
.
Dirigida
por

Mark
Waters

-quien,
por
cierto,
también
está
detrás
de


Chicas
malas

(2004),
así
que
es
el
responsable
de
dos
de
las
películas
que
marcaron
a
las
chicas
de
los
90-,
la
película
cuenta
cómo
Anna,
de
15
años,
se
pasa
el
día
quejándose
de
que
su
madre,
Tess,
le
está
arruinando
la
vida.
Tess
está
a
punto
de
casarse
con
Ryan,
lo
que
tiene
a
Anna
especialmente
cabreada.
Tras
una
cena
en
familia,
madre
e
hija
intercambian
los
cuerpos
y
se
dan
cuenta
de
las
preocupaciones
de
la
otra.

Ahora
madre
e
hija
han
crecido
y,
como
ocurre
en
muchas
relaciones
maternofiliales,
el
paso
del
tiempo
las
ha
reconciliado.
Ahora
se
entienden
mutuamente
y
son
capaces
de
ponerse
en
el
lugar
de
la
otra.
En
2025
es
Anna
la
que
tiene
una
hija
de
15
años
y
Tess
las
ayuda
a
sobrevivir
a
la
dura
rutina
diaria.
Cuando
Anna
se
enamore
de
un
hombre
que
resulta
ser
el
padre
de
la
chica
del
instituto
que
más
odia
su
hija,
se
cambiarán
las
tornas
y,
sin
quererlo,
volverán
a
pasar
por
un
ritual
mágico
que
las
cambiará
de
cuerpo.
Ahora
multiplicado
por
cuatro.


He
sentido
cierto
alivio
al
comprobar
que
han
decidido
tomar
el
camino
de
la
madurez
en
lugar
de
liar
a
las
protagonistas
en
otro
conflicto
que,
a
todas
luces,
no
habría
funcionado
tan
bien
.
De
nuevo,
en
el
centro
de
la
trama
hay
un
problema
de
relaciones
y
‘arrejuntamientos’,
pero
no
molesta
que
la
secuela
repita
ciertos
patrones
de
la
original.
Más
bien
al
contrario,
funciona
como
guiños
y
todos
los
que
crecimos
viendo
a
Lindsay
Lohan
tocar
la
guitarra
agradecemos
esa
familiaridad
en
la
trama.



Walt
Disney
Pictures

La
dirección
corre
a
cargo
de

Nisha
Ganatra
,
conocida
por
su
trabajo
en
la
excelente


Better
Things

de
FX,
una
serie
que
retrata
con
sensibilidad
y
profundidad
las
complejas
dinámicas
entre
madres
e
hijas.
El
guion
está
firmado
por

Jordan
Weiss
,
creadora
de


Dollface
,
una
comedia
centrada
en
la
amistad
femenina
protagonizada
por

Kat
Dennings
.
La
experiencia
previa
de
ambas
creadoras
se
percibe
claramente
en

Ponte
en
mi
lugar
de
nuevo
,
una
película
que,
ante
todo,
celebra
con
entusiasmo
la
alegría
de
ser
mujer.


Donde
realmente
reside
el
atractivo
de
la
cinta
es
en
la
relación
entre
Jamie
Lee
Curtis
y



Lindsay
Lohan
.
Curtis,
como
ha
venido
demostrando
los
últimos
años
y,
en
especial,
por
su
papel
en


The
Bear
,
mejora
interpretativamente
con
los
años
y,
si
ya
en
la
primera
protagonizó
grandes
momentos
siendo
Anna
en
el
cuerpo
de
Tess,
aquí
repite
estilo
de
comedia
y
funciona
muy
bien.
A
su
lado
está
Lindsay
Lohan,
ya
recuperada
de
una
mala
racha
que
ha
durado
demasiado
tiempo,
que

se
deja
acompañar
por
la
maestra
Curtis
y
aporta
al
filme
una
mezcla
de
ternura
y
complicidad
que
funciona
a
la
perfección
.


Ponte
en
mi
lugar
de
nuevo

no
es
para
todos.
Posiblemente
un
hombre
de
66
años
no
entre
en
la
propuesta,
pero
si
creciste
con
las
películas
de
Lohan
encontrarás
en
la
película
un
disfrute
muy
agradable.