En Hollywood, las películas muchas veces se quedan en la sala de cine, con risas o suspiros, palomitas y apagón. Pero de vez en cuando una historia ficticia traspasa la pantalla y encuentra un camino inesperado hacia la vida real.
La película ’50 primeras citas’ la comedia romántica protagonizada por Adam Sandler y Drew Barrymore, en la que la trama gira alrededor de la pérdida de memoria diaria de la protagonista, ofrecía un giro dramático envuelto en humor: cada mañana, él graba un vídeo para que ella recuerde quién es, quién fue, y todo lo que vivieron. Esa mecánica, concebida para la ficción, llamó la atención de los responsables de un centro geriátrico en Nueva York.
Así nació en el Hebrew Home at Riverdale un programa de terapia pionero: los familiares de residentes con demencia temprana graban mensajes en vídeo con tonos cálidos, voces tranquilas y recuerdos queridos, que los pacientes visionan cada mañana al despertar. La idea fue tomada casi tal cual de la película y adaptada, con cariño y respeto, a una rutina diaria cuya sorpresa es su efectividad real.
Cuando la ficción se cuela en la vida real
Según quienes lo impulsaron, el efecto es notable: para muchos de esos residentes ese vídeo matinal funciona como un ancla emocional. Al reconocer caras conocidas, escuchar voces queridas y recibir palabras de afecto, muchos pacientes alcanzan un estado de calma, sienten reconstituido algo de identidad y reciben un empujón para afrontar el día con más serenidad.
Al respecto, el psiquiatra geriátrico Robert Abrams elogió el programa, calificándolo de “innovador y reflexivo”. Continuó diciendo: “Hay un grupo de personas con demencia que no comprenden realmente la naturaleza y el propósito de su entorno, ni las circunstancias que los obligaron a estar allí. En consecuencia, se sienten solos y desorientados, asustados e incluso abandonados por sus familiares”.
Es curioso pensar que lo que nació como una historia cursi en la gran pantalla se convirtió en una rutina luminosa para algunos de los más vulnerables. La ficción ejerció de faro: demostró que perder la memoria no tiene por qué ser sinónimo de perder el vínculo con aquellos que nos aman. Y que, a veces, una película puede dar lugar a algo con impacto real.
Foto de imdb.com













