Los viajes en el tiempo no parecen a priori un recurso argumental muy dado a utilizarse en comedias románticas, pero a la hora de la verdad ha sido utilizado en no pocas ocasiones, sirviendo como base para películas tan estimulantes como ‘Atrapado en el tiempo’, ‘Una cuestión de tiempo’ o la reciente ‘Palm Springs’. Por ello, una cinta como ‘El mapa de las pequeñas cosas perfectas’, que Amazon estrenó en exclusiva este viernes 12 de febrero, está muy lejos de ser una propuesta excéntrica.
Adaptación de un relato corto de Lev Grossman, quien también se ocupa de escribir el guion, ‘El mapa de las pequeñas cosas perfectas’ cuenta la historia de dos adolescentes que están atrapados en un bucle temporal, manteniendo una perspectiva bastante diferente sobre cómo enfrentarse a ello. Una de los aspectos más curiosos de la cinta es que ofrece un cóctel que podría haber salido mal con facilidad pero acaba dando forma a un título encantador pese a su falta de novedades.
Un cóctel peculiar
Viendo ‘El mapa de las pequeñas cosas perfectas’ me acordé de otras comedias románticas que también usaron los viajes en el tiempo, pero lo que no esperaba es que el largometraje dirigido por Ian Samuels también me hiciera pensar en una obra capital del cine romántico como ‘Antes de amanecer’. Es una conexión algo tenue, pero viendo a los personajes interpretados por Kyle Allen y Kathryn Newton sí me pasó por la cabeza la idea de una especie de versiones adolescentes de Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy).
Todo se suspende alrededor de cómo surge la magia entre ellos, aquí de forma más radical por el hecho de que el bucle temporal les permite moverse con mayor libertad. Sin embargo, en ‘El mapa de las pequeñas cosas perfectas’ falta esa madurez que desprendía la película de Richard Linklater incluso teniendo en cuenta que se incidía de forma notable en la inocencia de ambos personajes -algo que, obviamente, iría cambiando en sus dos secuelas- para recordarnos que aquí los protagonistas son adolescentes a caballo entre la inconsciencia y el idealismo.
Eso se traduce en un tono diferente, no tanto para incidir en la posibilidad de que sea el primer amor de ambos como que lo que surge entre ellos es de lo más particular. Primero por las circunstancias en la que sucede para luego ir girando hacia un enfoque más propio de una comedia adolescente, confiando en que el encanto de sus dos protagonistas sea suficiente para que uno obvie que su potente premisa daba para mucho más que para que, por momentos, sea un rasgo curioso que la distinga pero sin explorarlo realmente.
Siempre optimista
Por suerte, Allen y Newton están muy inspirados en sus respectivos personajes, logrando transmitir esa luminosidad que la película intenta transmitir a todos los niveles y además complementándose a la perfección entre sí. Es cierto que no falta lo dramático, muy centrado en una subtrama sobre lo que mejor antes de verla es no saber nada, pero incluso entonces se busca una perspectiva optimista sobre la necesidad de afrontar las cosas y seguir adelante, caminando entonces por una fina línea de credibilidad que en otras ocasiones podría haber hundido la película.
Visualmente no es que la película sea memorable, pero se notan los esfuerzos para que la fotografía de Andrew Wehde vaya en consonancia con ese tono optimista, valiéndose para ello de un uso de la luz con unos matices quizá algo exagerados en ciertas situaciones, pero que funciona tanto como prolongación natural de lo que busca la película a todos los niveles como una forma más de encajarla dentro de ciertas comedias románticas para el público juvenil cuando quieren volverse un poco trascendentales de más.
Es cierto que todo esto lleva a que el resto de personajes carezcan de auténtica entidad, pero es que todo está al servicio de ese romance imposible que surge entre sus protagonistas, siendo ya bastante que consiga equilibrar con acierto ingredientes con difícil encaje en condiciones normales. Eso no quita para que funcione mejor desde la ligereza que cuando toca empezar a ponerse más serio, ya que entonces el hecho de que en términos narrativos apueste por un camino más plácido en lugar de sacar partido a su juguetona premisa pueda saber a poco al espectador. O al menos que se quede pensando que no hay nada que esté mal, pero tampoco algo que te conquiste realmente.
Dicho de otra forma, quien se enfrente a ella esperando ver una película que realmente explore la idea de los bucles temporales se encontrará alguna idea jugosa al respecto, pero el verdadero eje de la función no es ese y va resultando más evidente a medida que pasan los minutos. Y sus protagonistas se complementan y funcionan por separado -sobre todo una Newton llamada a tener una presencia constante en Hollywood durante los próximos años-, pero quizá falta ese paso más allá para terminar de llegarnos al corazón.
En resumidas cuentas
‘El mapa de las pequeñas cosas perfectas’ es una estimulante comedia romántica que sabe integrar el uso de los bucles temporales para contarnos una historia siempre optimista, incluso cuando el relato se vuelve algo más amargo, bien respaldada por el acertado trabajo de sus dos protagonistas. Quizá le falta una mayor determinación en lugar de picotear tanto de aquí y de allá, pero no por ello deja de ser una buena alternativa para celebrar San Valentín.
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