La cantina es, por definición, un establecimiento público en el que se sirven bebidas y comidas. Este término que se usa habitualmente en zonas de Latinoamérica, pero en España ha pasado a formar parte del conjunto de vocablos en desuso que solo recuerdan costumbres del pasado. Precisamente es el interés por recuperar esos hábitos olvidados de las tabernas antiguas, como el ambiente familiar, el trato cercano con el público o los platos de elaboración casera, lo que ha llevado a Patricia Alonso-Muñumer a rescatar ese término para clasificar el espacio con el que se presenta en el barrio de Malasaña.
Cantina Singular es un bar-restaurante de aspecto castizo y modales tradicionales, pero donde también encontramos un innegable aire cosmopolita. Ocupa el mismo local que desde los años 70 albergara el Mesón Andino, del que conserva parte de su esencia, como la estructura de la barra, los muebles de acero inoxidable, las mesas y bancos de madera o los carteles de la entrada a los baños. El local acoge nuevas piezas de mobiliario de diseño vintage, como los taburetes que rodean la barra y tras ella también se han colocado unos grandes espejos a que contribuyen a crear una mayor sensación de amplitud y luminosidad.
Como se puede ver en las imágenes, todo ello da lugar a un bar pequeño de barrio, en el que los parroquianos frecuentes llegan y, sin hablar, tras la barra ya saben qué ponerles… Esa es la esencia de Cantina Singular. En Cantina Singular hay una premisa clara: el cuidado del producto en su oferta culinaria. Por eso, al idear su carta, Patricia contactó con los mejores proveedores nacionales para surtir su cocina de auténtica sobrasada de Mallorca, las mejores anchoas de Santoña o las latas de una de las conserveras más prestigiosas, La Brújula, que sirven para preparar los platos que integran el capítulo ‘Laterío Preparado’ de su carta.
En su lista de propuestas hay también espacio para creaciones propias y platos pensados para compartir, elaborados al momento y con una cuidadísima presentación. Muchos de los platos llegan a la mesa en una vajilla de estilo inglés perteneciente a la madre de la anfitriona que los hace aún más apetecibles. El capítulo dulce refleja esa vuelta de tuerca de las recetas tradicionales de la que hace gala la Cantina Singular.
La oferta de la casa se va adaptando a las necesidades de los diferentes tipos de públicos que se mueven por el barrio a lo largo del día. Así, abre sus puertas a las 9:00 h para servir desayunos para los vecinos, oficinistas y trabajadores de la zona y no cierra sus puertas sin haber servido los ya habituales gintonics postcena o alguno de los cócteles clásicos que, al estilo de las tascas de barrio, enuncian los rótulos de los espejos de la barra. Sin olvidarnos de la hora del aperitivo, momento para el que el bar cuenta con vermú de grifo, su propia cerveza artesanal y una cuidada selección de vinos.
Su acertado criterio para la selección de los vinos, al igual que las materia primas, el gusto por el detalle, el trato cercano y ese ambiente castizo que tanto gusta es lo que hace que esta no sea una cantina más, sino una ‘cantina singular’. El horario es de lunes a jueves de 9:00h a 00:30h, viernes de 9:00h a 2:00h, sábados de 10:00h a 2:00h y domingos de 10:00h a 00:30h. El precio medio es de 20 euros y cuentan con un menú del día por tan solo 11 euros.
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