Hay fenómenos indiscutibles más allá de cualquier tipo de valoración y ‘Élite’ hace tiempo que se convirtió en uno de ellos. Lo que empezó como una serie adolescente que podría haber sido una de tantas derivó rápidamente en un inusual cóctel que no tenía miedo a poder caer en el ridículo con tal de ofrecer al espectador un relato adictivo que entraba tan bien como un helado en pleno mes de agosto.
Ahora llega una tercera temporada que viene a cerrar una etapa para la serie. Todavía está por ver que los rumores de un cambio de reparto sean ciertos, pero tendría todo el sentido del mundo que así fuera. El gran spoiler que Netflix soltó con el tráiler de esta nueva entrega de ‘Élite’ dejaba claro que había un chicle que no podían estirar más y los dos primeros episodios de esta tercera temporada que ya he podido ver lo reafirman, como también dejan claro que la serie mantiene todas sus virtudes.
Cambios y aciertos
Al final de la segunda temporada salía a la luz para el resto de personajes que Polo era el asesino de Marina, algo que sin duda iba a tener consecuencias en el arranque de la tercera, pero lo que no esperaba es que fuese a servir como base para uno de los aspectos más interesantes de este arranque de tercera temporada: la debilidad de Carla.
El personaje interpretado por Ester Expósito siempre se había caracterizado por estar en control de la situación. Bien es cierto que al final se la segunda tanda de episodios ya mostró cierta fragilidad por el truco urdido por Guzmán y Samuel, pero es ahora cuando realmente vemos la consecuencia de ello, permitiendo a Expósito ampliar su rango dramático y volver a demostrar que si solamente uno de los descubrimientos de ‘Élite’ puede hacer carrera y convertirse en una estrella, debería ser ella.
Como era de esperar, esto tiene consecuencias que afectan a otros personajes, no faltando un nuevo e inevitable triángulo amoroso -con Polo ya de lado, se introduce un nuevo personaje para que ‘Élite’ no pierda una de sus grandes señas de identidad- que por ahora apenas se ha perfilado. Algo similar sucede con el otro personaje nuevo con entidad, ya que Leïti Sène y Sergio Momo han tenido la mala suerte de subirse a un tren que avanza a toda velocidad que no se puede permitir aminorar el ritmo. Pese a ello, lo que he podido ver a ambos me parece que encajan muy bien dentro de Las Encinas.
Sin embargo, el verdadero eje de esta tercera temporada es la muerte de Polo. Darío Madrona y Carlos Montero vuelven a echar mano de la misma estructura utilizada en las dos anteriores tandas de episodios para que el ya de por sí complicado día a día en el colegio adquiera otros matices con la necesidad que nos crea de intentar averiguar quién ha asesinado al personaje interpretado por Álvaro Rico.
‘Élite’ sigue fiel a sí misma
Por ahora no hay suficientes piezas, pero la clave de todo, como ya lo fue anteriormente, está en que hay demasiados personajes que encajan como sospechosos, ya sea por motivos obvios -Guzmán es una elección tan natural que sería un tanto decepcionante que fuera él- o por la sensación de que va a suceder algo -parece claro que la relación con Cayetana va a acabar haciendo aguas más temprano que tarde-. Es un juego de la sospecha muy efectivo que Madrona y Montero están sabiendo llevar para que no llegue a resultarnos repetitivo. Mucho mérito tiene eso.
Un buen detalle para conseguirlo ha sido no centrar en exclusiva nuestra atención en el misterio de Polo e introducir otro foco dramático potente e inesperado. Es verdad que hasta cierto punto es un giro sacado un poco de ninguna parte, pero ha servido para equilibrar la serie, dando de paso su cuota de importancia a varios personajes que de otra forma podrían haber quedado un poco de lado.
Y es que en otros casos era más fácil encontrar qué hacer con ellos, dándose una nueva vida a la rivalidad entre Nadia y Lu, con la segunda también en una posición de debilidad hasta ahora desconocida por el personaje, o haciendo que Valerio empiece a pagar por su vida de excesos. Ahí sí que hay una progresión más lógica que ayuda a mantener los pies en el suelo a ‘Élite’ en lugar de dejarse llevar por el disparate. De eso también hay, pero no puedes meter todos tus huevos en la misma cesta.
Por lo demás, ‘Élite’ vuelve a contar con algunos diálogos imposibles pero que sus responsables han sabido integrar en la serie para que formen parte de su encanto. A fin de cuentas, la verosimilitud no es lo más importante en un caso como el que nos ocupa, sino que forme parte de un objetivo mayor y gusten más o menor, pero en todo momento da la sensación de que el equipo detrás de la serie de Netflix tiene controladas las tramas y además saben cómo darle el picante adecuado para que necesites saber hacia dónde te llevan.
En resumidas cuentas
‘Élite’ ha vuelto en plena forma en una tercera temporada pensada para el disfrute de la multitud de seguidores que tiene la serie de Netflix. A estas alturas no tiene sentido preocuparse lo más mínimo en llegar a otros espectadores, por lo que Madrona y Montero echan toda la carne en el asador con el aparente objetivo de cerrar la historia de esta primera generación de personajes.