‘Código 8’ (‘Code 8’, 2019) pasó un poco desapercibida dentro de la programación del último festival de Sitges, pero como está pasando con otras de esa edición, como ‘El Hoyo’(2019), su sorprendente éxito en Netflix está dándole una nueva vida. Algo que comenzó como un cortometraje con Stephen Amell, la estrella de la serie de DCU ‘Arrow’, junto a su primo Robbie, se ha colado en el top ten de lo más visto en la plataforma sin que haya una razón concreta.
Probablemente, el carburante para que el proyecto saliera adelante es la presencia de Amell y su primo Robbie Amell, que pasaron cuatro años luchando para que se rodara, desde que se hiciera la pequeña prueba de concepto de 2016. A ello le siguió una campaña de crowdfunding de Indiegogo, buscando recaudar 200.000 dólares para hacer el largometraje, y la abrumadora respuesta llevó a que se multiplicaran los patrocinadores hasta conseguir 2,4 millones, con lo que pudieron pulir mucho los efectos especiales y el aspecto general de la película.
La crisis económica como género
Lo interesante de ‘Código 8′ es que logra conformar un mundo compacto con poco dinero, que quizá ha calado en los espectadores por dibujar una sociedad distópica que, como en ‘Hijos de los hombres’ (Children of Men, 2006) no hace gran cosa para que se desvíe demasiado de una realidad que nos es familiar. Sus protagonistas viven la precariedad y la dificultad de encontrar un empleo estable, hay una asociación lógica del consumo de drogas y unas condiciones económicas cada vez más depauperadas.
Como en EE. UU., el coste de la atención médica es altísimo y el dibujo de un estado policial tecnológico, lleno de drones y cámaras no resulta tan de ciencia ficción. El punto más fantástico es la capacidad de los robots que presenta y la característica de que en ‘Código 8’ no solo hay un thriller futurista con tintes sociales, sino que se trata, al fin y al cabo, de un film de superhéroes. El 4% de la población tiene poderes, mejoras que pueden convertir a un individuo un valor para trabajar, llevando cargas de forma psicokinética o con superfuerza.
También hay habilidades sobrehumanas para manejar la electricidad que, como en el cine de mutantes de Marvel, son percibidos como una amenaza para la nación temerosa, y en consecuencia, los que los tienen son perseguidos y erradicados. No es la primera película que mezcla el género de superhéroes con un fuerte contenido social y una puesta en escena realista y física, siendo la húngara ‘Jupiter’s Moon’ (Jupiter holdja, 2017) un ejemplo clave para entender la asimilación de la fantasía de los mitos por el cine independiente.
El secreto del éxito
La premisa de ‘Código 8’ es potente y sus personajes principales caen bien, pero su ambición en cuanto a cómo presenta el espacio y sus reglas de juego no están a la altura de un guion algo genérico, que se mueve entre ‘Le llaman Bodhi’ (Point Break, 1991) y el cine de gangsters de bajos fondos, perdiéndose en clichés que hacen que esté por debajo de sus posibilidades, llegando a parecer un piloto correcto para una serie que promete un final más subversivo.
Sin embargo, el film de Jeff Chan resulta siempre interesante y genera una inevitable curiosidad por cómo llega a conseguir ciertos planos con su limitado presupuesto. La visión de su puesta en escena es ambiciosa, llena de exteriores y con una integración de los efectos planificada con ingenio, que recuerda algo que conseguía Gareth Edwards en ‘Monters’ (2010). Por ello, puede que el público haya valorado que luce mejor que muchos filmes del catálogo con más presupuesto, ni siquiera deja esa sensación de cámara digital y encuadres contendidos para ver en pantalla pequeña.
‘IO’ (2019), ‘El titán’ (The Titan, 2019), o ‘Extinción’ (Extinction, 2018) entre otras, son ejemplos muy pobres de film original de Netflix que, a menudo, cuentan con una estrella de cine de Hollywood y producciones vistosas. ‘Código 8’ nos recuerda que la ambición y el amor por el proyecto se trasladan a lo que se ve en la pantalla, y, pese a que el resultado no sea exitoso a todos los niveles, está más despierto que todos esos filmes de ciencia ficción distópica de presupuesto medio que la plataforma ha ido sacando los últimos años.