Estaba claro que una serie de 10 horas sobre la figura de Michael Jordan y su era de dominación en la NBA con los Chicago Bulls sería un triunfo absoluto. ‘The Last Dance‘, la serie producida por ESPN que podemos ver en Netflix, entra de lleno en la leyenda sin esquivar los roces y los trapos sucios. Un documental apasionante.
Creerás que un hombre puede volar
Debemos estar agradecidos ante el brillante trabajo de investigación, documentación y acercamiento del documental dirigido por Jason Hehir, que se mete hasta el fondo en el pasado de la leyenda sin esconder los trapos sucios y unas tiranteces que aún no se han ido con el paso de los años. Sus problemas con los Pistons, con la directiva o con los entrenadores están sobre la mesa. Y los problemas y asuntos pendientes de Michael Jordan sobre la mesa son algo muy, muy jugoso.
Sostenido, de momento, sobre tres pilares fundamentales de ese equipo histórico, el triángulo formado por Jordan – Pippen – Rodman, además de la figura de Phil Jackson, el documental es un constante viaje de ida y vuelta, ascensos y caídas, individuales y colectivas, alrededor del mejor jugador de baloncesto de la historia de la humanidad. Pero no todo en Michael Jordan era luz divina. ¿O acaso algún dios ha llegado a serlo sin tener que pagar un precio?
Sin pelos en la lengua, desde su casa en la playa y con su inseparable cigarro habano en la mano (y un buen escocés al lado), Jordan mira hacia atrás sin ira, alabando el enorme esfuerzo realizado por parte de un equipo que arrimó el hombro y que lo elevó al cielo, precisamente, cuando empezó a confiar en sus compañeros.
El olimpo de los dioses
Pero si hay algo realmente estimulante en ‘The Last Dance’ es, precisamente, la desmitificación (en vano, porque tal cosa no es posible) del mejor jugador de la historia. Jordan pasó de máximo anotador eliminado a las primeras de cambio a liderar al mejor equipo de la historia del baloncesto. Y eso se debe, para empezar, a la bestial aportación de su escudero, Scottie Pippen. Desde abajo, desde la humildad y el recuerdo grato, el escolta del escolta recuerda sus viejas peleas contra el enemigo común que, por el momento, deja el documental.
Jerry Krause, el cerebro detrás de la organización, el hombre (no tan) en la sombra, fue el enemigo número uno de los jugadores. Empezando por un Jordan un tanto bully con un directivo que nunca dejó de creer en su filosofía: los equipos grandes se construyen con el trabajo de todos, no solo con los jugadores. Esa ideología se daba de bruces con los ideales de un jugador superlativo, irrepetible, que solo confiaba en el talento en la cancha para llegar a la gloria.
Tendremos que esperar hasta mediados del mes de mayo para llegar al final de este viaje lleno de nostalgia, zapatillas impresionantes, testimonios memorables y buen rollo. Por ejemplo, la tranquilidad con la que John Salley rememora el papel rastrero de sus Bad Boys (aunque la palma ahí se la lleva, cómo no, Isiah Thomas, otro gran enemigo de Air Jordan) o algunos de los relatos de periodistas de la época.
‘The Last Dance’ es un regalo, un homenaje a todos aquellos que volaron en los noventa, durante la última edad de oro de la NBA, antes de la conversión que sufriría más adelante y en la que ya todos los jugadores parecían atletas. Tal vez nuestros recuerdos no estén tan distorsionados. Tal vez aquella NBA estaba realmente a años luz de la actual.