A medida que pasan los días, en los futboleros crece inconscientemente la ilusión de recibir algún mensaje esperanzador, de alguna palabra que prometa el regreso de la pelota en una fecha más o menos cierta que les permita al menos soñar con el gesto cada vez más familiar de ponerse la camiseta del corazón y de sentarse frente al televisor para gritar muchos goles y festejar con amigos y familiares el ansiado triunfo.

Así como en el deporte más popular, algo similar sucede con los que anhelan celebrar un try o un buen tackle, o aplaudir un doble o un triple, o aprobar un certero golpe a la bocha que deje al arquero o a la arquera sin otro gesto más que el del lamento.

Ha pasado otra semana y el deporte, salvo unos pocos brotes verdes que ya se insinúan y que están siendo muy bien controlados, sigue acorralado en todos los rincones del planeta, siempre con la guardia alta, haciendo malabares para controlar el ataque desde cualquier lado y siempre sorpresivo de un adversario por ahora indescifrable, que utiliza sus mañas para producir un daño hasta ahora incalculable.

Volverá en una o dos semanas el fútbol en Alemania, banco de pruebas planetario, desde cuya experiencia el mundo deportivo sabrá si aplicando las normas antivirus en los entrenamientos y en los mismos partidos alcanza para jugar y, sobre todo, para entretener. Y, tanto como eso, para recaudar, una faceta ineludible en el deporte profesionalizado. En España ya se difundió la foto de Lionel Messi en el primer entrenamiento de Barcelona, motivo suficiente para encender calderas, frotar las manos y esperar que el balón ruede en la primavera ibérica.

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A propósito de recaudar: Javier Tebas, presidente de la Liga, dueño de un cargo similar al que ocupará Marcelo Tinelli en la futura Liga Profesional de Fútbol en Argentina, fue bien claro: “La vuelta al trabajo de los profesionales del fútbol supone la reactivación de un sector económico muy relevante en España que aporta el 1,37 por ciento del Producto Bruto Interno y genera 185 mil empleos”.

En Argentina, Claudio Tapia, presidente de la AFA, volvió a justificar el final de la temporada y la incertidumbre del regreso del fútbol. Y a la vez pidió un gesto de solidaridad a los jugadores en estos tiempos de escasez generalizada. “Si no sabemos cuándo volvemos, no podemos seguir pagando lo mismo”, avisó. Según él, los clubes que practican fútbol profesional o semiprofesional en Argentina tienen 39 mil empleados.

Fútbol-industria; fútbol-negocio; fútbol-trabajo; fútbol-entretenimiento. Todas las facetas de esta disciplina están siendo dañadas por la pandemia. Y también está su costado amateur, como el que expresan la natación, el rugby, el básquetbol, el hockey, el handball y tantas otras expresiones más. La guinda, la bocha, la naranja; son los rostros menos conocidos por ser menos populares pero no por eso enormemente practicados por multitudes distribuidas en clubes que en Córdoba apenas sobreviven por la inactividad, mientras unos pocos empleados le afeitan el césped a sus canchas como para que su semblante no exprese la agonía.

Por un lado, el deporte superprofesionalizado. Por el otro, el deporte amateur. Muchos lo practican, muchos lo disfrutan, muchos lo agradecen. Por eso hay que salvarlos. Sin distinción de clase.

Edición Impresa

El texto original de este artículo fue publicado el 10/05/2020 en nuestra edición impresa.

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