Los colegios, más allá del club de barrio, son el primer lugar donde muchos niños y niñas tienen contacto por primera vez con las actividades deportivas. Y si bien con el tiempo se fue modificando por recomendaciones del Ministerio de Educación, todavía hoy se dividen en actividades “para nenas” y otras “para nenes”. Desde temprana edad se crean estereotipos de género en relación al deporte que en el futuro se convierten en desigualdades difíciles de saldar.

Lo mismo pasa cuando una niña de 6 o 7 años quiere jugar al fútbol o básquet, por nombrar dos, y para los padres se convierte en una odisea encontrar un lugar donde la acepten. Además, la accesibilidad a estas instituciones tiene mucho que ver con las regiones, los traslados y las posibilidades en familias donde ambos padres trabajan. Al revés, sucede lo mismo con otras actividades como danza, patín, voley o hockey sobre césped.

Muchos profesionales de la educación física sostienen desde hace un tiempo la necesidad de empezar a tratar a la iniciación deportiva como una etapa mixta. Hasta los 12 años, dicen lo especialistas, no habría ninguna razón biológica para dividir a niños y niñas. Esta unificación traería un sinnúmero de beneficios deportivos, físicos y psicológicos.

Por un lado, se reduciría la exclusión de las mujeres en deportes asociados a lo “masculino”. Lo mismo para los varones en aquellas actividades consideradas “femeninas”. Al incluirse a todos en una misma categoría, se acabaría el problema de la falta de competencia que hay en diversas actividades porque no existen muchos equipos en determinada ciudad o provincia. Finalmente, contribuiría a deconstruir estereotipos de género durante el proceso de formación de niños y niñas. Esa convivencia, experiencia e intercambio es un elemento invalorable en la socialización inclusiva de las infancias.

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Martina Raspo, una niña de nueve años de Morteros, fue noticia porque pedía que en la Liga Regional de San Francisco la dejen jugar por los puntos. Ella entrenaba con sus compañeros en el equipo de Tiro Federal pero, a la hora de competir, el reglamento la excluía. Gran parte de las jugadoras argentinas que hoy triunfan en Europa y en la selección comenzaron jugando con varones. Así se formaron y los frutos se ven. Pero dependieron de una decisión para que las puertas se les abran.

La entrenadora de la selección femenina de fútbol sub 15 y 17, Barbara Abot, le dijo en una oportunidad a Mundo D que la iniciación en ese deporte debe ser mixto. Desde su proyecto de formación es difícil captar jugadoras que hayan transitado el camino completo de inferiores. Por ello, al no haber diferencias físicas, juntar a niños y niñas en la práctica parece una solución con muchas bondades.

Esto no va en detrimento, por ejemplo, de las escuelas de fútbol femenino que año a año surgen en Córdoba. Son necesarias como espacio para que las niñas disfruten de manera segura y sin discriminación.

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En la cancha auxiliar del Mario Alberto Kempes funciona la escuela de fútbol de la Agencia Córdoba Deportes, donde trabaja Romina “Pepa” Gómez, de Belgrano. Allí pueden asistir niñas y niños, entrenando todos juntos sin distinciones. La experiencia, contó la enganche del Pirata, no arrojó más que resultados satisfactorios para ambos. Será cuestión de revisar reglamentos y abrir cabezas, buscando un entorno más inclusivo para las infancias.

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