A veces, en el Mundo Talleres no suele haber lugar para todos. Hasta 2019, Franco Malagueño estaba feliz. Siendo un pibe de 20 años había sido bicampéon de la reserva albiazul (primero bajo la dirección técnica de Lucas Bovaglio y, luego, con Walter Lemma) y eso le había la proyección para entrenar con el plantel profesional que estaba a cargo Juan Pablo Vojvoda, el entrenador que más juveniles hizo debutar en la era Fassi. 

Es más, como Talleres estaba jugando la Copa Libertadores, debía presentar un equipo alternativo en la Superliga. Y fue así que el 9 de febrero del año pasado, el primer equipo albiazul se presentó ante Atlético Tucumán, en el Monumental José Fierro. Malagueño fue uno de los titulares y junto con Renzo Paparelli (hoy en Atenas de Uruguay) y Federico Navarro, tuvieron su estreno oficial en el primer equipo. Y todos tuvieron un buena presentación. También logró completar sus estudios y fue saludado en las redes del club. 

Sin embargo, desde ese momento y hasta hoy, empezó un camino descendente que terminó con la libertad de acción del club que lo vio nacer. Al lateral le costó aceptarlo, pero decidió arrancar nuevamente. Sí, un duro camino, pero novedoso y que le va a permitir templar su ánimo. 

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Hace unos días, Malagueño firmó contrato con Fenix (sumó 14 refuerzos), que milita en la Primera B Metropolitana y que terminó último.

¿Quién dijo que sería fácil? 

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