Javier Mascherano anunció su retiro de la práctica activa como futbolista profesional, tras una carrera de 17 años que lo vio pasar por River Plate, Corinthians de Brasil, West Ham de Inglaterra, Liverppol de Inglaterra, Barcelona de España, Hebei China Fortune y Estudiantes de La Plata.

Por supuesto, también en la selección argentina, donde se transformó en símbolo y dejó un legado, más allá de no haber podido ser campeón con la albiceleste. Igual, un campeón sin corona, aunque no es para menospreciar que tiene dos medallas de oro en Juegos Olímpicos (Atenas 2004 y Biejing 2008) con el equipo nacional.

¿Y ahora?

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¿A qué va a dedicar su vida? Es el gran interrogante que todos los deportistas se hacen, una vez que saben que su tiempo dentro del campo de juego se va acabando. Por lo pronto, Mascherano tiene parte de su vida ya destinada al vínculo con el fútbol por dos aspectos: lanzó recientemente su propia academia y ya está recibido como director técnico en la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino y está en condiciones de entrenar a un equipo profesional.

Claro que a lo largo de su extensa carrera, “Masche” pudo ganar importantes cifras por sus contratos con los clubes para los que jugó y también por lo que percibió por sus contratos privados por indumentaria y el uso de su imagen a nivel publicitario.

De todos modos, eso también le reportó algunos dolores de cabeza, ya que tuvo que dar explicaciones a las autoridades de España y de Estados Unidos.

Problemas

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Mientras jugaba en Barcelona, debió aceptar abonar al fisco español 2.566.353 euros por impuestos adeudados entre 2011 y 2015, intereses y multa por su contrato con Nike que no reportó ante Hacienda española y que había simulado a través de una sociedad en Miami y la sesión de su imagen a una firma pantalla en la zona franca de Madeira (Portugal). La razón fue que los impuestos eran bastante más baratos en territorio luso que en el español.

Sin embargo, para evitar ir a juicio y poder sufrir una pena de un año de prisión, el argentino se declaró culpable y aceptó para el monto anteriormente mencionado.

Recientemente, salió a la luz otra situación que lo involucró. Un movimiento de cuenta despertó la atención de la Unidad de Inteligencia Financiera del Tesoro de los Estados Unidos (FinCEN, según su sigla en inglés). Se trata de una investigación global que posó su mirada sobre unos 2.100 registros de actividades consideradas sospechosas que fueron reportadas por bancos de Estados Unidos.

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En el caso de Mascherano, una cuesta a su nombre giró poco más de un millón de dólares entre 2015 y 2016, a través de cuatro movimientos, según lo revela una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación. La suma no es tan llamativa, pero sí el curso que la misma tomó. El detino final fue Uruguay, donde Mascherano realizó dos inversiones: la compra de un terreno en José Ignacio (para ser loteado y vendido) y la adquisición de un edificio en Punta Carretas, Montevideo, que hoy es alquilado por la embajada de Chile en ese país.

El problema es que ese dinero pasó por varios lugares desde que inició su trayecto en Islas Vírgenes hasta que arribó a una entidad bancaria uruguaya: en el medio, el dinero pasó por dos entidades más de Estados Unidos y por una de Portugal. La investigación es saber por qué aparence firmas off shore en todo este movimiento, aunque desde el entorno del exjugador afirman que Mascherano no estaba al tanto de ese movimiento, que delegó a una consultora para poder realizar las inversiones en Uruguay.
Al margen de esto, todo parece indicar que el futuro de “Masche” seguirá siendo ligado al fútbol.

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