Vemos un Talleres de sueños que se convirtieron en realidad. El más importante fue el colectivo de ser líder en la Copa Liga Profesional, en un grupo llamado de “la muerte” y después de haber cumplido con la mayoría de los objetivos de juego contra rivales como el ensamblado Newell’s, el campeón Boca y un rápido Lanús. Está claro que fue posible por el rendimiento de casi todos los elementos utilizados por “el Cacique” Medina.

Desde los cinco titulares del 11 anterior, hasta los suplentes y juveniles que tuvieron una chance ante el éxodo masivo del plantel –el objetivo prioritario del club fue económico, por lo que se fueron 13 jugadores entre ventas y cesiones, y recién volvería a ser deportivo para la Sudamericana 2021– hasta los refuerzos que llegaron antes y después del debut con Newell’s cuando la directiva se dio cuenta que Talleres podría dar pelear en una Copa Liga Profesional con un gran botín: el pase a la Libertadores 2021 y un título oficial que el fútbol de Córdoba no tiene.

Veamos esas respuestas individuales. Caranta fue de menor a mayor por el estímulo de querer retirarse así, pero también porque quien lo exige es Marcos Díaz, campeón con Boca; Tenaglia y Díaz maduraron y aportan tanto en la marca como en ataque; Pérez superó sus dudas y Komar volvió a ser capitán; Federico Navarro se recuperó del todo y fue un buen pasador como fueron Cubas y, antes, Guiñazú; Pochettino hizo jugar a Talleres en soledad o acompañado; Valoyes mantuvo el nivel, y así…

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¿Y los que vinieron? Soñora iba a ser titular tras regresar de Arsenal, pero como suplente demostró que pesó en el juego (acompañando a “Poche” con Newell’s o solo ante Boca) y en la red. Fragapane y Parede se sacrificaron para recuperar, pero también sumaron al juego; Auzqui aportó gol y Mac Allister se batió codo a codo igual que Navarro o Méndez.

¿Y “el Cacique”? Se arregló con lo que tuvo, más allá del faltante en algunas posiciones y con tres juveniles incorporados (Hincapié, Lago y Córdoba). No se quedó en la reflexión del Talleres de “la paciencia”. Trabajó doble por esa responsabilidad que asumió en un club que exige todo, más allá del plantel que tenga.

Igualmente, le insistió al presidente Andrés Fassi que debían llegar tres jugadores más. Fassi había resuelto que sería un Talleres “de transición” y cuya versión final se vería en la justa internacional con “otro recurso económico”. Lo importante no fue saber quién tenía razón, sino el producto. Fassi le trajo al DT cinco jugadores, dos más que los solicitados.

Así llegó Talleres a la condición de puntero. Fue más rápido de lo esperado, pero más temprano por la convicción de los propios de que sería posible y de los que llegaron con un aporte de peso. Empezar a jugar como tal exige más respuestas colectivas e individuales. No basta con las actuales porque, además, vienen momentos de definición y en los que virtudes y limitaciones vuelven a ese duelo interno que hasta ahora logró ganar. Ahí está ahora.

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El texto original de este artículo fue publicado el 19/11/2020 en nuestra edición impresa.

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