Si algo nos han enseñado este año 2020 y la pandemia que ha marcado los últimos diez de sus doce meses, es que la vida a partir de ahora será muy distinta a lo que estábamos acostumbrados. El aún abstracto concepto de “nueva normalidad” se cierne como una sombre sobre todos y cada uno de los elementos que conforman la sociedad moderna, y esto se extiende a un mundo del cine cuyos patrones de producción, exhibición y consumo, podrían experimentar cambios drásticos e irreversibles.
Después de que Universal Pictures abriese nuevas vías a las ventanas de distribución con su lucrativo lanzamiento en PVOD de ‘Trolls 2: Gira mundial’ y de que Disney optase por maniobrar de forma similar con el estreno de ‘Mulan’ en su plataforma de streaming, la compañía WarnerMedia ha dado un nuevo golpe de efecto de una escala aún mayor que la de sus competidores, optando por estrenar de forma simultánea en cines y en su servicio HBO Max sus títulos previstos para 2021.
Cuando Warner anunció que tomaría este camino con la inminente ‘Wonder Woman 1984’, muchos interpretamos que se trataba de una medida excepcional en busca de capear la temporada navideña como buenamente se pudiese. A priori, no había de qué preocuparse, pero el hecho de que vaya a aplicarse la misma estrategia con taquillazos potenciales de la talla de ‘Matrix 4’, ‘Dune’ o ‘Godzilla vs Kong’ comienza a provocar ciertos recelos para todos aquellos que defendemos las salas de cine como la forma idónea de disfrutar de un largometraje.
Más allá de arrojar algo de luz a un futuro que, con las salas de proyección a medio rendimiento por las restricciones para combatir la propagación de la COVID-19, continúa siendo incierto, esto no hace más que suscitar nuevas preguntas. ¿Qué va a ocurrir a partir de ahora? ¿Supondrá esta nueva ventana un nuevo estándar? ¿Cómo va a verse alterado el modelo industrial tal y como lo conocemos? Por el momento, sólo podemos teorizar, ya que circulamos por terrenos particularmente volátiles y delicados.
Riesgos, pérdidas potenciales y fechas enfrentadas
Sin lugar a dudas, una de los primeros interrogantes que surgen al conocer este sistema de estreno simultáneo es cómo afectará económicamente a la división cinematográfica de Warner. A priori, si se ha optado por una táctica tan agresiva es porque se espera cierta viabilidad económica y, sobre todo, un impacto positivo sobre la división de streaming de la compañía, cuya plataforma HBO Max está muy necesitada de grandes títulos que atraigan a nuevos clientes.
La situación actual de los recintos de exhibición en Estados Unidos —extrapolable en cierto modo a la española— ha sido uno de los principales impulsores para adoptar estas medidas, a priori, extraordinarias. Mientras hay voces, principalmente las de los dueños de salas de cine, que confían que en verano confían que sus negocios comenzarán a mostrar una recuperación plena de sus actividades, los analistas de Warner tienen una perspectiva mucho menos halagüeña.
Así lo recoge The Hollywood Reporter a través de unas declaraciones en las que Toby Emmerich, presidente de Warner Bros. Pictures., estima la fecha de reapertura de cines y justifica la decisión.
“Estamos emocionados con las vacunas y los programas que van a distribuirlas, pero hablando con los epidemiólogos con los que hemos estado consultando, parece que será de cara al final del año [2021] cuando los cines y los teatros de Broadway vuelvan a la normalidad. Podría ser un tiempo muy largo. Pensamos que era mejor garantizar el mayor número de películas posible para el mercado cinematográfico internacional para que los cines puedan permanecer abiertos sabiendo que tienen producto en camino”.
A pesar de la seguridad de las palabras de Emmerich, las cifras que ha puesto sobre la mesa Craig Moffett, socio fundador de la firma MoffetNathanson, son, cuanto menos, preocupantes para WarnerMedia. Según el analista, defensor de la idea de que el mercado está mostrando una preferencia por estrategias digitales arriesgadas y grandilocuentes como la que nos ocupa, la compañía podría enfrentarse a pérdidas de 1.200 millones de dólares anuales.
Para compensar este saldo negativo, que sería, en parte, consecuencia de la pérdida de ventanas de exhibición tradicionales, la plataforma HBO Max debería incrementar su número de suscriptores anuales base en la friolera de 8.4 millones. Ahora queda por ver si sus 17 largometrajes con estreno previsto para 2021 son lo suficientemente atractivos como para atraer a los suficientes nuevos clientes.
Muestras de inquietud
La preocupación e incertidumbre por parte del gremio de exhibidores es tan comprensible como obvia, dando muchos por descartado un regreso al modelo de 90 días de ventana tradicional previa al lanzamiento en plataformas. Sin ir más lejos, el presidente ejecutivo de AMC, Adam Aaro, ha manifestado abiertamente su molestia frente al plan de choque de Warnermedia:
“Claramente, Warner Media pretende sacrificar una parte considerable de la rentabilidad de su división cinematográfica, y la de sus socios de producción y cineastas, para subsidiar la puesta en marcha de HBO Max. En cuanto a AMC, haremos todo o que esté en nuestra mano para asegurarnos de que Warner no lo haga a nuestra costa. Buscaremos con agresividad acuerdos económicos que preserven nuestro negocio”.
Lo que sí resulta más chocante es que sean otros miembros de la industria de la producción quienes, de forma anónima, estén expresando su inquietud con sentencias tan agoreras como “Si Disney sigue este modelo de algún modo, las salas de cine están acabadas”.
A opiniones tan drásticas como esta, habría que sumar el descontento generalizado por la presunta falta de comunicación de Warner. Según recoge el medio Vulture a través de una fuente anónima, los estudios Village Roadshow y Legendary Pictures —responsables de ‘Matrix 4’ y ‘Godzilla vs. Kong’ respectivaente— no fueron consultados, ni tan siquiera avisados del cambio de planes.
Para mayor muestra del enfado generalizado, algunos cineastas responsables de los títulos afectados compartieron mensajes con compañeros y ejecutivos de estudios rivales en los que se puede leer “Es ridículo que ni tan siquiera hayan llamado por teléfono” o “No han intentado tan siquiera ponerse en contacto, y simplemente asumen que estaríamos de acuerdo”; quejas que, más allá del tamaño de la pantalla en que se verá su obra, podrían estar ligadas a los cambios en los contratos y sistemas de pago a técnicos y artistas —incluyendo intérpretes— derivados del cambio de modelo de distribución.
La bola de cristal
A título personal, dudo profundamente que en WarnerMedia hayan decidido dar un salto al vacío tan arriesgado sin haberse cerciorado de tener una red de seguridad sólida y estable bajo sus pies. No obstante, antes de sacar conclusiones precipitadas y hacernos una idea sólida del escenario venidero en términos industriales, debemos esperar a comprobar qué ocurre con ‘Wonder Woman 1984’ y su recepción tanto en cines como en HBO Max.
De salir mal el experimento con la mujer maravilla, es muy probable que en Warner se vean obligados a reestructurar nuevamente su calendario y barajar tomar caminos alternativos al planeado actualmente. Por otro lado, si la amazona de Gal Gadot obtiene resultados satisfactorios, el futuro del séptimo arte podría ser muy diferente al actual, tanto para los creadores y ejecutivos, como para el público.
Tal y como ocurrió cuando se anunció el estreno simultáneo de ‘Wonder Woman 1984’, no dudo en celebrar que los espectadores tengan varias opciones de satisfacer sus necesidades personales en tiempos de pandemia, ya sea viendo sus títulos más esperados en la comodidad de casa o en el incomparable marco que ofrece una sala de cine bien equipada; pero la simple idea de que esto se convierta en un nuevo estándar, invita a temer por estas últimas.
A fecha de hoy, y con la información de la que disponemos, resulta complicado aventurarse a especular sobre qué le depara el porvenir al negocio de la exhibición tradicional sin caer en lo casi distópico. Pero lo único que extraigo en claro de todo esto es que, de prosperar la maniobra de Warner y HBO Max, ver películas en pantalla grande terminará convirtiéndose en un privilegio.
Al igual que el cine supo sobreponerse a la televisión con los grandes formatos y los espectaculares aspect ratios panorámicos, las salas tendrán que volver a adaptarse para sacar a la gente de casa para, en esta ocasión, ver la misma película que podrían disfrutar desde el sofá del salón. Brindar una experiencia premium que compense el precio que las salas se verían obligadas a cobrar para poder subsistir en el potencial nuevo escenario.
Puede que, incluso, esto lleve a una vuelta atrás para el negocio, que opte por hacer desaparecer progresivamente el concepto “multisala” para regresar a las pantallas únicas: gigantes, bien equipadas, con sistemas de sonido calibrados adecuadamente, con asientos cómodos y —por favor— con acomodadores que se aseguren de que la proyección va sobre ruedas.
Esto podría condenar a las pequeñas y medianas producciones a la distribución en streaming y al circuito de festivales, limitándose la experiencia cinematográfica a los “largometrajes evento” que aseguren beneficios y recintos llenos hasta completar el aforo; lo cual supondría un nuevo hachazo a una creatividad que ya se ha visto mermada lo suficiente —y a pasos agigantados— durante la última década.
Como rezaba el disco de Siniestro Total, ‘Ante todo mucha calma’. Un futuro incierto siempre empuja a proyectar nuestros pensamientos más oscuros, así que, de momento, vamos a esperar a ver qué nos deparan los próximos dos o tres meses antes de empezar a llevarnos las manos a la cabeza. Ya tendremos tiempo de sobra para ello.