“Valores respaldados por hipoteca, préstamos no preferentes, tramos… Es bastante confuso, ¿verdad? ¿Te aburre? ¿Te hace sentir estúpido? De eso se trata. Wall Street adora usar terminología complicada para hacerte creer que sólo ellos pueden hacer lo que hacen. O, todavía mejor, para que no les toques los cojones”.
Si, como un servidor, sólo tenéis una vaga —vaguísima— idea de cómo funciona el mundo de las finanzas, es posible que os sintáis muy identificados con las palabras que enuncia el personaje de Ryan Gosling durante el primer acto de la soberbia ‘La gran apuesta’; especialmente habéis pasado los últimos días intentando comprender el gran bombazo bursátil del momento.
Me estoy refiriendo, por supuesto, a la revolución que ha surgido en Reddit a lo largo de la semana pasada y que ha puesto contra las cuerdas a varios fondos de inversión bajistas. Un movimiento compuesto y organizado por ciudadanos de a pie; simples aficionados que han demostrado a los peces gordos que su lenguaje específico no es tan complicado y que, si quieren, pueden, en efecto, “tocarles los cojones”.
En resumidas cuentas, lo que los redditors de r/wallstreetbets han hecho ha sido comprar masivamente acciones de compañías como GameStop o BlackBerry para inflar su precio y golpear duramente a los bajistas que, dicho llanamente, apostaban “en contra” —cuanto más bajo estuviese el precio de las acciones, más beneficios obtenían—. ¿El resultado? Inversores en corto viéndose forzados a inyectar cifras multimillonarias para evitar la quiebra y entidades como la cadena de cines AMC salvándose de la bancarrota.
El cazador cazado
Si he optado por simplificar la situación es por que, como cabe esperar de una web como Espinof, estamos aquí para hablar de cine. Y, ¿cómo enlaza todo esto con nuestro adorado séptimo arte? Pues bien, resulta que en medio de todo este sarao económico se encuentra Michael Burry; el gestor de fondos de cobertura que pronosticó el colapso inmobiliario de 2007 y que optó por invertir en corto en el mercado hipotecario estadounidense.
Tras el ascenso meteórico de las acciones de GameStop, el señor Burry, cuyo fondo de inversión está compuesto en, aproximadamente, un 13% de acciones de —oh, ironía— GameStop, se ha rasgado las vestiduras, calificando la situación de “antinatural, demencial y peligrosa”. Y es entonces cuando los astros se alinean para recordarnos que este tiburón de Wall Street fue interpretado por Christian Bale en 2015 en la mencionada ‘La gran apuesta’.
Me encantaría decir que la película de Adam McKay, ganadora del Óscar al mejor guión adaptado y nominada a otras cuatro estatuillas, aunque verse sobre maniobras similares a la del caso que nos ocupa, ayuda a comprender lo que está ocurriendo actualmente; pero, por mucho que tenga a Margot Robbie en una bañera hablando —más o menos— en cristiano, continúa resultando tan confusa como el primer día.
Lo que continúa haciendo a las mil maravillas es alimentar el cabreo generalizado con el que muchos continúan lidiando años después de la estafa explosión de la burbuja del ladrillo. Una situación derivada de unas malas praxis que, tal y como apunta el filme con esa acidez marca de la casa que más tarde volvería a deleitarnos en ‘El vicio del poder’, terminó pagando el ciudadano de a pie.
Enfados aparte, y ciñéndonos a lo estrictamente cinematográfico, ‘La gran apuesta’ es una muestra de libertad formal y creativa envidiable que combina el entretenimiento más puro —su sentido de la comedia, sus diálogos, su montaje picado y su ágil estilo de documental ficcionalizado así lo demuestran— con una voluntad divulgativa que, dada la complejidad del tema a tratar, convierte el visionado en una experiencia tan exigente como satisfactoria.
Es posible que dentro de unos años Hollywood se atreva a dar el paso de retratar en un largometraje esta cruzada del ciudadano de a pie, que algunos de sus soldados califican como una “lucha de clases”; incluso puede que sea el propio McKay quien se ponga tras las cámaras —soñar es gratis—, pero, mientras llega el momento, una de las mejores cosas que podemos hacer es una sesión doble impagable compuesta por una realidad que cada vez parece más una obra de ficción, y esta pequeña joya.