Sería muy arriesgado asegurar que se trata de una tendencia. Más bien podría hablarse de una curiosa casualidad que hoy los une. Por estos días, Talleres y Belgrano han confiado la conducción de sus equipos futbolísticos a dos entrenadores de corta trayectoria y con pasaporte uruguayo.

Alexander Medina y Alejandro Orfila son la apuesta de dirigencias que encontraron en dos técnicos foráneos la posibilidad de cubrir vacantes acomodándose a su realidad presupuestaria. La fórmula es sencilla: profesionales de breve CV, pero con un respaldo de seriedad y resultados para sus escasos antecedentes.

Alexander Medina. Arribó en 2019 para encarar una interesante carrera en la “T”. (Facundo Luque)

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Para “el Cacique” Medina (nacido en Salto, el 8 de agosto de 1978), Talleres representó su segunda oportunidad de ponerse al frente de un plantel, luego de que en diciembre de 2017 tuviera su chance con Nacional de Montevideo. Con el Tricolor rápido celebró el primer título de su carrera como entrenador, después de archivar los goles de su etapa de futbolista. El 6 de junio de 2019 asumió en Talleres, en reemplazo de Juan Pablo Vojvoda y lo hizo con el pie derecho: triunfo 1-0 sobre Vélez, en el inicio de la Superliga 2019/20.

Alejandro Orfila. Llegó con el desafío de ascender a Belgrano a Primera División. (Prensa Belgrano)

No es mucho más extensa la campaña de Orfila (Montevideo, 18 de mayo de 1976), quien se estrenó como DT en el ascenso, para conducir a Comunicaciones en 2017. Su foja de servicios se agota con otros pasos por Ferro, Atlanta y Defensor Sporting de su país natal, desde donde llegó a Belgrano para intentar llevar a buen puerto al bergantín pirata. Por ahora, un par de resultados positivos le dan margen para alimentar la expectativa.

Historias parecidas para dos clubes donde la abrumadora mayoría de sus técnicos han llegado desde Buenos Aires o Rosario. Romper con esa tradición y ese automatismo sólo estaba reservado para los períodos de crisis, donde los “créditos locales” o los “hombres de la casa” llegan para cumplir su tarea de “bombero” para apagar incendios.

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Muy pocos de otro país

Para buscar registros de entrenadores extranjeros ejerciendo en Córdoba es necesario recurrir a la lupa. Casi no se encuentran y los pocos que pasaron por nuestras canchas lo hicieron de manera fugaz, sin gloria y hasta con pena.

Alguna vez, entre marzo y mayo de 2003, Talleres le dio el traje de entrenador al uruguayo Luis Cubilla, quien resultó una fuente inagotable de anécdotas y pintorescas notas periodísticas, pero apenas resistió ocho partidos en el banquillo. Había llegado con una cláusula de rescisión en caso de recibir una oferta superior y la ejecutó cuando todavía ni se había acomodado en la ciudad. Se marchó a Olimpia de Paraguay, tras dejar una marca de dos victorias, dos empates y cuatro derrotas.

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Belgrano también tuvo su toque “oriental” con Luis Ernesto Sosa, en 2010, aunque “el Chiche” ya era un cordobés más después de su dilatada campaña como jugador en el club de Alberdi. Identificado como pocos con el Celeste, su oportunidad fue en un panorama desolador, con el equipo en el fondo de la tabla de la B Nacional. Reemplazó a Jorge Guyón y se alejó cuando en el receso, al cabo de 10 partidos, en los que reacomodó al equipo con cuatro triunfos, tres empates y otras tantas caídas. Su sucesor, Ricardo Zielinski, terminó de consolidar la reacción y llevó a Belgrano a Primera tras el histórico ascenso ante River.

Instituto era, hasta antes de la llegada de Medina y Orfila, el club que más había recurrido a entrenadores extranjeros, también de la misma nacionalidad: uruguayos. De hecho, hizo punta con Nelson Pedro Chabay en el Nacional de 1983, pero su experiencia no fue muy alentadora. De entrada el equipo sumó un par de victorias, pero enseguida sobrevinieron siete derrotas y un empate que le mostraron la puerta de salida.

En septiembre de 2004, la dirigencia albirroja apostó por Luis Garisto tras la salida de Héctor Rivoira, quien había renunciado después de seis caídas consecutivas. Pero bajo su mandato, la mejora de resultados no fue la esperada y se marchó al cabo de 16 partidos, con apenas dos ganados, siete empatados y siete perdidos.

Hoy, Medina y Orfila parecen dispuestos a cambiar la suerte de los entrenadores uruguayos entre nosotros. Ambos, con carreras en ascenso y toda la fuerza del empuje inicial, tienen el crédito abierto para hacer historia con algo más que lo anecdótico de una simple coincidencia. 

Alexander Jesús Medina Reobasco (42). Nació el 8 de agosto de 1978) en Salto, Uruguay. Fue un delantero que jugó en Huracán Buceo, Central, Español, Liverpool, Nacional, Cádiz, Racing Ferrol, Arsenal de Sarandí, Unión Española, River (U) y Fénix. Dirigió en Nacional y desde 2019 está en Talleres.

Alejandro Miguel Orfila Colmenares (44).Nació el 18 de mayo de 1976 en Montevideo. Volante, jugó en Miramar, Cerrito, Italiano, Temperley, Brown, Tristán Suárez, Morón, San Carlos, Barracas, Colegiales, Talleres (RdE), San Telmo, Sacachispas y San Miguel. DT: Comunicaciones, Ferro, Atlanta, Def. Sporting y Belgrano.

El primero, un húngaro

El fútbol cordobés está cargado de esas historias anónimas y casi desconocidas que cada tanto salen a la luz. Y en la búsqueda de directores técnicos extranjeros, apareció la de Jozsef Korein, un multifacético húngaro que en nuestro país se mostró en sus versiones de jugador, árbitro, entrenador y hasta de escritor de libros sobre técnica, táctica y estrategia.

Korein era arquero, llegó al país integrando el seleccionado de su país en una gira por Sudamérica y luego de una breve actuación en Checoslovaquia, Austria y Peñarol de Montevideo. A la búsqueda de club para conseguir sustento económico, se probó en equipos de Buenos Aires y finalmente pasó a integrar el plantel de Racing de Avellaneda (1926-27, 39 partidos), donde brilló en su puesto. Fue tapa de la revista El Gráfico, la mayor distinción deportiva para la época.

Retirado de la práctica activa, fue técnico de Independiente y también se desempeñó como árbitro de la AFA. Más tarde se radicó en Villa Carlos Paz y sumó su aporte a la Asociación Cordobesa de Árbitros, además de incorporarse al plantel estable de árbitros de la Liga Cordobesa. En esa función, dirigió el clásico que Belgrano le ganó a Talleres 3-2 por la segunda fecha del Oficial de 1945.

Fue técnico de Instituto, con el cual festejó el título del Preparación de 1948. También entrenó brevemente a Racing y Talleres, y regresó por un segundo ciclo en la Gloria, en 1951. Escribió varios libros relacionados a técnica, táctica y estrategia.

Murió en Villa Carlos Paz el 1º de noviembre de 1966, a los 65 años.

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