Ya han pasado dos semanas desde que la Academia norteamericana nos dejase comatosos con su 93 ceremonia de entrega de los premios Óscar; una gala soporífera, anticlimática y extraña —más allá del escenario pandémico— cuyo grotesco cierre, casi un coitus interruptus, en el que Anthony Hopkins se llevó el galardón al mejor actor, continúa trayendo cola.
Después de que Rob Mills, ejecutivo de Walt Disney Television —dueña a su vez de ABC, el canal que retransmitió el evento— se sumase al carro del “bien o mal, pero que hablen”, justificando el final de la emisión en base a la repercusión que ha terminado teniendo, ha sido Steven Soderbergh el siguiente en aportar sus dos centavos a la polémica.
“Siempre fue parte del plan”
El realizador de la gala ha explicado a Los Angeles Times que la idea de concluir con el premio al mejor actor estaba decidida desde antes de que se anunciasen las nominaciones, y que se mantuvo una vez Chadwick Boseman obtuvo la oportunidad de recibir el Óscar póstumo.
“Fue algo que íbamos a hacer antes de que se anunciasen las nominaciones. Hablamos sobre ello en enero. Creemos, y opino que no es algo infundado, que los discursos de los actores tienden a ser más dramáticos que los de los productores. Así que pensamos que podría ser divertirlo mezclarlo, sobre todo para la gente que no sabía lo que iba a pasar. Así que siempre fue parte del plan. Después, cuando salieron las nominaciones y existía una posibilidad de que Chadwick pudiese ganar de forma póstuma, nuestra sensación fue que si ganase y su viuda hablase en su nombre, no podía haber nada después, así que mantuvimos el plan”.
Para Soderbergh, una potencial victoria de Boseman hubiese hecho imposible continuar con la gala.
“No es que asumiésemos que Boseman fuese a ganar, pero si había una mínima posibilidad de que ocurriese, teníamos que tenerlo en cuenta. Hubiese sido un momento tan devastador que retomar la ceremonia después hubiese sido imposible”.
Finalmente, Anthony Hopkins se llevó el gato al agua por su magnífica interpretación en ‘El padre’; algo de lo que me alegro sobremanera. De lo que no me alegro tanto es de que el señor Soderbergh nos prometiese una gala lo más parecida posible a una película, y nos terminase administrando una dosis de anestesia que aún sigue provocando resaca.