HBO ha querido que nadie tuviera acceso al final de la tercera temporada de ‘Succession’ antes de su estreno, una señal de que se avecinaba algo gordo en en ‘All The Bells Say’. Y así ha sido, ya que este episodio ha servido también para cerrar una época en la aclamada serie de Jesse Armstrong y dejarnos con muchas dudas sobre lo que podría suceder de aquí en adelante.
Cuidado con los spoilers del final de la tercera temporada a partir de aquí.
Todo en la serie había girado hacia ahora sobre la decisión de Logan Roy sobre a quién de sus hijos iba a acabar cediendo el control de Waystar, dejando en todo momento claro que él siempre estaba un paso por delante y que incluso era capaz de reponerse de lo que podría haber sido un golpe letal. Si hasta se barajó en su momento que el personaje muriera en su primera temporada y ahí sigo vivo, coleando y dando una lección sobre quién tiene realmente el control de todo.
Nadie puede con Logan
Este final de la tercera temporada parece conectado de varias formas con el de la primera, tanto por el hecho de usar una boda como hilo conductor de algo mucho más grave como por el hecho de ver el desmoronamiento definitivo de Kendall, muy afectado principalmente esa muerte que pesa sobre su conciencia. Y es que puede que el personaje interpretado por Jeremy Strong quiera pensar que es una buena persona, pero tanto él como el espectador sabemos que no es el caso.
En otra serie, ese hundimiento de Kendall habría sido suficiente para construir el episodio, ya que ahí había una carga de tristeza demoledora que podría haber tenido mucha más presencia. Pero no en ‘Successión’, aquí es algo latente en muchos momentos hasta que llega un punto en el que todo explota primero para recordarnos el cariño que existe entre el trío de hermanos y luego para volver a dejarnos claro que a día de hoy siguen sin rivales dignos para su padre. Ni siquiera los tres juntos.
Sin embargo, Kendall es más una presencia en la sombra que cualquier otra cosa durante la primera mitad del episodio. Está ahí sin quererlo y parece una simple alma en pena que vaga por ahí mientras suceden otras cosas, suficiente para acabar provocando un comprensible enfado en Connor, el gran ignorado de los hermanos en todo momento. Tan intrascendente es en realidad que bastante alegría tiene ya con que Willa acepte casarse con él, aunque todos sepamos que eso vaya a acabar fatal.
El personaje realmente esencial aquí es Logan, y lo es por su ausencia, porque todos sabemos desde el momento en el que manda irse a Roman que algo trama, pero la serie desarrolla eso sin que veamos de nuevo al personaje encarnado por Brian Cox hasta ese demoledor desenlace. Ahí ‘Succession’ podría haberse centrado en el suspense y el frenesí que provoca en sus hijos para evitar quedarse fuera, pero tampoco es suficiente.
Pactando con el diablo
En ese tramo central en el que Logan puede moverse a sus anchas sin que sus hijos actúen -lógico que Shiv se cabree por enterarse tarde de la reacción de su padre ante la oferta de GoJo para hacerse con Waystar-, la serie opta por ese tono más distendido con una fuerte presencia de un humor muy característico que siempre ha sido vital para que no odiemos a sus protagonistas. Todos son despreciables en mayor o menor medida y aquí hasta el primo Greg ha completado su paso al lado oscuro -lo de arremeter contra Greenpeace capítulos atrás ya era muy mala señal- al aceptar la oferta de Tom, preguntándose para qué sirve el alma.
Y es que la lucha por el poder siempre ha sido una constante en la serie, con Shiv y Roman centrándose más en convencer a su padre de que ellos deberían sucederle, Kendall convertido en una especie de Sísifo -siempre esforzándose por tomar el control para que la cosa se desmorone cuando ya parece estar allí- y con nadie tomándose nunca en serio a Connor. Ahí la serie ha tendido a girar siempre sobre las mismas ideas, pero lo hacía de forma tan brillante, ingeniosa y entretenida que no daba la sensación de estar repitiéndose a sí misma.
De ahí que este final de tercera temporada tenga que ser el cierre de una etapa. Salvo gran sorpresa, ya ninguno de los hermanos tiene posibilidades de suceder a Logan al frente de Waystar, quedando además claro que su padre ha perdido totalmente la confianza en ellos con esa intensa secuencia que no dejaba de ser una especie de prueba para comprobar su lealtad. Ahí Kendall no ha salido perdiendo nada -aunque también es cierto que estaba en una posición lamentable-, de hecho al menos ha encontrado cierto equilibrio emocional, pero Roman y Shiv están bien jodidos.
Al principio de esta tercera temporada parecía que el duelo entre Logan y Kendall iba a ser el gran eje, pero el primero siempre se las ingenia para salir victorioso. Resulta difícil no acordarse aquí de ese momento hace varios episodios en el Tom decía a Kendall que no recordaba ni una vez en la que Logan fuese el que acabase jodido. Entre eso y el hecho de ser consciente de que Shiv no le valora, el personaje interpretado pro Matthew Macfadyen ha dado un golpe de estado silencioso. Ahora habrá que esperar hasta la ya confirmada cuarta temporada para ver si es capaz de sostener esa determinación o si acaba viniéndose abajo. Ojalá no tardemos mucho en poder hacerlo.