El cine nos ha dado incontables franquicias a lo largo de los años. Algunas tienen una popularidad enorme y tiene todo el sentido del mundo que hicieran varias secuelas, incluso cuando a menudo simplemente fue ir cuesta abajo. El caso de ‘El ataque de los tomates asesinos’ es mucho más particular, ya que quizá sea la única saga de la historia del cine en el que todas las continuaciones son mejores que la primera entrega.

‘Los tomates asesinos se comen Francia’ es la cuarta y última película de una saga que también tuvo una serie animada y varios videojuegos. Actualmente se celebra el 30 aniversario se su estreno y he querido recuperarla para explicaros por qué considero que es uno de los disparates más divertidos de la historia del cine.

Sin vergüenza alguna

Siendo justos, puede decirse que la franquicia se reinició con ‘El retorno de los tomates asesinos’, segunda entrega de la franquicia que hoy muchos recuerdan por contar con una de las primeras apariciones en la gran pantalla de George Clooney. Fue entonces cuando se introdujeron a Gangrena e Igor, los personajes interpretados por John Astin y Steve Lundquist, un dúo de villanos más patéticos que amenazantes que funcionaron a partir de entonces como gran hilo conductor de la saga.

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El otro gran elemento común de todas las películas de ahí en adelante es la presencia dominante de un humor absurdo muy identificable en el que todo parece estar permitido, hasta el punto de que romper la cuarta pared no es algo inusual, llegando incluso a bromearse con cambios de guion sobre la marcha porque alguno de los implicados no está satisfecho con lo que aparece en el mismo.

Tomates

Esto es algo que se remarca en ‘Los tomates asesinos se comen Francia’ desde los tronchantes títulos de crédito iniciales, donde ya aparecen varias bromas sobre la información que va apareciendo, dejando así bien claro el tipo de película al que nos enfrentamos. Luego todo acaba convirtiéndose en un despiporre, empezando por esa delirante secuencia de fuga de una cárcel francesa.

A partir de ahí lo que encontramos aquí es una película que se ríe de la cultura francesa hasta el punto de que algunos espectadores quizá acaben ofendidos. La cuestión es que aquí no hay ninguna intención de despreciarla, sino de valerse de ello para construir un espectáculo demencial en el que la cohesión argumental salta por los aires en beneficio de una avalancha de gags y situaciones disparatadas.

Todo vale para divertir

Los Tomates Asesinos Se Comen Francia Escena

Para ello, ‘Los tomates asesinos se comen Francia’ tampoco tiene problemas en saltarse la, por así llamarla, lógica interna de las anteriores películas. De ahí que los tomates hablen inglés cuando no lo hacían en anteriores entregas. No obstante, todo ello está avalado por los mismos guionistas de la mítica primera parte, con John DeBello asumiendo de nuevo la dirección, papel que desempeñó en las cuatro entregas.

Eso lleva a que ‘Los tomates asesinos se comen Francia’ sea una película sin el menor miedo a caer en el mayor de los ridículos. De hecho, es algo que incluso abraza en determinadas situaciones, en parte para no tener que gastar más dinero, pero también porque la sinrazón se convierte en su modo de vida, algo que se marca incluso con el gran héroe de la función interpretado por un Marc Price que en realidad desearía ser Michael j. Fox.

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Esa ya es la indicación que aquí están dispuestos a reírse de cualquiera, pues Price era principalmente conocido por sus apariciones en ‘Enredos de familia’, la serie en la que empezó a despuntar la carrera del protagonista de ‘Regreso al futuro’. Si ya de entrada te mofas de tu actor protagonista, ya te puedes imaginar lo que vendrá después.

Tomates Asesinos

La película incluso se permite juguetear con el mítico tema musical de la primera entrega para ajustarlo a diferentes situaciones, adquiriendo incluso tintes románticos. Luego es verdad que hay que enfrentarse a ‘Los tomates asesinos se comen Francia’ con una estado de ánimo particular. Yo recuerdo acercarme por primera vez a ella en un pase de madrugada en Antena 3 deseando ver alguna locura como la que ya presagiaba su título y no acabe para nada decepcionado.

Dicho de otra forma, si quieres buscar fallos en la película vas a encontrar tantos que su mera existencia acaba siendo una anomalía difícil de justificar. Pero lo que la diferencia de otros muchos disparates de los que acabas riéndote por no quedar otra opción -pienso por ejemplo en esa gran comedia involuntaria que es ‘The Room’-, es que aquí se busca de forma deliberada ese cruce entre absurdez y patetismo, hasta el punto de haber geniales ocurrencias como que haya visitas turísticas en la guarida de los malos.

En resumidas cuentas

Los Tomates Asesinos Se Comen Francia Imagen

Lo que también tengo muy claro es que ‘Los tomates asesinos se comen Francia’ no es una película para todos los gustos. Aquí en ningún caso podemos hablar de una delicatessen cinematográfico, pero sí de un fast food que jamás engaña y en más de una ocasión sorprende con sabores que no esperabas en una propuesta así. Eso me ha hecho repetir varias veces e imagino que más de uno de vosotros os sucederá lo mismo. El resto será mejor que ni os acerquéis a ella o simplemente la quitéis después de unos minutos. Eso es lo que hay y va a ir a más.