El estreno de ‘Scream’ es una ocasión de oro para hacer un pequeño repaso a la saga iniciada en 1996 con lo que parecía una pequeña película de terror más y que acabó convirtiéndose en un fenómeno irrepetible. Cuatro secuelas hemos podido ver ya en la gran pantalla y también una serie que demostró que el slasher no encaja muy bien en formato televisivo.
A continuación voy a repasar las cinco películas ordenándolas de peor a mejor, siguiendo para ello mi criterio personal, que en ningún caso quiero dar a entender que sea una verdad irrefutable. Donde sí creo que no hay duda alguna es en que la serie es lo peor de la franquicia con mucha diferencia, de ahí que haya preferido dejarla fuera.
‘Scream 3’
No es una mala película, pero sí una con ingredientes mucho más atractivos a la forma de manejarlos. Estoy convencido de que eso se debe a la salida como de Kevin Williamson y la entrada de Ehren Kruger, uno de los guionistas menos estimulantes de Hollywood. Con todo, el lado más humorístico de la parte meta funciona bien y sostiene la película en varios momentos.
Más allá de eso, todo tiende a ser un quiero y no termino de poder, desde esa subtrama adelantada a su tiempo sobre los abusos sexuales de los ejecutivos de Hollywood hasta el propio planteamiento y ejecución de los crímenes, uno de los grandes puntos fuertes de la segunda entrega. No faltan los buenos momentos por ese lado -me quedo sobre todo con el prólogo-, pero cuando más inspirada está, no alcanza a sus dos predecesoras, y en sus peores momentos resulta demasiado convencional para lo que era la saga hasta entonces. Por no hablar de un final que parece totalmente improvisado sobre la marcha...
‘Scream’ (2022)
Una secuela con alma de reboot que toma como gran referente la primera entrega para volver a explorar el componente meta de la franquicia pero saliéndose muy a menudo por la tangente. Novedades en sí mismas no puede decirse que traiga muchas más allá de los personajes que aparecen aquí por primera vez, ninguno de ellos especialmente memorable, pero sabe muy bien a lo que juega y cómo hacerlo.
Con buenas escenas de asesinatos, donde se recupera cierta dosis de crueldad que había ido decayendo con el avance de la saga, y un buen manejo del suspense alrededor de la identidad del asesino, es una más que digna sucesora que además mantiene su apuesta por vincular las motivaciones detrás de lo sucedido a temas suculentos.
‘Scream 4’
Probablemente la más divertida de toda la saga por potenciar a tope ese componente más juguetón desde el prólogo. Introduciendo el mundo de las redes sociales en este universo de forma bastante afortunada y con un reparto joven bastante bien escogido, aquí se opta por un añadir un toque de autoparodia que no es del gusto de todos pero que personalmente creo que ayuda a darle una energía diferente para no limitarse a ser más de lo mismo.
Y es que Kevin Williamson y Wes Craven eran conscientes de que los tiempos habían cambiado, por lo que funcionó en 1996 iba a sonar desgastado 15 años después, en parte por el aluvión de imitadoras. De ahí que sí que recuperen la esencia y hasta cierto punto la fórmula pero la manejen de otra forma e incluso se saquen de la manga unas nuevas normas.
‘Scream’
La original e irrepetible. Con uno de los mejores arranques de la historia del cine que ya sentaba las bases para todo lo que vendría después, Wes Craven encontró aquí un aliado de lujo en Kevin Williamson para expandir un enfoque que hasta cierto punto ya había adoptado en la infravalorada ‘La nueva pesadilla de Wes Craven’.
Una gran reinvención del slasher que seguía las normas del mismo pero al mismo tiempo se reía de ellas con un estilo juguetón que aún hoy resulta contagioso para el espectador. Es además uno de esos raros títulos que, por encima de sus virtudes y debilidades -que también las tiene, no lo neguemos-, tiene capacidad para dejar huella, sobre todo en lo referente a crear entusiasmo o como mínimo curiosidad hacia el cine de terror.
‘Scream 2’
He estado dudando hasta el último momento sobre si incluirla o no como la mejor de la saga. Es una continuación clara que depende de la primera en muchos aspectos, pero se permite ser mucho más verbenera y sangrienta desde ese arranque que es cierto que no tiene el mismo impacto que el de su predecesora por la falta de factor sorpresa -al final uno llega motivado con la idea de que esos personajes van a acabar de mala manera-, pero funciona de maravilla y sienta las bases para lo que está por llegar.
El ambiente universitario le sienta muy bien para idear y ejecutar unas escenas de asesinato muy satisfactorias, superando ahí sí a la primera entrega. Además en lo puramente argumental, incluyendo el desenlace, es una prolongación con todo el sentido del mundo, sabiendo manejar los recursos habituales de las segundas entregas en su beneficio. Si la primera era una gran presentación, ésta es una fiesta siguiendo el mismo camino y depurando algunos aspectos.
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