Resulta extraño, y no sé hasta qué punto incómodo, el ver ‘Servidor del pueblo‘ (Слуга народу) ahora que se estrena en Telecinco (y en Mitele). Sobre todo cuando la serie creada y protagonizada por Volodimir Zelenski, presidente de una Ucrania en trágica guerra, es una comedia política con referencias y pullas a Putin y otros mandatarios.

Desde luego hay un poco de sensaciones encontradas en este sentido. Si bien puede ser algo de valor histórico (o al menos así se pinta por algún que otro escribiente), en cuerpo y alma es una comedia política altamente simpática y con momentos tan sinceros como divertidos.

Así fue la carrera como actor y cómico de Volodímir Zelenski antes de gobernar Ucrania: la voz de Paddington y presidente de su país en una serie creada por él mismo

Otra cosa es el oportunismo del estreno en estos momentos. No solo por parte de Telecinco, ya que Netflix también ha aprovechado la ocasión en medio mundo. Un oportunismo cuya peor cara se plasma en la promo que ha hecho la cadena, con el mitad del “tráiler” aludiendo a la guerra entre Rusia y Ucrania.

El inesperado presidente

Pero vayamos a la serie en sí. En el centro se encuentra Vasily Petrovych Goloborodko (Zelenski), un profesor de historia cuyo exabrupto viral le lleva a alcanzar una gran popularidad y arrasar en las elecciones. Sin comerlo ni beberlo se verá escoltado y puesto al frente de su país.

Aquí podemos encontrar cierto salto de fe por parte del espectador porque el guion quiere jugar un poco al engaño pero no le sale bien. La presentación de Vasily como profesor al que le viene todo esto de nuevas se ve ligeramente contradicha con los pequeños flashbacks que van explorando momentos puntuales de los últimos meses.

Por otro lado, tenemos un segundo escenario en el que la serie abraza una comedia familiar con los padres (Viktor Saraykin y Nataliya Sumska), hermana (Kateryna Kisten) y sobrina (Anna Koshmal) del mandatario aprovechándose, sobre todo el padre, a una nueva vida de privilegios.

Una parodia más blanca de lo acostumbrado

Servidor Del Pueblo 2

Quizás lo que más llama la atención, acostumbrados a asociarlo automáticamente a ello, sea la ausencia de sátira en ‘Servidor del pueblo’ en pro de una parodia algo más blanca (y menos mordaz) sobre el gobierno. Sí que hay comentario social y algún que otro juego de palabras punzante (que, me temo, se perderá en la traducción al español), pero el núcleo es una comedia efectiva con estos dos escenarios (el político y el familiar).

Y es que, como el mismo título sugiere, la serie gira en torno a qué significa ser realmente un servidor del pueblo, en contraposición a ser un gerente sobredimensionado. Discurso que se apoya en el contexto de Ucrania en ese momento: una democracia “joven” (25 años desde el fin de la era soviética) y un pueblo algo cansado ya de la clase política y su corrupción. Esto incluye, también, los poderes en la sombra.

11 series políticas perfectas para colarse en la Casa Blanca (y en los "fregaos" de Washington)

A nivel de producción poco que destacar. Se nota que el presupuesto no es elevado pero lo que falta en medios técnicos se suple, o al menos eso creo, con una buena labor en el resto de terrenos. Sobre todo con el guion que, sin ser desternillante sí que logra causar alguna risotada.

Salpicada con ciertas dosis de surrealismo, ‘Servidor del pueblo’ logra conquistar al público gracias a la tesis por la que se rige: nos guste o no, la verdad es la verdad. Con esto en su base, Zelenski firma una comedia encantadora y muy entretenida.

No sé hasta qué punto podríamos hablar de una relevancia histórica para la serie. Sí que se entiende, de sobra, por qué está serie logró calar entre su público y que años después el propio protagonista esté en la vida real al frente del país. En el peor de los tiempos, sí, pero coherente con lo que intentó expresar en la ficción.