El escándalo Watergate es, valga la redundancia, el escándalo más icónico de la historia política de Estados Unidos. Cincuenta años después, hay un renovado interés en el caso con Starzplay estrenando ‘Gaslit‘, miniserie de ocho episodios que se centra en la figura de Martha Mitchell.
Con un reparto estelar formado por Julia Roberts como Martha y un irreconocible Sean Penn como su marido, el fiscal general John Mitchell, la serie está basada en el podcast ‘Slow Burn’, que propone contar el lado más desconocido de la susodicha trama de conspiración.
Tanto es así, que Richard Nixon no sale en ‘Gaslit’. Sí, es inevitablemente nombrado por los diversos personajes que pululan la ficción, pero lo que interesa a Robert Pickering como guionista y Matt Ross como director es “la fontanería” y los manazas encargados de ella.
Los fontaneros
Es, en ese sentido, lo que más le diferencia frente a producciones como ‘Todos los hombres del Presidente‘ y similares. El foco se pone en el grupo de lacayos, ligeramente incompetentes, que se alían para espiar al comité Democrático para lograr la reelección de Nixon.
Quizás lo que más perjudica a la serie es precisamente que la premisa prometa explorar el personaje de Julia Roberts y su papel en el escándalo y no termina de saber cómo hacerlo. Ella, como de costumbre, está bastante bien en su trama como mujer famosa, honesta… y un problemilla si llega a hablar.
Sin embargo, esa parte de la serie llega a interesar bastante menos, por lo menos en la primera mitad de ‘Gaslit’, que todo el entramado de conspiración y esa parte de hombres en traje de oficina y maletines que intentan que la situación no se vaya de madre. Algo que, de hecho, está salpicado con cierta dosis de humor.
Un humor que no esconde, para nada, lo que quiere contar Pickering: el peligro de la gente tan falta de inteligencia como de escrúpulos en posiciones de poder. El guion también se pregunta sobre ese terreno gris una vez desafiados los límites entre lo que es correcto y lo que no en una puja constante en pro de una verdad sagrada para el bando correspondiente.
No hace falta, además, que el guion de Pickering incida mucho en esto, ya que es un tema lo suficientemente universal y lamentablemente de actualidad constante como para que lo retratado se refleje (casi se vea como calcado) en lo que ocurre en el panorama político de hoy. Ya no en Estados Unidos, sino también en España.
Una serie notable pero desigual
Una de las grandes virtudes de la serie es que no cuesta nada en entrar en ella. El estilo depurado de Matt Ross y un buen diseño de época logran atraer mucho al espectador y como drama de época está todo bien cuidado. ‘Gaslit’ entra por los ojos.
Si a eso le sumamos el llamativo (y eficaz) reparto en el que también están Dan Stevens, Betty Gilpin y Shea Whigham, nos encontramos con una ficción evidentemente atractiva. Fascinante, incluso, pero también bastante desequilibrada en su narración insólita del Watergate.