Recuerdo como si fuese ayer el día que fui a ver ‘Los vengadores’ de Joss Whedon. El estreno no sólo fue una fiesta increíble que ejemplificó por sí sola la naturaleza del cine como experiencia colectiva; además dejó el poso de ser un punto de inflexión dentro de un MCU que daba sus primeros pasos sin prisa, pero sin pausa, poniendo pequeñas piedras en una narrativa a gran escala cuyo impacto y dimensiones no podíamos prever en aquél momento.

Siete años después, los hermanos Russo dieron cierre a la conocida como Saga del Infinito con un díptico apasionante estrenado bajo el título de ‘Vengadores: Infinity War’ y ‘Vengadores: Endgame’. Un colofón descomunal que clausuró una etapa que, a pesar de adolecer de los lógicos altibajos de calidad para una propuesta de estas características, resultó tremendamente ilusionante y se antojaba única y muy difícil de replicar.

El MCU y el FOMO: por qué sigo enganchado a los superhéroes de Marvel pese a estar saturado

Esto supuso un punto y aparte para un Universo Marvel que se veía obligado a redirigir su trama y aspiraciones y, como quien dice, a empezar casi de cero con una Fase 4 que, a día de hoy, continúa acumulando decenas de horas de metraje sin terminar de afianzar su apuesta argumental de forma clara. Algo que, en última instancia, se está traduciendo en una saturación que me está echando a patadas del proyecto cinematográfico y televisivo de La casa de las ideas.

Paladas de contenido

Dejemos que hablen los datos. Hasta el momento, la Fase 4 del MCU ya se ha extendido a lo largo de 49,5 horas repartidas entre seis largometrajes y siete series a través del último año y medio —¡Un año y medio!—. Esta cifra es prácticamente la misma que la suman las tres primeras Fases juntas, cuyas duraciones son de 12,4 horas —repartidas en seis largometrajes—, 12,7 horas —en seis largometrajes— y 24,9 horas —en once largometrajes— respectivamente.

Con un minutaje muy similar al de la Fase 4 y a través de unos once años, las tres primeras Fases moldearon un arco dramático tremendamente ambicioso, repleto de personajes carismáticos y con una resolución final sobradamente épica y satisfactoria. Pero del encanto generado entonces, ya sólo queda el recuerdo.

‘Ms. Marvel’ acaba de terminar, y contando con sus cameos y pequeñas revelaciones de última hora, sigue dando la sensación de que la etapa vigente del Universo Cinematográfico de Marvel continúa en pañales. Las  pistas que tenemos sobre cuál será el futuro —con suerte— próximo de la franquicia no se nos han dado de forma orgánica, sino a través de comentarios oficiales, rumores más o menos sólidos y filtraciones, lo cual no invita a seguir con fidelidad lo que ya parece una telenovela interminable con superpoderes de por medio.

Más, pero no necesariamente mejor

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Por el momento, el plan de Marvel Studios se está centrando en ampliar su surtido de personajes con títulos de presentación y con unas escenas poscréditos que caen en el olvido y hacen referencia a proyectos tremendamente lejanos que ni siquiera están confirmados. Pero, salvo casos muy puntuales, los nuevos fichajes quedan lejos de los estandartes que encabezaron la Saga del Infinito.

Este problema es secundario si centramos nuestra mirada en lo que debería importar: la calidad promedio de las producciones estrenadas. Desde el arranque de la Fase 4 —y, de nuevo, salvo excepciones—, la fórmula se ha hecho demasiado evidente y la narrativa, más descuidada que nunca, se revela demasiado enfocada a agrandar la colección de cromos y a hacer promesas que se quedan en agua de borrajas —sigo esperando la locura multiversal de ‘Doctor Strange 2’ o alguna referencia más a Kang, presunto remplazo de Thanos como gran villano de la función—.

Siento que Marvel ha perdido el rumbo, pero esta cárcel del entretenimiento obligatorio es también su mayor acierto

No obstante, en medio de esta maraña de decepciones, el gran lastre del arco en desarrollo están siendo las series. Producciones que se alargan durante unas seis horas que, en la inmensa mayoría de ocasiones, podrían ser sintetizadas sin problemas en los 120 minutos que dura una película. Pero, claro, el catálogo de Disney+ no se llena solo, y hay que mantener a los feligreses suscritos mes a mes mientras, de paso, se recupera el tiempo perdido durante la pandemia cebando al respetable.

Da la sensación de que, llegados a este punto, la estrategia de Marvel Studios ha pasado de ser estrictamente narrativa para ser más comercial que nunca —que ya lo era, por supuesto—. Algo que implica continuar alimentando el FOMO entre promesas de que, esta vez sí, llegará el twist definitivo que nos llevará directos a las ‘Secret Wars’ o que abrirá el multiverso de una vez por todas.

Sólo nos queda dar la razón a Martin Scorsese y reconocer que, en el caso de Marvel, el cine y las series están quedando reducidas a su mínimo denominador común: contenido.