‘Discovering Canary Islands’ es a ‘Pekín Express’ lo que el Champín al champán. Rakuten ha intentado revivir el mítico reality de aventuras con una versión insalvable a la que han quitado todo el riesgo, la emoción y el carisma. El resultado es un reality (gratuito, eso sí) que desperdicia por completo su localización única y hace el ridículo con una Pilar Rubio totalmente fuera de su zona de confort tratando de dirigir como puede un programa desangelado.
Pelando higos chumbos
La idea de hacer un reality de aventuras y viaje en las Islas Canarias es buenísima: el paisaje es espléndido y se puede hacer de todo, desde saltar en parapente hasta una carrera en kart, lanzarse en tirolina o explorar su historia. En su lugar, ‘Discovering Canary Islands’ propone unas pruebas de tan bajo presupuesto que convierte la aventura en pura burocracia.
En el primer episodio, los concursantes deben juntarse en equipos para acumular figuras durante tres minutos preguntando en comercios de la zona, pelar ocho higos chumbos y comerse uno y, finalmente, caminar por el sendero marcado de una cueva mientras un concursante tiene los ojos tapados. Tan emocionante como suena. Pero, aún así, con pruebas así de poco estimulantes, programas como ‘The amazing race’ han conseguido crear oro gracias a un montaje vibrante. No es el caso.
Estaba convencido de que, tras cada prueba, los concursantes cogerían su coche o tendrían que pedir ayuda a los vecinos y, como en un buen concurso de aventuras, intentarían adelantar al equipo que va en cabeza. La verdadera tensión se crea en estos momentos: en ‘The amazing race’ eran las jugarretas en el aeropuerto, en ‘Pekín express’ los adelantamientos temerarios… y en ‘Discovering Canary Islands’ tienen un chófer que les lleva de un sitio a otro preservando el orden en el que han acabado las pruebas. El formato del programa consta de tres pruebas: el que gana en una tiene ventaja en la siguiente. Ni carrera, ni adelantamientos, ni nada. El vacío.
Very well, Manuel
Si ‘Discovering Canary Islands’ se creara en España y sus concursantes fueran de Zaragoza y de Castellón, pues no pasaría nada: un resbalón que queda en casa. Pero el programa nace con vocación internacional, y todos los concursantes son influencers en su país de origen, por lo que no queda otra que rodar en inglés, el idioma nativo de solo un par de ellos.
Y eso se nota especialmente en Pilar Rubio, que está totalmente desubicada hablando en un idioma que no controla (o, si lo controla, no se siente cómoda expresándose en él). Esto añade una capa de surrealismo a un programa que ya de por sí es una rareza en la que han metido dinero (sin duda) pero en los departamentos equivocados, y al que le faltan dos o tres repasos al formato.
Ignoro lo que pasó durante su creación, pero las reglas no se explican bien y la excusa que Pilar Rubio da para su existencia (encontrar la octava isla secreta, San Borondón) no se sostiene en absoluto porque no dan pasos para encontrarla, perdiendo la coherencia interna. Si las pruebas dieran pistas para encontrar la isla al primer equipo que las solucionara, o hubiera puntos que incrementaran la posibilidad de expulsión, o… ‘Discovering Canary Islands’ es un reality de aventuras que parece hecho por alguien que nunca ha visto un reality de aventuras.
San Aburridón
Teniendo ejemplos de que en España es posible hacer un buen programa de este tipo, como ‘El conquistador del fin del mundo’, ‘Naufragoak’ (solo en euskera), los inicios de ‘Supervivientes’ (antes de convertirse en un repositorio de famosos de segundo pelo) o el propio ‘Pekín Express’, lo que ofrece Rakuten no tiene perdón. ‘Discovering Canary Islands’ podría haber sido un grandioso espectáculo pero le falta una buena dirección de fotografía, pruebas que expriman a los concursantes y un formato que consiga crear intriga.
En su lugar, lo que tenemos es una muestra de televisión vaga, deshonesta y falta de ritmo, más parecida a un campamento de verano que a un programa de televisión en condiciones. Hay algo, en algún momento de la producción de ‘Discovering Canary Islands’, donde algo se torció y no pudo repararse. Quizá fue la falta de presupuesto, de ideas, las prisas o el control excesivo de alguien, pero está claro que cualquier buena idea fue ahogada por la nadería que ha terminado siendo el programa.
Es una pena, porque lo tenía todo para ser, como poco, un entretenimiento de primera clase y ha acabado siendo todo lo que los que no ven realities de aventuras por prejuicios creen que son. Un aburrimiento plano en el que realmente nada tiene emoción ni importancia, y que se siente continuamente como Pilar Rubio hablando inglés: fuera de lugar.