Ucrania y Rusia cruzaron este jueves acusaciones mutuas de bombardeos a las zonas que quedaron inundadas tras la destrucción de una represa en territorios controlados por Moscú, mientras el lìder ucraniano, Volodimir Zelenski, visitò un sector de Jerson controlado por tropas leales a Kiev.
La destrucción de la represa de Kajovka, el martes, forzó la evacuación de miles de personas tras la crecida del río Dniéper, una calamitosa inundación que anegó decenas de localidades, incluyendo partes de Jerson capital y zonas de la provincia homónima, en el sur.
Los ucranianos acusaron al ejército ruso de bombardear el área durante las operaciones de rescate.
Aunque inicialmente el Ministerio del Interior informó de nueve personas heridas “tras un bombardeo” en el centro de Jerson, Kiev reveló más tarde que hubo un muerto y que los heridos fueron 18, incluyendo a personal de rescate.
Por su parte, el Ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, declaró que sus tropas habían repelido un ataque en la región de Zaporiyia, más al norte, en momentos en que Kiev dice ultimar una contraofensiva para tomar territorios.
“El enemigo fue bloqueado y retrocede con graves pérdidas”, añadió.
Rusia, que responsabiliza a Ucrania del ataque a la represa -que abastecía de agua a los territorios rusos del sur- acusó a Kiev ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de haber lanzado bombardeos “masivos” de artillería contra la instalación.
“El régimen de Kiev no sólo lanzó ataques masivos de artillería contra la represa (…) sino que llevó deliberadamente el nivel de agua del embalse de Kajovka a un nivel crítico”, advirtió el diplomático ruso Alexander Shulgin a la máxima corte de la ONU, en La Haya.
Shulgin, embajador ruso en los Países Bajos, no presentó pruebas para sostener sus declaraciones, aunque la represa, el embalse y la central hidroeléctrica adyacente estaban todas bajo control del Ejército ruso.
Ucrania tampoco presentó pruebas de que Rusia haya atacado la represa, que abastecía de agua también a la península de Crimea, que Rusia se anexó en 2014.
“El nivel medio de la inundación es de 5,61 metros. Unos 600 kilómetros cuadrados de la región de Jerson están bajo el agua”, precisó el gobernador Oleksandr Prokudin.
Un 32% de la zona inundada se encuentra en la orilla derecha u oriental del Dniéper, controlada por Ucrania, mientras que el 68% restante queda en la izquierda u occidental, controlada por Moscú, agregó.
Zelenski viajó a la ciudad de Jerson y visitó un punto de evacuación de civiles, donde habló con los encargados de las operaciones.
“Nuestra tarea es proteger vidas y ayudar a la gente todo lo que se pueda. ¡Agradezco a los rescatistas y los voluntarios!”, afirmó en un mensaje publicado en las redes sociales.
El mandatario informó que sostuvo una “reunión de coordinación” sobre la situación operacional de la región y planteó que quiere “indemnizar a los habitantes afectados por la catástrofe”.
El servicio estatal de emergencias ucraniano indicó que “20 asentamientos y 2.629 casas” quedaron inundadas, informó la agencia de noticias AFP.
Igualmente, señaló que 1.995 personas fueron evacuadas de las zonas inundadas en el área controlada por Kiev, entre ellos 103 niños. Muchas más personas huyeron por sus propios medios.
Por su parte, las autoridades nombradas por Rusia, informaron que 4.500 residentes ya fueron evacuados y que cinco personas murieron ahogadas cuando llevaron a pastar a su ganado.
En una conversación telefónica con Zelenski, el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció el envío “en las próximas horas” de “ayuda para responder a las necesidades inmediatas” de Ucrania.
En sintonía, el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, instó a los miembros de la alianza militar a acelerar la ayuda humanitaria a Ucrania.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, dijo el mièrcoles que la destrucción de la represa es una “salvajada”, e imputó a Ucrania la responsabilidad.
La destrucción de la represa también generó temores por la situación en la central nuclear de Zaporiyia, ocupada por las fuerzas rusas y que usa las aguas del río Dniéper para enfriar sus reactores.
El ministro de Energía ucraniano, German Galushchenko, afirmó que la planta no presentaba “ningún riesgo inminente por ahora”, pero que era necesario “vigilar la situación”.
No obstante, el nivel de las reservas de agua de la represa, “por debajo del umbral crítico de 12,7 metros”, ya no basta para alimentar “las piscinas de la central nuclear de Zaporiyia” para las operaciones de enfriamiento, advirtió Igor Syrota, el jefe del operador ucraniano Ukrhydroenergo.
El director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el argentino Rafael Grossi, aseguró esta semana que el agua ya no podría bombearse si el nivel del embalse bajaba de 12,7 metros.
La agencia nuclear de Naciones Unidas dispone de un equipo de expertos en la central, donde ya se han impuesto medidas para limitar el consumo de agua, utilizándola únicamente para “actividades esenciales relacionadas con la seguridad nuclear”, declaró Grossi.
Anunció el funcionario que la próxima semana viajará a Zaporiyia y Kiev y después visitará Moscú para debatir un plan de garantía de la seguridad en la planta nuclear.
“La próxima semana estaré con mucha probabilidad en Zaporiyia; planeo reunirme con el presidente de Ucrania, hablé con él ayer. Eso se dio a conocer en el espacio público; él mismo lo anunció. Después creo lógico dirigirme a Moscú o a cualquier otra región de Rusia, para proseguir el muy importante diálogo que estamos sosteniendo”, refirió, según la agencia Sputnik.
Como tarea clave, Grossi indicó “la prevención de una catástrofe nuclear”. “Está en mi principal objetivo”, subrayó el especialista.