James
Bond
nació
en
1953
de
la
mano
de
Ian
Fleming,
un
antiguo
combatiente
de
la
II
Guerra
Mundial
que
utilizó
todo
su
conocimiento
y
su
imaginación
para
crear
al
agente
secreto
que
todos
conocemos.
De
hecho,
enseguida
el
audiovisual
se
interesó
por
él:
en
1954
la
serie
antológica
Climax!
adaptó
Casino
Royale,
con
la
cara
de
Barry
Nelson
como
el
agente.
Aún
faltaban
ocho
años
para
que
Sean
Connery
se
estrenara
en
Contra
el
doctor
No.
El
resto,
como
se
dice,
es
historia…
O
no.
Spielberg
agitado,
no
mezclado
Son
muchas
las
películas
de
James
Bond
que
nunca
se
han
llegado
a
hacer,
desde
precuelas
hasta
historias
con
tiburones
robots
pasando
por
adaptaciones
dirigidas
por
Alfred
Hitchcock
o
Quentin
Tarantino.
Pero
hay
una
en
especial
que
habría
sido
increíble:
la
que
Steven
Spielberg
pretendía
hacer
en
1977
antes
de
que
George
Lucas
le
parara
los
pies
presentándole
a
su
nuevo
personaje.
Y
fue
todo
fruto
de
la
mera
casualidad.
Lucas
tenía
en
mente
desde
hace
tiempo
rodar
las
aventuras
de
un
arqueólogo
llamado
Indiana
Smith,
y
Spielberg
no
podía
dejar
de
pensar
en
007.
Cuando
Star
Wars
apareció
en
los
cines,
el
director
se
refugió
en
Hawaii
tratando
de
acallar
las
críticas
negativas,
e
invitó
a
su
amigo
y
a
su
esposa
a
pasar
las
vacaciones
allí.
Tras
hablar
un
rato,
Lucas
le
presentó
“un
personaje
como
James
Bond”
pero
que
le
daría
absoluta
libertad
creativa.
Exacto:
había
nacido
Indiana
Jones.

Lucasfilm
Pero
para
quitarse
la
espinita,
Spielberg
aún
hizo
un
guiño
a
aquella
película
truncada
vistiendo
a
Harrison
Ford
con
el
famoso
esmoquin
blanco
de
Sean
Connery,
mientras
juega
en
el
casino
Obi-Wan.
Que
nadie
diga
que
no
hicieron
En
busca
del
arca
perdida
con
todo
el
amor
del
mundo.