Todos
los
grandes
cineastas
tienen
obras
menores.
Es
normal,

forma
parte
del
ciclo
creativo

y
son
conscientes,
al
igual
que
nosotros,
de
que
a
posteriori,
nadie
juzgará
a
Steven
Spielberg
por
‘1941’,
a
Martin
Scorsese
por
‘El
tren
de
Bertha’

o
a
Roman
Polanski
por
esta ‘The
Palace’.
Pero
no
deja
de
ser
fascinante
ver
cómo
un
castillo
de
naipes
que
el
espectador
presupone
que
estará
perfectamente
montado
se
va
cayendo
a
cámara
lenta,
hasta
que

todo
lo
que
queda
es
la
destrucción
más
absoluta,
el
encefalograma
plano
,
un
abismal
secarral
de
ideas.
Quizá
lo
empecéis
a
intuir,
pero
no,
no
he
salido
nada
contento
de ‘The
Palace’.
Y
disto
mucho
de
ser
el
único.

Las
cosas
de
palacio
van
depacio

Viendo ‘The
Palace’
da
la
impresión
de
que
Polanski
disfrutó
de
‘El
gran
hotel
Budapest’

y
pensó
que
él
también

era
capaz
de
contar
con
maestría
una
película
de
historias
cruzadas
desquiciadas
en
un
hotel

y
que,
además,
enlazara
con
el “eat
the
rich”
de
cintas
como
‘El
triángulo
de
la
tristeza’
.
El
problema
es
que
no
es
Wes
Anderson
ni
Ruben
Östlund,
ni
sabe
cómo
convertir
en
moderno

un
argumento
que
parece
sacado
de
una
comedieta
facilona
de
hace
décadas.

De
hecho,
las
tramas
parecen
sacadas
de
una
secuela
directa
a
vídeo
de
‘Resacón
en
Las
Vegas’
,

apoyadas
unos
diálogos
a
los
que
les
falta
sentido
del
humor
,
sutileza
y,
en
fin,
algo
que
indique
que
tras
la
pantalla
hay
un
director
que
lleva
casi
sesenta
años
tras
una
cámara
y
que
ha
ganado
el
Óscar,
el
Globo
de
Oro
y
una
Palma
de
Oro.

A
Polanski
ni
se
le
ve
ni
se
le
espera

a
lo
largo
de
un
metraje
totalmente
perdido
y
falto
tanto
de
cariño
como
de
maestría
audiovisual.

El
director

ha
querido
montar
una
loca
comedia
atolondrada
,
pero
no
sabe
encontrar
el
tono
correcto,
entre
lo
naïf
y
lo
aparentemente
gamberro,
así
que
va
lanzando
tramas
al
espectador
con
la
esperanza
de
que
alguna
acabe
pegándose:
un
perro
con
problemas
intestinales,
un
anciano
rico
que
regala
un
pingüino
a
su
joven
esposa,
un
hijo
ilegítimo
en
busca
de
su
padre
(que
le
rechaza),
un
grupo
de
rusos
que
quieren
repartirse
un
botín…

Un
disparate
en
el
peor
de
los
sentidos
,
en
el
que
lo
único
que
queda
claro
es
la
intención
de
Polanski
de
criticar
los
usos
y
maneras
de
la
gente
con
dinero.
Pero
sin
la
rabia
y
la
urgencia
necesarias
para
que
la
denuncia
salga
bien.
De
hecho,
no
puede
evitar
que
esta
reivindicación
salga
de
la
manera
más
tosca
posible.

Es
más:

si ‘The
Palace’
no
fuera
una
obra
de
Polanski,
posiblemente
ni
siquiera
estaría
hablando
de
ella
ahora
.
Es
una
película
absolutamente
desnortada,
casi
amateur,
como
un
primer
trabajo
que
se
le
ha
ido
de
las
manos
a
un
director
novato
que
quería
abarcar
mucho
más
de
lo
que
era
capaz
de
conseguir.
Ojo:
no
es
desagradable
ni
en
ningún
caso
pasaréis
un
mal
rato.

Es,
simplemente,
un
vodevil
venido
a
menos,
una
casa
de
los
líos

en
la
que
es
imposible
encontrar
una
gota
del
ritmo
y
la
cinematografía
de
‘La
semilla
del
diablo’
,
‘Chinatown’
o
‘El
oficial
y
el
espía’
.
Y
es
una
pena.

Polanski

Rodeado
de
estrellas,
pero
estrellado

Puede
que ‘The
palace’
no
sea
la
fantasía
repleta
de
estrellas
en
la
que
se
han
convertido
últimamente
las
películas
de
Wes
Anderson,
pero
aún
así
veréis
a
John
Cleese,
Fanny
Ardant
y
Mickey
Rourke
entre

el
elenco
de
personajes
que
esperan
la
llegada
del
año
2000.

Así
es:
no
se
pierde
la
oportunidad
de
hablar
sobre
el “efecto
2000”
en
tantas
ocasiones
que
uno
cree
que
será
el
leitmotiv
del
tercer
acto.
Pero
no:
con
decepción
comprobamos
que
es
tan
solo
otra
trama
inconclusa
del
guion,
que
empieza
como
la
típica
comedia
hotelera,
presentando
uno
a
uno
a
los
personajes
que
aparentemente
nos
harán
reír,
y

termina
dejando
colgados
a
la
mitad
de
ellos
.
Al
director
no
le
importa,
a
los
actores
tampoco
y,
desde
luego,
al
público
menos
aún.

Hay
una
terrible
carencia
de
arcos
de
personaje
y
de
un
caos
controlado
que
habría
añadido
color
a
la
cinta,
pero,
todo
sea
dicho,

algunos
gags
de
la
película
más
o
menos
funcionan
,
aunque
sea
por
mera
acumulación.
En
particular,
hay
un
homenaje
a ‘Este
muerto
está
muy
vivo’
que
me
hizo
soltar
una
risilla
culpable
y

un
plano
final
que
me
dejó
en
una
estupefacción
imposible
de
creer.

Si
esta
es
la
última
imagen
de
la
carrera
de
Polanski,
desde
luego,
ha
decidido
irse
dando
la
vuelta
a
la
mesa
de
un
manotazo
y
haciendo
un
corte
de
mangas
a
la
industria.

Si
esto
es
lo
que
Polanski
pretendía,
lo
ha
logrado:
‘The
Palace’
es
una
película
fallida
tanto
técnicamente
,
utilizando
un
CGI
y
un
color
digital
abominables,
como
artísticamente,
donde
nada
parece
estar
en
un
sitio,
creando
un
desbarajuste
absurdo,
un
enredo
clásico
en
el
que
falta
la
coherencia
argumental
y
donde
los
personajes
adolecen
de
una
dolorosa
falta
de
carisma
y
evolución.
¿Es
la
peor
película
del
año?
No,
desde
luego,
pero


una
profunda
decepción
insípida
que
no
consigue
ninguno
de
sus
objetivos

Si
es
que
había
alguno
en
primer
lugar.

En
Espinof: