Cuando
se
piensa
en
actores
de
comedia
es
difícil
que
uno
de
los
primeros
nombres
que
vengan
a
la
cabeza
no
sea
Jim
Carrey.
Con
una
carrera
bajo
los
focos
de
más
de
cuarenta
años
y
obras
míticas
entre
su
filmografía
como
‘Como
Dios’,
‘Ace
Ventura’
o
‘El
show
de
Truman’,
ha
sido
una
de
las
caras
más
consistentes
del
humor
a
lo
largo
de
décadas,
siendo
capaz
incluso
de
llegar
a
nuevas
generaciones
con
su
rol
como
el
villano
Dr.
Robotnik
en
las
recientes
adaptaciones
de
Sonic.
Pero
el
mundo
del
espectáculo
es
uno
vocacional
como
pocos,
y
a
Jim
Carrey
no
había
que
darle
mucha
cuerda
ni
dinero
de
por
medio
para
animarlo
a
actuar.
Casi
una
década
antes
de
aparecer
en
ninguna
pantalla
el
actor
ya
era
un
niño
inquieto.
Y
sus
primeros
tanteos
en
casa
de
sus
padres
en
el
mundo
del
dibujo
y
de
las
artes
plásticas
acabaron
derivando
en
un
gusto
por
el
exhibicionismo.
Canalizando
inquietudes
A
sus
12
años
y
en
séptimo
grado
(el
equivalente
español
a
primero
de
la
ESO
actual),
Carrey
no
era
precisamente
un
estudiante
modelo.
Divagaba,
era
muy
nervioso
y
entretenía
constantemente
a
sus
compañeros.
Esta
faceta
de
cómico
popular
que
se
estaba
fraguando
era
por
supuesto
la
pesadilla
del
profesorado,
o
al
menos
hasta
que
una
profesora
decisión
canalizar
toda
esa
energía
con
una
propuesta:
Podría
tener
15
minutos
al
final
de
la
clase
para
dirigirse
a
sus
compañeros
si
se
estaba
quieto
y
callado
el
resto
del
tiempo.
Ese
trato
le
pareció
bien
al
joven
payaso,
un
chaval
deseoso
de
causar
una
impresión
que
a
partir
de
ahí
se
convertiría
en
el
monologuista
oficial
de
la
clase.
Sus
quince
minutos
componían
un
programa
de
variedades
exclusivo
para
sus
compañeros
donde
hacía
desde
sonidos
de
animales
o
de
dinosaurios
a
comentar
chismorreos
del
colegio
o
imitar
a
algunos
profesores.
Curiosamente
los
monólogos
fueron
la
puerta
de
entrada
de
Carrey
al
mundo
del
espectáculo,
con
su
primera
actuación
en
televisión
nacional
cuando
tan
solo
tenía
21
años.
Un
segmento
de
unos
10
minutos
en
el
programa
de
Johnny
Carson
lleno
de
muecas
y
caricaturas
en
el
que
se
ganó
al
público
imitando
a
Elvis
y
a
Clint
Eastwood,
entre
otros. “Sabeís,
creo
que
he
pasado
toda
la
vida
mirándome
en
el
espejo.
Pero
no
me
he
estado
mirando
a
mí”,
decía
en
su
actuación
antes
de
empezar
las
imitaciones.
Este
deseo
de
ser
otras
personas,
y
el
que
es
un
comentario
agridulce
contado
como
un
chiste,
resume
perfectamente
la
carrera
de
Jim
Carrey.
Uno
de
esos
artistas
únicos
que
no
se
ha
achantado
en
hablar
de
su
trabajo
en
comedia
como
método
para
lidiar
con
sus
ansiedades. “Mi
actuación
empezó
como
una
mezcla
de
cosas”,
decía
Jim
Carrey
para
Rolling
Stone. “Nació
del
deseo
de
ser
especial,
de
llamar
la
atención
y
de
hacer
reír
a
la
gente.
Así
que
viene
de
un
buen
lugar.
Es
solo
que
las
herramientas
son
la
rabia,
son
la
tristeza,
la
alegría,
las
voces,
caras…
son
todas
esas
cosas.”
En
Espinof
|
“Me
volví
completamente
loco”.
Cuando
Clint
Eastwood
dio
su
primera
gran
oportunidad
en
el
cine
a
Jim
Carrey
En
Espinof
|
Cómo
Jim
Carrey
revolucionó
Hollywood
hace
25
años
con ‘Un
loco
a
domicilio’