Hay
pocas
muestras
de
afecto
tan
grandes
como
la
parodia.
En
el
fondo,
‘Scary
Movie’
es
un
homenaje
a
‘Scream’
de
la
misma
manera
que
‘¡Aterriza
como
puedas!’
utiliza
con
amor
los
tópicos
del
cine
de
catástrofes
o
las
películas
de
Abbott
y
Costello
muestran
un
enorme
respeto
por
el
cine
de
monstruos.
A
todos
nos
gusta
reírnos
de
aquello
que
más
amamos,
precisamente
porque
una
carcajada
sincera
puede
ser
el
mayor
de
los
aprecios.
Y
en
el
panorama
actual
del
cine
de
Marvel,
con
un
ambiente
enrarecido
tras
sus
últimos
fracasos
de
crítica
y
público,
‘Deadpool
y
Lobezno’,
como
parodia
superheroica,
no
es
buena
ni
mala:
es
necesaria
para
airear
un
universo
que
empezaba
a
oler
a
cerrado.
Vendehumor
Aunque
los
cameos
vaya
a
ser
esa
parte
de
la
que
todo
el
mundo
hablará
en
redes,
en
realidad
esta
no
deja
de
ser
una
película
de ‘Deadpool’
para
mayores
de
18
años,
con
todo
lo
que
eso
implica:
decapitaciones,
sangre
a
borbotones,
carcajadas,
chistes
de
pollas,
pegging
y
cocaína,
violencia
constante
y
rupturas
de
la
cuarta
pared
que
desde
el
primer
momento
empiezan
por
todo
lo
alto…
eso
sí,
perdiendo
un
poco
de
chispa.
Y
es
que,
en
el
cambio
de
productora, ‘Deadpool
y
Lobezno’
ha
ganado
en
algunos
aspectos
(poder
hacer
chistes
con
dos
universos
cinematográficos
al
mismo
tiempo),
pero,
desde
luego,
ha
perdido
sutileza.
No
es
que
las
dos
películas
anteriores
del
personaje
fueran
un
dechado
de
finura
en
los
diálogos
y
a
la
hora
de
unir
las
tramas,
pero
en
este
caso
empieza
directamente
explicando
cómo
Disney
compró
Fox
y
por
tanto
a
los
mutantes,
comentando
cómo
salvaguardar
el
legado
que
dejó
‘Logan’,
mofándose
del
momento
bajo
de
Marvel
y
exagerando
aún
más
su
comentario
meta
hasta
unos
límites
crispantes.
Por
supuesto
que
funciona
como
autocrítica
y,
al
mismo
tiempo,
celebración
y
homenaje,
pero
la
brocha
con
la
que
se
pinta
es
tan
gruesa
que
no
todos
los
chistes
llegan
a
buen
puerto
y
por
momentos
se
queda
desangelada.
No
ayuda
que
la
dirección
de
la
cinta
tienda
al
aburrimiento
y
la
falta
absoluta
de
ideas.
Shawn
Levy
acierta
a
la
hora
de
dirigir
las
peleas,
que
siempre
son
vibrantes,
divertidas
y
originales
(especialmente
en
un
final
salido
directamente
de
la
mente
de
cualquier
friki
adolescente),
pero
en
el
resto
de
escenas
se
muestra
plano
y
acartonado,
sin
que
le
importe
que
los
decorados
donde
están
rodando
se
hagan
notorios
y
sin
el
más
mínimo
interés
por
salir
de
ese
estilo
visual
barato
al
que
Wade
podría
haber
masacrado
con
sus
hirientes
palabras.
‘Deadpool
y
Lobezno’
no
funciona
siempre,
y
si
vas
con
una
mente
crítica
y
un
corazón
desangelado
y
cansado
de
películas
Marvel
vas
a
encontrar,
sin
duda,
de
qué
quejarte,
desde
una
villana
cuyas
motivaciones
no
se
explican
bien
hasta
algunas
bromas
que
parecen
más
deberes
que
diversión.
Pero,
al
mismo
tiempo,
es
tan
consciente
de
sus
defectos,
tan
jocosa
y
tan
constantemente
divertida
que
es
imposible
no
dejarse
llevar
por
este
paraíso
de
bromas
constantes,
humor
meta,
superhéroes
de
segunda
división
y
soluciones
argumentales
del
todo
a
cien.

Sus
defectos
se
pueden
pasar
por
alto:
es
siempre
divertida,
la
historia
no
se
pierde
en
ningún
momento,
la
mayoría
de
los
chistes
funcionan
y
te
llevas
de
regalo
momentos
que
jamás
creíste
que
verías
en
una
pantalla.
Su
única
pretensión
es
la
de
divertir,
volver
a
crear
una
unión
con
los
espectadores
después
de
años
de
decepciones
y
reírse
de
lo
que
hasta
ahora
han
hecho
con
la
consabida
saga
del
multiverso
(sin
referencias
a
Jonathan
Majors,
todo
sea
dicho),
y
lo
consigue
con
creces.
Tras
tantas
películas
que
se
tomaban
demasiado
en
serio
a
sí
mismas,
‘Deadpool
y
Lobezno’
es
como
un
tebeo
de
Mortadelo
después
de
leer ‘From
Hell’.
¿Es
perfecto?
Probablemente
no.
Pero
airea,
divierte
y
te
vuelve
a
hacer
sentir
conectado.
Es
exactamente
lo
que
necesitabas.
Muertopiscinas
y
glotón
Por
mucho
que
Ryan
Reynolds
y
Hugh
Jackman
hayan
anunciado
durante
meses
que
para
ver ‘Deadpool
y
Lobezno’
no
hace
falta
tener
conocimiento
previo
del
cine
de
superhéroes
ni
hay
que
hacer
los
deberes
antes
de
ir,
la
realidad
es
otra
muy
distinta:
se
trata
de
un
homenaje
y
despedida
al
cine
de
superhéroes
pre-UCM
que
hace
referencia
directa
a
más
de
una
decena
de
películas,
exigiendo,
para
entender
del
todo
el
chiste,
un
conocimiento
casi
enciclopédico.
Por
suerte,
en
parte
gracias
a
ello
consigue
evitar
de
manera
eficaz
el
simple
festival
del
cameo
por
el
cameo.
Y
le
honra.
Llevamos
ya
unas
cuantas
películas
inmersos
en
la
saga
del
multiverso,
y
más
allá
de
la
novedad
inicial
en
‘Spiderman:
No
way
home’,
algunos
episodios
de
‘Loki’
o
aquel
casting
perfecto
(y,
reconozcámoslo,
forzado
dentro
de
la
trama)
que
se
marcaron
en
‘Doctor
Strange
y
el
multiverso
de
la
locura’,
no
ha
terminado
nunca
de
arrancar.
Y
hay
un
motivo
para
ello:
Marvel
ha
querido
sacar
músculo
con
tanta
fuerza
y
a
base
de
estrellas
que
nos
recuerden
que
todo
es
posible
en
esta
nueva
etapa…
que
se
ha
olvidado
de
que
las
sorpresas,
si
son
inertes,
terminan
por
aburrir.
Por
suerte,
en ‘Deadpool
y
Lobezno’
son
perfectamente
conscientes
y,
entre
el
tono
festivo
constante,
logran
darles
la
importancia
necesaria.
A
nadie
se
le
escapa
que
en
una
película
como
esta,
con
Deadpool
navegando
entre
diferentes
realidades,
de
una
manera
u
otra
íbamos
a
tener
apariciones
imposibles,
retornos
inéditos
y
castings
mágicos,
pero
en
la
mayoría
de
ellos,
en
lugar
de
quedarse
en
el
simple
reconocimiento
visual
(como
hizo,
por
ejemplo,
‘Flash’
con
Nicolas
Cage
y
George
Clooney),
les
da
un
espacio
para
respirar
y
crecer,
convirtiéndoles
en
algo
más
que
un
simple
reclamo
para
la
audiencia
o
un
fanservice
gratuito.
Buscan
dignidad
en
un
universo
que
se
la
ha
quitado.
Tienen
trama
propia.
Funciona.

Pero,
sin
duda,
para
que
lo
haga,
es
vital
que
la
película
esté
liderada
por
un
dúo
tan
carismático
como
el
de
Hugh
Jackman
y
Ryan
Reynolds,
cuya
predisposición
no
solo
traspasa
la
pantalla,
sino
que,
además,
demuestra
que
nacieron
para
interpretar
a
estos
personajes
(“Hasta
los
90
años”,
dice
Deadpool)
y
que
la
colaboración,
más
allá
de
sus
carreras
y
de
la
propia
Marvel,
les
apetecía
a
título
personal.
El
resultado
es
una
buddy
movie
paródica
pero
con
corazón
que
se
guarda
alguna
que
otra
sorpresa
sentimental
y
en
la
que
Jackman
nunca
parece
arrepentirse
de
volver
a
las
andadas
después
de
prometer
por
activa
y
por
pasiva
que
nunca
volvería
a
calzarse
las
mallas.
¿Y
ahora
qué?
Está
bastante
claro
que
‘Deadpool
y
Lobezno’
va
a
ser
un
éxito
rotundo
y
absoluto.
No
solo
en
taquilla:
al
público
(cuanto
más
joven,
mejor)
le
va
a
encantar,
Marvel
va
a
recuperar
estatus
como
marca
y
va
a
dirigir
todos
los
ojos
a
la
aparición
de
Kevin
Feige
en
la
Comic-Con
donde
presentará
el
futuro
de
la
franquicia.
Sin
embargo,
corre
el
peligro
de
ser
solo
un
espejismo:
Deadpool
es
un
punto
y
aparte
en
el
camino,
un
spin-off
de
la
trama,
un
pie
de
página
jocoso,
un
cambio
de
tono
que
todos
somos
conscientes
que
no
se
volverá
a
repetir
en
una
Marvel
que
tiene
por
estrenar
varios
proyectos
que
a
priori
resultan
duros
para
el
público
(‘Thunderbolts*’,
‘Capitán
América:
Brave
New
World’)
y
que
necesita
esta
película
como
su
buque
salvavidas.
Sí,
la
secuela
abraza
desesperadamente
el
fanservice.
Sí,
está,
en
parte,
destinada
a
que
el
público
grite
y
aplauda
a
la
pantalla
como
no
pasaba
desde
la
tercera
parte
de ‘Spider-man’.
Pero,
sorprendentemente,
está
muy
bien
medido,
evitando
la
torpeza
de
Jon
Watts
y
dosificando
los
momentos
de
acariciar
al
público
hasta
un
tercer
acto
que
hace
olvidar
el
pequeño
sopor
al
estilo
‘Mad
Max’
que
es
la
parte
media
de
la
película
con
una
lucha
que
por
fin
entiende
las
posibilidades
mágicas
del
multiverso,
marcando,
entre
la
coña
y
la
jarana,
el
camino
a
seguir.
Además,
la
primera
película
para
mayores
de
18
años
de
Marvel
aprovecha
su
poder
para
decir
tantos
tacos
como
puede
(saliendo
de
quien
menos
esperas),
mostrar
vulgaridades
varias
y
salpicar
con
sangre
a
borbotones.
Si
‘Vengadores:
Endgame’
era
la
graduación
de
Marvel
con
discursos
emotivos,
premios
y
lágrimas,
‘Deadpool
y
Lobezno’
es
la
juerga
posterior,
mucho
más
loca,
mucho
más
imperfecta,
pero
fantástica,
divertida
y
única
a
su
manera.
Es
la
borrachera
de
Marvel
antes
de
afrontar
un
nuevo
día.
Me
gustaría
ponerme
las
gafas
de
crítico
clásico
y
comentar
todos
los
desmanes
en
los
que
cae
(que
no
son
pocos),
pero
no
puedo
negar
que
me
lo
he
pasado
enfervorecidamente
bien
con
un
género
que,
a
estas
alturas,
sufre
un
desgaste
obvio.
Y
tiene
mucho,
muchísimo
mérito.
En
Espinof
|
Marvel
no
es
el
problema:
creo
que
lo
que
está
matando
el
cine
es
la
gente
que
no
calla
ni
bajo
el
agua
En
Espinof
|
Cronología
Marvel
–
Orden
para
ver
las
películas
y
series
del
Universo
Marvel