Medio
siglo
después,
esta
lenta
y
cautivadora
escena
introductoria
de ‘Hasta
que
llegó
su
hora’,
sigue
siendo
considerada
como
una
de
las
más
memorables
jamás
realizadas
Considerada
como “una
lección
de
cine”
por
Quentin
Tarantino,
una
película “mítica”
para
John
Carpenter
y
una
referencia
absoluta
para
todo
cinéfilo
que
se
precie,
la
película
Hasta
que
llegó
su
hora
(1969)
de
Sergio
Leone
es
sencillamente
uno
de
los
mejores
western
jamás
realizados.
Con
una
excepcional
media
de
4,2
estrellas
sobre
5
según
los
lectores
de
SensaCine,
este
monumento
del
séptimo
arte
es
una
de
las
mejores
películas
del
Oeste
según
los
usuarios,
empatada
con
El
hombre
que
mató
a
Liberty
Valance
por
el
quinto
lugar
y
solo
por
detrás
de
una
de
sus
contemporáneas,
la
líder
de
la
lista
El
bueno,
el
feo
y
el
malo,
también
de
Sergio
Leone.
Además,
la
película
es
una
de
las
piezas
clave
en
la
carrera
de
su
cineasta
y
la
primera
parte
de
la
Trilogía
del
Tiempo
que
siguió
a
la
Trilogía
del
Dólar.
Un
largometraje
con
un
ritmo
absolutamente
único,
diluido
por
la
embriagadora
partitura
de
Ennio
Morricone,
que
cuenta
la
historia
del
fin
de
un
mundo
y
el
comienzo
de
otro.
Mientras
los
terratenientes
y
los
concesionarios
de
ferrocarriles
están
dispuestos
a
dividir
la
inmensidad
del
Lejano
Oeste
en
millones
de
parcelas,
los
últimos
vaqueros
de
una
era
en
desaparición
chocarán.
Ambientada
en
un
pueblo
pobre
y
desértico
en
el
que
nunca
ocurre
nada,
Brett
McBain
(Frank
Wolff)
decide
preparar
una
fiesta
de
bienvenida
para
su
bella
esposa,
Jill
(Claudia
Cardinale),
tras
un
largo
viaje
desde
Nueva
Orleáns.
Sin
embargo,
a
su
llegada,
la
mujer
descubrirá
que
su
marido
y
sus
hijos
han
sido
asesinados
y
que
su
fortuna
recién
heredada
la
sitúa
en
el
punto
de
mira
de
la
persona
relacionada
con
el
crimen.
Mientras,
un
misterioso
extraño
acompañado
de
una
armónica
(Charles
Bronson)
busca
a
Frank
(Henry
Fonda),
el
sanguinario
pistolero
que
trabaja
bajo
las
órdenes
del
Barón,
y
el
fugitivo
Cheyenne
(Jason
Robards),
acusado
del
crimen,
se
une
en
la
búsqueda.
Llena
de
secuencias
inolvidables,
si
por
algo
siempre
es
recordada
Hasta
que
llegó
su
hora
es
sin
duda
por
su
magistral
introducción:
excepcionalmente
larga
(más
de
10
minutos),
prácticamente
desprovista
de
diálogo
y
sin
la
más
mínima
música
(salvo
las
pocas
notas
de
armónica
que
lo
concluyen).
Una
primera
escena
magistral
En
la
escena,
en
el
destartalado
andén
de
una
estación
improvisada
en
pleno
desierto,
tres
hombres
esperan
mientras
una
brisa
cálida
mueve
lentamente
la
rueda
de
un
pequeño
molino
oxidado.
El
primero
tira
con
indiferencia
los
cables
de
un
telégrafo
abandonado
cuando
se
pone
en
marcha
y
luego
intenta
ahuyentar
una
mosca
que
ha
vuelto
a
rodearlo.
El
segundo
se
vuelve
a
ponerse
el
sombrero
cuando
unas
gotas
de
agua
empiezan
a
caer
del
techo.
El
tercero,
al
ver
pasar
a
un
perro,
hace
crujir
lentamente
los
nudillos
de
los
dedos.
La
tensión
aumenta
lentamente,
paso
a
paso,
y
algunos
espectadores
pueden
incluso
empezar
a
impacientarse
cuando
finalmente
suena
el
silbato
de
la
locomotora.
Del
tren
baja “el
hombre
de
la
armónica”
y,
sin
más
dilación
tiene
lugar
el
primer
gran
duelo
de
la
película:
casi
de
forma
imperceptible
en
claro
contraste
con
la
lentitud
anterior,
el
recién
llegado
derrota
a
sus
oponentes.
Es
herido
en
el
brazo,
pero
se
levanta
con
indiferencia.
Una
interminable
presentación
sólo
habrá
servido
para
preparar
su
llegada.
El
resto
de
su
aventura
ahora
puede
comenzar.