La
corriente
de
Disney
por
los
remakes
en
acción
real
de
sus
clásicos
muestra
más
que
una
preocupante
falta
de
riesgo
y
originalidad.
Hace
evidente
que
han
perdido
por
completo
el
pulso
a
hacer
películas
para
público
infantil,
o
para
disfrutar
en
familia,
con
personas
de
carne
y
hueso
aunque
estén
situadas
en
escenarios
o
mundos
creados
artificialmente.
Hoy
en
día
sería
en
un
escenario
completamente
creado
con
efectos
digitales,
pero
no
sería
un
problema
si
se
hiciera
con
mimo
y
artesanía.
Algo
inviable
actualmente,
viendo
los
citados
remakes
en
acción
real,
distando
mucho
de
la
época
donde
se
atrevían
a
plegar
el
mundo
real
con
los
dibujos
animados,
creando
clásicos
imperecederos
como
‘Mary
Poppins’.
Con
un
poco
de
melodía
y
de
azúcar
Una
de
las
grandes
películas
de
la
factoría
Disney,
un
conglomerado
de
fantasía,
cine
familiar,
drama
social
y
musical
que
protagonizaron
Julie
Andrews
y
Dick
Van
Dyke
a
las
órdenes
del
director
Robert
Stevenson.
Un
formidable
entretenimiento
que
cumple
60
años
de
su
estreno
en
cines,
y
de
convertirse
en
un
fenómeno
que
rascó
13
nominaciones
en
los
Oscars
y
ganó
5
(incluyendo
uno
para
Andrews).
Hoy
se
puede
ver
en
streaming
a
través
de
Disney+.
En
la
Londres
de
comienzos
del
siglo
XX,
un
banquero
padre
de
familia
y
su
esposa
sufragista
necesitan
de
alguien
que
cuide
de
sus
dos
incontrolables
hijos,
que
se
meriendan
a
cada
niñera
que
viene.
Hasta
que
de
repente
llega
una
peculiar
institutriz
del
cielo,
volando
con
su
paraguas,
y
se
propone
cambiar
para
siempre
la
vida
de
la
familia
Banks.
Walt
Disney
hizo
su
propósito
personal
hacer
esta
película,
que
iba
a
ser
uno
de
sus
esfuerzos
más
ambiciosos
en
cruzar
la
imagen
real
y
la
animada,
haciendo
todo
lo
posible
por
convencer
a
la
autora.
El
fervor
por
los
musicales
en
aquella
época
llevó
este
proyecto
a
un
nuevo
nivel,
incorporando
números
muy
dinámicos
y
aprovechando
la
creciente
reputación
de
una
Andrews
que
había
perdido
la
oportunidad
de
protagonizar
la
adaptación
de
‘My
Fair
Lady’
tal
y
como
hiciera
en
el
teatro.
‘Mary
Poppins’:
una
fantasía
bien
medida

No
se
puede
decir
que
saliera
perdiendo.
Su
trabajo
es
tanto
o
más
icónico
que
el
de
otro
musical
imperecedero
para
toda
la
familia
como
‘Sonrisas
y
lágrimas’.
Su
carisma
es
vital
para
dinamizar
el
drama
y
elevar
las
secuencias
musicales,
con
canciones
más
pegadizas
que
un
chicle
en
un
pupitre
de
colegio.
Crea
el
perfecto
nivel
de
fantasía
para
luego
realizar
el
salto
al
terreno
animado
de
la
mano
de
Dick
Van
Dyke.
Su
buen
humor
y
escenas
icónicas
son
suficiente
para
preservarse
como
clásico
que
sigue
conquistando.
Incluso
con
cierto
relleno
que
le
hace
bordear
las
dos
horas
y
media
de
manera
innecesaria,
y
sus
conflictos
sociales
y
económicos
llevados
a
un
terreno
simplón,
se
aprecia
en
la
película
un
latido
potente
que
la
sigue
llenando
de
vida
más
de
medio
siglo
después.
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