¿Te
acuerdas
de
Beethoven?
No,
el
compositor
no,
la
película
con
el
San
Bernardo
adoptado
por
una
familia.
¿Te
suena
ya?
Bueno,
pues
quizá
no
sepas
que
después
de
la
cinta
original,
como
seguía
funcionando,
llegaron
a
hacer
hasta
cinco
partes,
un
reboot
(que
se
convirtió
en
trilogía)
y
hasta
una
serie
de
dibujos
animados.
Y
sin
embargo,
lo
más
importante
que
nos
ha
dejado
la
película
es
el
debut
de
un
chaval
de
nueve
años
llamado
Joseph
Gordon-Levitt.
Eso
sí,
no
le
busques,
porque
solo
sale
un
instante
y
ni
siquiera
tiene
frase.
Nos
dejó
levittando
El
pequeño
Gordon-Levitt
desde
pequeño
quería
actuar.
Le
venía
de
familia:
al
fin
y
al
cabo
su
abuelo,
Michael
Gordon,
dirigió
varias
películas
a
pesar
de
ser
acusado
de
comunista
durante
el
McCarthismo.
Así,
a
los
cuatro
años
se
subió
a
un
escenario
para
interpretar
al
Espantapájaros
en
El
mago
de
Oz,
consiguió
un
agente,
empezó
a
hacer
anuncios
y
a
los
diez
años,
después
de
aparecer
en
la
serie
Dark
Shadows
haciendo
de
él
mismo
y
de
su
gemelo
(y,
por
supuesto,
del
cameo
en
Beethoven)
llegó
el
momento
de
jugar
en
las
altas
esferas.
En
1992,
el
actor
infantil
estrenó
El
río
de
la
vida,
la
obra
maestra
de
Robert
Redford
en
la
que
aparece
unos
minutos
interpretando
a
la
versión
infantil
del
actor.
Eh,
no
todo
el
mundo
empieza
en
Hollywood
haciendo
de
uno
de
los
intérpretes
más
reconocibles
de
todos
los
tiempos.
De
hecho,
acabó
ganando
su
primer
premio
por
esta
película
y
no
paró
de
encadenar
películas
y
series
de
televisión
hasta
la
actualidad.
Curiosamente,
y
a
pesar
de
ser
una
de
las
estrellas
más
incontestables
de
los
últimos
tiempos,
Gordon-Levitt
no
ha
sido
nominado
al
Óscar.
No,
por
(500)
días
juntos
tampoco.
¡Ni
siquiera
por
Origen!
Aún
le
quedan
años
por
delante:
¿Corregirá
la
Academia
esta
injusticia
o
le
darán
un
premio
honorífico
dentro
de
unas
décadas…
en
cuyo
vídeo
homenaje
salga
el
perro
de
Beethoven?