Si
pensamos
en
directores
meticulosos,
Quentin
Tarantino
no
parece
desde
luego
un
cineasta
que
deje
cosas
al
azar.
Pero
con
casi
tres
horas
de
duración,
mucho
diálogo
y
mucha
casquería,
en
‘Django
Desencadenado’
hubo
también
espacio
para
la
experimentación
de
última
hora.
Según
contaba
Samuel
L.
Jackson
en
una
entrevista
para
GQ
en
la
que
repasaba
sus
papeles
más
memorables,
el
western
de
Tarantino
incluyó
un
tiroteo
que
inicialmente
no
estaba
en
el
guion.
Es
una
escena
además
que
probablemente
no
sabrías
adivinar,
porque
dentro
de
la
película
se
siente,
además
de
bastante
orgánica,
un
clímax
necesario
para
una
secuencia
mítica.
“La
escena
de
la
cena
se
había
acabado
y
estábamos
abajo
tratando
de
firmar
un
contrato.
Y
Christoph
dispara
a
Leo
y
Leo
después
es
disparado.
De
repente,
de
la
nada,
Quentin
dice: “Necesitamos
otro
tiroteo”.
Porque
ese
tiroteo
no
estaba
ahí
cuando
Leo
muere
en
mis
brazos
y
demás,
alguien
entonces
agarraba
a
Django,
y
entonces
Quentin
decidió
que
iba
a
haber
otro
tiroteo.
Así
que
estuvimos
fuera
las
siguientes
dos
semanas
mientras
ellos
dejaban
la
casa
hecha
polvo.
Ese
es
un
tiroteo
jodidamente
grande
que
no
estaba
en
el
guion.”
Es
indicativo
de
lo
muy
claro
que
debió
verlo
Tarantino
el
hecho
de
que
la
escena
a
añadir
no
fuera
precisamente
menor.
Una
secuencia
de
acción
de
esa
escala
es
justo
el
tipo
de
cosas
que
el
equipo
planifica
al
detalle
antes
de
hacer
el
calendario
del
rodaje,
no
una
vez
metidos
en
el
meollo,
y
decidir
introducirla
a
última
hora
seguramente
tuvo
un
efecto
dominó
en
el
resto
de
la
producción.
Lo
cierto
es
que
la
inclusión
del
tiroteo
fue
probablemente
la
mejor
opción.
Dentro
del
conjunto
de
la
película,
es
una
forma
efectiva
de
romper
la
tensión
y
desatar
el
caos
al
más
puro
estilo
Tarantino.
Es
además
una
buena
forma
de
jugar
con
las
expectativas
del
espectador,
ya
que
es
una
secuencia
de
acción
que
les
deja
muy
cerca
de
conseguir
escapar
con
Broomhilda,
pero
fracasan
en
el
último
instante.
Es
curioso
además
que
la
secuencia
venga
poco
después
del
momento
improvisado
más
conocido
de
la
película:
la
escena
en
la
que
Leonardo
DiCaprio
se
corta
la
mano
al
golpearla
contra
un
vaso
y
en
vez
de
pedir
que
corten
la
escena,
continúa
haciendo
su
monólogo
hasta
el
final
mientras
sangra.