La
perspectiva
es
una
de
las
herramientas
más
poderosas
que
posee
el
cine,
y
en
los
últimos
tiempos
estamos
viendo
muchos
esfuerzos
en
el
cine
de
terror
por
revertirla.
Quizá
con
ánimo
de
replantear
realmente
el
género,
o
simplemente
como
excusa
para
realizar
las
mismas
historias
de
siempre
con
un
ángulo
que
parezca
diferente.
Ahora
mismo
en
cines
podemos
ver
‘Presence’,
que
está
haciendo
bastante
esfuerzo
en
señalar
que
estamos
viendo
una
historia
sobrenatural
desde
la
vista
de
un
fantasma
pero
elabora
un
argumento
más
a
favor
del
artefacto
que
del
fondo.
Pero
a
veces
el
artefacto
puede
llegar
a
ser
lo
bastante
impresionante
para
justificar
la
experiencia,
algo
por
lo
que
aboga
a
menudo
‘De
naturaleza
violenta’.
Pisadas
fuertes
en
el
bosque
El
despampanante
slasher
de
culto,
escrito
y
dirigido
por
el
canadiense
Chris
Nash,
nos
plantea
un
trayecto
cargado
de
matanzas
brutales
mientras
sigue
al
monstruo
de
su
propio
universo.
Un
replanteamiento
del
esquema
clásico
del
cine
de
terror
que
ya
se
puede
ver
en
streaming
a
través
de
Movistar+.
En
la
profundidad
del
bosque
un
grupo
de
adolescentes
se
pone
a
explorar
incluso
en
lugares
que
no
deberían
pisar.
En
una
antigua
torre
de
vigilancia,
ahora
destrozada,
encuentran
un
misterioso
medallón
que
se
llevan
consigo.
Esta
acción
provocará
el
regreso
de
Johnny,
un
cadáver
putrefacto
que
sale
de
su
descanso
de
70
años
dispuesto
a
reclamar
lo
que
es
suyo,
y
no
precisamente
de
manera
amable.
Nash
termina
siguiendo
muchas
reglas
clásicas
de
un
slasher,
estableciendo
un
asesino
brutal
con
una
mitología
propia
aunque
referencial
que
mata
a
quien
se
va
cruzando
sin
la
más
mínima
consideración
o
misericordia.
Su
mirada,
eso
sí,
se
aproxima
bastante
a
la
de
títulos
como
‘Elephant’
de
Gus
Van
Sant,
forzándote
a
estar
de
lado
del
asesino
todo
el
rato
(o,
al
menos,
según
le
conviene).
‘De
naturaleza
violenta’:
acercándonos
a
la
atrocidad

Es
una
maniobra
de
impacto,
y
que
fuerza
también
a
la
incomodidad
del
espectador.
No
sólo
por
imágenes
gore
bastante
explicitas,
que
las
tiene
y
son
bastante
remarcables.
También
tenemos
que
seguir
los
lentos
pasos
del
monstruo
del
bosque,
estirando
la
paciencia
ante
la
monotonía
de
igual
manera
que
Van
Sant
nos
exponía
a
la
mundano
como
precedente
a
la
atrocidad.
Su
estilo
va
a
la
fuerza
a
alienar
al
espectador,
y
probablemente
por
motivos
diferentes.
Al
mismo
tiempo,
es
tremendamente
efectiva
en
cómo
establece
su
forma
y
como
la
lleva
a
las
últimas
consecuencias.
Y
también
la
rompe
en
un
final
sorprendente,
donde
pasa
a
dejar
crecer
la
atmósfera
de
inquietud
hacia
un
territorio
diferente.
Es
uno
de
los
ejercicios
de
estilos
más
marcados,
pero
también
de
los
más
interesantes,
que
nos
proporciona
el
cine
reciente.
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