Arnaud
y
Jean-Marie
Larrieu
hablan
de
los
lazos
que
no
son
de
sangre
en
su
nueva
película
Sería
incapaz
de
contar
cuántos
libros,
películas
y
series
hay
acerca
de
la
maternidad.
El
cuidado
de
los
hijos
por
parte
de
las
madres
ha
ocupado
gran
parte
de
la
ficción
desde
hace
tiempo,
pero,
por
fin,
la
figura
paterna
ha
dejado
de
estar
ausente
y
comienza
a
tener
su
representación
en
la
ficción.
Hoy
11
de
abril
se
estrena
una
historia
sobre
la
paternidad,
pero,
sobre
todo,
sobre
el
duelo
que
atraviesa
un
padre
ante
la
pérdida
de
su
hijo
no
biológico.
En
La
historia
de
Jim,
Aymeric
es
un
hombre
grande
y
bonachón
-uno
como
tantos-
que
se
cruza
en
el
camino
de
Florence,
una
mujer
embarazada.
Se
enamoran
e
inician
una
relación
justo
a
tiempo
para
que
el
pequeño
Jim
crezca
con
una
madre
y
un
padre,
aunque
éste
no
sea
biológico.
Pasan
8
años
felices
en
familia
hasta
que
reaperece
Christophe,
el
padre
de
sangre.
Aymeric
ve
como
su
hijo
se
va
de
sus
manos
sin
que
pueda
hacer
nada
por
recuperarlo.
Este
hombre
tan
normal
es
el
que
conduce
una
historia
que
no
solo
habla
de
paternidad,
sino
también
de
la
mezquindad
(o
no)
del
ser
humano
y
cómo
una
persona
pasa
por
etapas
tan
diferentes
a
lo
largo
de
toda
una
vida.
Los
cineastas
Arnaud
y
Jean-Marie
Larrieu
repasan
su
visión
de
los
lazos
de
sangre
en
una
entrevista
con
SensaCine.
Es
interesante
cómo
cada
vez
hay
más
películas,
libros
y
series
que
hablan
de
la
paternidad.
En
vuestro
caso,
¿por
qué
queríais
hablar
de
ella?
Jean-Marie:
Es
un
tema
que
surge
mucho
en
nuestras
películas
y
en
general
es
el
niño
que
descubre
que
su
padre
no
es
su
padre
o
tiene
dudas
y
eso
surge
a
menudo.
Nunca
supimos
por
qué.
No
tenemos
exactamente
una
explicación.
Pero
a
menudo
en
nuestras
películas
hay
un
hijo
que
se
dice
a
sí
mismo
que
entiende
que
su
padre
quizá
no
es
su
padre.
Es
cierto
que
nos
interesan
más
los
vínculos
que
están
más
allá
de
los
lazos
de
sangre
que
cómo
se
forman
las
familias
y
los
grupos
fuera
de
los
lazos
de
sangre.
Y
eso
circula
en
nuestras
películas.
¿Habéis
querido
basaros
fielmente
en
la
novela
o
habéis
utilizado
algo
de
vuestra
vida
personal?
Jean-Marie:
Francamente,
nos
dijimos
que
nos
íbamos
a
poner
al
servicio
del
libro.
Fue
como
una
primera
vez.
Nunca
habíamos
hecho
una
película
tan,
digamos,
social.
Lo
que
nos
conmovió
fue
lo
que
estaba
sucediendo
en
el
Jura.
Somos
originarios
de
los
Pirineos
y
esto
ocurre
en
los
círculos
de
trabajadores
temporales
y
proletarios
del
Jura,
que
están
entre
las
montañas
y
las
antiguas
fábricas.
Nunca
habíamos
hecho
una
película
así
y
la
novela
nos
permitió
hablar
de
personajes
de
ese
tipo.
Arnaud:
También
está
el
hecho
de
que
esta
historia
tiene
lugar
a
lo
largo
de
25
años,
lo
que
le
da
un
lado
muy
romántico
y
se
asocia
con
este
personaje.
Nos
gustó
mucho
el
hecho
de
que
el
hombre
común
tuviera
derecho
al
romance,
y
disfrutamos
contándolo.
Más
que
la
historia
de
la
paternidad
nos
gustó
la
historia
de
este
hombre
común
y
corriente.

Filmin
He
leído
que
elegisteis
a
Karim
Leklou
casi
al
instante,
¿qué
aportó
él
al
personaje?
Jean-Marie:
Fueron
tres
meses
donde
conocimos
a
otros
actores
y
todavía
no
lo
habíamos
conocido
a
él.
Todos
los
demás
actores
que
interpretaban
y
trataban
de
acercarse
al
personaje
tenían,
como
muchos
actores
en
otros
lugares,
çun
encanto
físico
evidente,
una
belleza.
Y
dijimos: ‘pero
no
es
la
historia
de
un
chico
guapo,
es
alguien
realmente
común
y
corriente,
que
tiene
un
físico
que
no
es
realmente
común,
incluso
un
poco
imponente’.
Y
entonces
tenía
que
haber
algo
sobre
su
humanidad.
Tomamos
un
café
con
Karim
y
su
lectura
del
guión,
su
forma
de
expresarse,
su
cuerpo…
Ni
siquiera
hicimos
una
prueba
con
él.
Nos
dijimos: ‘es
él,
es
él,
seguro,
y
va
a
ser
muy,
muy
hermoso’.
Así
que
fue
una
especie
de
desafío,
pero
sentimos
que
lo
iba
a
interpretar
muy
bien.
Arnaud:
También
vimos
inmediatamente
en
la
interpretación
de
este
amable
hombre
la
fuerza
de
Karim
Leklou.
Es
decir,
no
es
frágil
y
ya
está.
Era
una
persona
muy
tranquila,
muy
razonada,
que
hablaba
muy
bien.
Karim
nació
en
los
suburbios.
Proviene
de
una
familia
de
clase
trabajadora
y
su
padre
era
argelino.
Lo
bonito
de
la
película
es
que
nos
gustó
mucho
el
hecho
de
que,
con
sus
orígenes,
fuera
el
padre
de
un
niño
rubio.
Y
por
eso
insistimos
en
elegir
niños
que
no
se
pareciesen
a
él
físicamente.
Y
eso,
digamos,
es
un
poco
político,
pero
también
lo
queríamos.
¿Y
cómo
trabajó
su
relación
con
el
pequeño
Jim
fuera
de
las
cámaras?
Jean-Marie:
No
lo
trabajaron
de
ninguna
manera.
En
primer
lugar
porque
no
teníamos
mucho
tiempo.
Ni
mucho
dinero.
El
niño
no
estaba
en
París.
Cuando
hicimos
pruebas
con
niños
-es
cierto
que
fue
con
Karim-
no
duró
mucho.
Se
vieron
un
poco
antes
del
rodaje.
El
niño
pequeño
era
un
buen
actor.
Tenía
una
presencia
real.
Tenía
una
mirada
muy
hermosa.
Tuvimos
dos
actores
que
dieron
en
el
clavo,
lo
que
significa
que
cuando
hay
un
niño
en
la
pantalla
hay
una
especie
de
verdad,
y
Karim
también.
Por
eso
que
sentimos
que
trabajan
muy
bien
juntos.
Arnaud:
Sí,
habíamos
visto
a
otros
niños
que
eran
un
poco
más
cómicos
y
preferíamos
más
sencillos,
más
reales.
Nos
dijimos
que
no
nos
íbamos
a
cansar
haciendo
demasiadas
repeticiones.
Sentimos
que
teníamos
que
dejarlo
un
poco
en
blanco
y
que
la
relación
con
Karim
sería
suficiente
para
crear
los
personajes.
La
película
va
sobre
la
paternidad,
pero
el
otro
gran
lado
de
la
historia
es
Florence,
el
personaje
de
Letitia
Dosch.
Ella
podría
haber
sido
la
gran
villana,
pero
no
lo
es,
¿cómo
trabajasteis
este
personaje?
Jean-Marie:
Es
cierto
que
Florence
podría
haber
sido
la
mala
-no
mala,
pero
perversa
o
cruel
de
alguna
manera-
de
la
película
y
lo
que
han
querido
es
no
hacer
demasiado
hincapié.
Letitia
era
la
persona
perfecta
porque
ella
sabe
cómo
rebajar
ese
tono.
Ella
es
muy
de
su
personaje
y
dice: ‘vamos
a
probar
esto,
a
ver
qué
tal
nos
sale’.
Aunque
al
final
es
tremendamente
cruel
la
situación,
no
está
hecho
desde
la
maldad.
Está
hecho
desde
el ‘vamos
a
probar
esto’.
Letitia
es
la
perfecta
para
ello.
Arnaud:
En
el
guion,
antes
de
hacer
el
casting
y
elegir
a
Letitia,
lo
que
quería
ver
y
leer
en
el
guion
es
que
sus
decisiones
están
basadas
en
la
lógica.
Otra
cosa
es
que
no
se
lo
piense
mucho,
que
es
verdad
que
no
reflexiona
mucho,
pero
todas
las
decisiones
que
toma
tienen
que
tener
lógica
para
el
espectador.
Para
terminar,
¿cómo
describirías
la
película?
Va
sobre
la
paternidad,
pero,
¿qué
otras
capas
tiene?
Jean-Marie:
Lo
primero
es
el
paso
del
tiempo.
La
historia
se
desarrolla
a
lo
largo
de
25
años
y
toca
muchas
etapas
de
la
vida.
Nos
gustó
mucho
de
la
novela.
Nos
gustó
mucho
porque
retrata
personajes
que
avanzan
día
a
día.
En
francés
existe
una
expresión: “avanzar
con
la
vista”.
Y
eso
es
bastante
raro
en
dramaturgia,
porque
en
general,
en
dramaturgia,
explicamos
que
la
gente
tiene
planes,
tiene
ideas,
tiene
cálculos.
Y
eso
significa
que
hay
gente
mala.
Pero
es
precisamente
aquí
donde
nos
atrae
la
novela
de
Pierric
Bailly:
que
no
existen
verdaderos
malos,
sino
que
la
gente
hace
lo
que
hace
en
la
vida,
como
suele
ocurrir.
Después
puede
haber
desastres,
pero
no
está
calculado.
Nunca
existe
realmente
la
noción
de
un
tipo
malo,
puede
haber
crueldad,
pero
no
es
mezquindad.