Se
suele
decir
que
entre
‘Los
Picapiedra’
y
‘Los
Simpson’
nadie
tuvo
el
valor
de
volver
a
intentar
emitir
una
serie
de
dibujos
animados
en
prime
time.
No
es
cierto
del
todo:
entre
los
estrenos
de
ambas,
las
cadenas
se
atrevieron
a
mostrar
a
toda
la
familia
mitos
como ‘Don
Gato’, ‘Los
Supersónicos’, ‘Jonny
Quest’, ‘Mr.
Magoo’
o
la
desconocida ‘Espera
a
que
papá
llegue
a
casa’,
el
eslabón
perdido
entre
la
familia
prehistórica
y
la
de
Springfield.
Sin
embargo,
en
1960,
emitir
dibujos
animados
a
la
hora
de
cenar
(las
ocho
y
media
de
la
noche)
se
consideraba
una
absoluta
locura.
Dirigirla
directamente
a
los
adultos,
algo
que
no
podía
tener
éxito
de
ninguna
de
las
maneras.
Y
sin
embargo…
Flintstones,
pica-Flintstones
En
realidad, ‘Los
Picapiedra’
no
nació
de
la
nada.
Aunque
aparentemente
no
la
vendieron
así
a
las
cadenas,
se
ideó
como
parodia
de
otra
serie
que
en
aquel
momento
era
un
fenómeno
social: ‘Los
recién
casados’
(‘The
hooneymooners’).
En
España,
por
cierto,
más
que
por
la
serie
en
sí,
la
conocemos
por
un
famoso
chiste
del
segundo
episodio
de
‘Futurama’.
Sí,
el
de
“Cualquier
día
de
estos,
Alice…
¡Zas,
zum,
y
te
mando
a
la
luna!”.
La
serie
de
Jackie
Gleason
(que
llegó
a
plantearse
demandar
a
Hanna-Barbera
por
plagio)
solo
duró
una
temporada
entre
1955
y
1956
por
problemas
financieros,
pero
fue
suficiente
para
dejar
poso
en
los
hogares
norteamericanos.
Desde
luego,
influyó
tanto
como
para
justificar
los
166
episodios
originales
de
la
serie
animada.
Hanna-Barbera
creó
la
serie
tratando
de
quitarse
de
encima
la
ya
por
entonces
rancia
idea
de
que
los
dibujos
animados
eran “solo
para
niños”.
Su
idea
inicial,
y
la
que
vendió ‘Los
Picapiedra’
a
ABC,
era
hacer
una
especie
de ‘Tom
y
Jerry’
(por
aquel
entonces
cortometrajes
que
se
ponían
antes
de
las
películas
y
que
habían
ganado
siete
Óscars),
que
pudieran
disfrutar
niños
y
adultos.
Por
aquel
entonces,
el
estudio
estaba
haciendo
cosas
en
televisión
como ‘El
show
de
Huckleberry
Hound’
o ‘Tiro
loco
McGraw’,
y
quería
mucho
más…
Porque
sabía
que
podía
hacer
mucho
más.
Ahora,
después
de
ocho
spin-offs,
unas
20
películas
y
especiales
de
televisión
y
nuevas
versiones
adultas
anunciadas
(y
canceladas)
cada
pocos
años,
nos
parece
ver
claro
que
todo
el
mundo
en
Hollywood
debería
haberse
estado
peleando
por
el
proyecto.
Sin
embargo,
no
fue
así:
durante
dos
meses,
Joseph
Barbera
se
recorrió
todos
los
despachos
posibles
buscando
o
bien
anunciantes,
o
bien
una
cadena
que
lo
emitiera.
Su
pitch
de
hora
y
media
era
recibido
con
gruñidos
y
desacuerdos…
hasta
que
se
encontró
con
ABC,
que
estaba
buscando
arriesgarse.
Y
de
qué
manera.
Con
la
serie
vendida,
solo
había
un
problema:
¿Quién
iba
a
patrocinar
este
atrevimiento
que
olía
a
fracaso?
Fumando
espero,
el “Yabba-Dabba-Doo”
que
yo
quiero
Durante
el
periodo
de
concepción
de
la
serie, ‘Los
Picapiedra’
(que
cambió
de
nombre
varias
veces,
desde ‘The
Flagstones’
hasta ‘The
Gladstones’
antes
de
encontrar
el
definitivo)
no
paraba
de
dar
bandazos.
Por
ejemplo,
en
las
primeras
imágenes
promocionales
se
veía
que
Pedro
y
Vilma
tenían
un
hijo
(Pedro
Jr),
del
que
nunca
más
se
volvió
a
saber…
porque,
después,
tomaron
la
decisión
de
que
la
serie
sería
mejor
si,
en
un
principio,
no
hubiera
niños
a
la
vista.
Los
fans,
claro
está,
ya
se
han
hecho
sus
propios
dramas
alternativos
a
lo
largo
de
los
años:
fruto
de
una
relación
anterior,
una
muerte
prematura,
etcétera.
¡Los
siempre
divertidos
Picapiedra!

Otra
de
las
novedades
que
quitaron
tarde
fue
que
Dino,
la
mascota,
hablara.
En
el
episodio
18,
de
hecho,
aún
se
le
ve,
en
una
versión
primigénia,
de
charla
con
Pedro
y
Pablo,
y
comportándose
como
una
especie
de
mayordomo
para
la
familia,
tanto
planchando
como
quitando
el
polvo
o
contestando
al
teléfono.
Nunca
más
se
le
volvió
a
ver
así,
y
su
comportamiento,
como
sabemos,
se
asemejaba
más
bien
al
de
una
mascota.
Lo
único
que
tenían
claro
en
estos
primeros
compases
es
que
querían
dirigirse
a
una
audiencia
adulta,
mostrando
problemas
reales
no
infantilizados.
Eso
llevó
a
que
se
le
diera
el
mismo
tratamiento
que
a
una
sitcom
tradicional,
con
risas
enlatadas
e
incluso
-¡pecado
por
aquel
entonces!-
mostrando
a
las
parejas
durmiendo
juntas
en
la
misma
cama.
La
serie
se
convirtió
en
un
éxito
inmediato,
y
entonces
todo
el
mundo
se
peleó
por
ser
el
patrocinados.
Pero
hubo
una
empresa
que
tuvo
la
suerte
de
confiar
en
ella
antes
que
nadie:
los
cigarrillos
Winston.
Aunque
ahora
nos
resulte
chocante,
durante
las
dos
primeras
temporadas,
cada
episodio
terminaba
con
Pedro
encendiendo
un
pitillo
para
Vilma
mientras
cantaba
el
jingle
promocional.
Además,
los
Picapiedra
protagonizaron
varios
spots
publicitarios
donde
se
podía
ver
a
los
personajes
diciendo
cosas
como
el
eslogan,
“Un
Winston
sabe
bien,
como
debería
hacerlo
un
cigarrillo”
(“A
Winston
tastes
good,
like
a
cigarrette
should”)
o
“¡Sabes
que
no
fumo
otra
cosa!”.
A
día
de
hoy
son
anuncios
absolutamente
anacrónicos,
pero
en
aquel
momento
era
completamente
normal
que
los
programas
televisivos
estuvieran
anunciados
por
bebidas
alcohólicas
y
cigarrillos.
Sin
embargo,
en
la
temporada
3,
cuando
decidieron
que
-ahora
sí-
los
Picapiedra
tendrían
una
hija,
Pebbles,
el
anunciante
tuvo
que
cambiar
forzosamente.
Pasaron
de
cigarrillos
Winston
a
gelatina
Welch’s,
y
así
la
serie
dio
el
giro
definitivo
hacia
hacerse
más
familiar.
El
resto
es
historia:
acabó
bajando
en
audiencia
y
siendo
retirada,
pero
mantuvo
durante
años
el
récord
de
serie
animada
en
prime
time
más
longeva…
hasta
que
su
sucesora
natural, ‘Los
Simpson’,
la
superó
en
el
magnífico
episodio
de
la
temporada
8 ‘El
show
de
Rasca,
Pica
y
Poochie’.
Sin
publicidad
de
tabaco
por
ningún
lado,
eso
sí.
En
Espinof
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