Puede
que
cuando
Margaret
Atwood
escribió ‘El
cuento
de
la
criada

no
pensara
en
un
futuro
próximo,
sino
en

una
realidad
improbable
y
distópica,
tan
radicalmente
opuesta
a
la
actual
que
parece
imposible
de
alcanzar
.
Pero
es
posible
que
la
radicalización
política
actual
nos
lleve
a
pensar
lo
contrario
y
que
la
realidad
que
se
muestra
tanto
en
la
novela
de
1985
como
en
la
serie
de
2017
(y

la
adaptación
fallida
que
se
estrenó
en
1990
)
estén
demasiado
cerca
de
cumplirse.

Como
si
se
tratase
de
una
advertencia,
la
autora
canadiense
construyó
Gilead
con
la
intención
de
mostrar

hasta
qué
lugar
se
puede
llegar
cuando
desaparece
la
libertad

y
se
permite
que
ideologías
extremas
controlen
la
narrativa,
la
política
y
la
sociedad.

En
el
momento
en
el
que
se
publicó, ‘El
cuento
de
la
criada’
parecía
una
exageración,
pero

si
lo
analizamos
desde
la
perspectiva
actual,
a
muchas
personas
podría
parecernos
demasiado
familiar
.
Tanto
que
hasta
resulta
inquietante.

Porque,
en
un
contexto
como
el
de
ahora,
en
el
que
estamos
asistiendo
al
auge
de
los
populismos,
a
que
se
cuestionen
los
derechos
mínimos
y
universales
y
la
violencia
sistemática
contra
las
mujeres,
‘El
cuento
de
la
criada’
parece
estar
más
cerca
de
la
realidad
que
de
la
ficción
.

Como
si
se
tratase
de
un
capricho
del
espacio-tiempo,
la
adaptación
televisiva
de ‘El
cuento
de
la
criada’
aterrizó
en
un
momento
clave
y,
como
si
se
tratase
de
un
recordatorio
fijado
cada
cierto
tiempo,
la
serie
volvía
con
una
nueva
temporada,
dispuesta
a
dejarnos
claro
cuál
es
el
lugar
al
que
no
queremos
ir.

No
dar
nada
por
sentado

Fotograma de 'El cuento de la criada'

Aunque
haya
tenido
sus
idas
y
venidas,
‘El
cuento
de
la
criada’
siempre
será
el
grito
de
rabia
y
esperanza
que
llegó
en
un
momento
crucial
y
que

nos
anima
a
seguir
luchando
para
no
perder
los
derechos
conquistados
.
A
cargo
de
la
adaptación
está
Bruce
Miller,
que
con
esta
serie
protagonizada
por
Elisabeth
Moss
se
coló
en
un
contexto
de
incertidumbre
social
marcado
por
la
primera
presidencia
de
Donald
Trump.

Ahora,
con
su
reciente
regreso
al
poder,
lo
que
parecía
una
distopía
improbable
vuelve
a
ensordecernos
con
sus
ecos
de
realidad.
Sin
embargo,
también
nos
da
cierto
aliento
y
esperanza,
recordándonos
que
aunque
los
derechos
sigan
cuestionándose
(y
haya
hechos
que
demuestran
que
no
están
garantizados),
no
todo
está
perdido.
Y

hemos
avanzado
mucho
para
retroceder
en
solo
un
chasquido
de
dedos
.

Es
legítimo
pensar
que
las
mujeres
de
hoy
no
volverían
jamás
a
casa
a
servir
a
sus
maridos,
ni
aceptarían
sin
protestar
una
pérdida
de
derechos
tan
brutal
como
la
que
se
ve
en
Gilead.
Pero
ese
pensamiento
también
es
peligroso
y
nos
lleva
a
un
conformismo
poco
conveniente.
Por
eso
mismo,
aunque ‘El
cuento
de
la
criada’
no
pierda
el
halo
de
esperanza,
tampoco
deja
de
recordarnos
que

el
progreso
no
es
lineal
y
que
los
derechos
deben
protegerse
.

La
serie
funciona
como
un
espejo
distorsionado
que
refleja
todo
esto
y
que
deja
claro
que
la
sociedad
no
puede
permitirse
el
lujo
de
ignorar
que
no
es
tan
imposible
lo
que
vemos
en
pantalla.

Sin
embargo,
si
tuviera
que
quedarme
con
algo,
elegiría
pensar
que

el
legado
de ‘El
cuento
de
la
criada’
no
es
solo
oscuridad
.
También
es
resistencia,
sororidad
y
esperanza.
Es
un
recordatorio
de
que,
incluso
en
los
escenarios
más
desoladores,
siempre
quedará
alguien
con
fuerzas
para
seguir
peleando.
Y
de
que,
mientras
existan
series
como
esta,
no
estará
todo
perdido.

En
Espinof
|
‘El
cuento
de
la
criada’
se
equivocó
al
anunciar
la
secuela
tan
pronto.
Creo
que
la
decisión
será
un
lastre
para
el
final
de
la
serie

En
Espinof
|
‘The
Testaments’

Todo
lo
que
sabemos
de
la
secuela
de ‘El
cuento
de
la
criada’
protagonizada
por
la
Tía
Lydia
de
Ann
Dowd