Con
permiso
de
‘The
Raid’

y
su
electrizante
díptico
en
clave
indonesia,
‘John
Wick’

se
ha
convertido
por
méritos
propios
en

la
saga
de
acción
y
artes
marciales
más
reverencia
de
la
actualidad

gracias
a
tres
ingredientes
concretos:
unas
escenas
de
acción
arrolladoras,
una
factura
sencillamente
impecable
y
un
lore
tan
rico
como
interesante.
Todo
ello
sin
contar
con
el
carisma
de
un
Keanu
Reeves
que
ha
cargado
la
tetralogía
a
sus
espaldas
desde
su
primer
minuto
de
metraje.

Once
años
después
de
que
Chad
Stahelski
y
Derek
Kolstad
pusieran
la
primera
piedra
de
la
franquicia
y,
más
concretamente,
tras
el
contundente
cierre
de
un
‘Capítulo
4’

que
pareció
cerrar
definitivamente
el
arco
de
su
protagonista,
el
futuro
de
la
serie
numerada
de ‘John
Wick’
sigue
estando
en
el
aire.
Por
suerte,
‘Ballerina’,
aún
siendo
la
más
floja
de
las
cinco
producciones
para
la
gran
pantalla
estrenadas
hasta
la
fecha,

demuestra
que
quedan
pólvora
y
tortas
para
rato
.

Menos
sofisticación,
más
Ana
de
Armas

Desde
el
estreno
de
‘Otro
día
para
matar’

—así
se
tituló
por
estas
tierras
la
cinta
original—
en
un
ya
lejano
2014,
cada
entrega
fue
aumentando
de
forma
exponencial
los
niveles
de
violencia,
florituras
técnicas
y
coreografías
hasta
alcanzar
unas
cotas
inimaginables
en
un
cuarto
largometraje
que
merece
el
calificativo
de
catedral
del
género.

Un



actioner


de
diseño
reconvertido
en
obra
de
arte

que
deslumbró
tanto
en
lo
estrictamente
audiovisual
como
en
la
expansión
del
universo
en
el
que
se
ambienta.

Subrayar
todo
esto
a
estas
alturas
tiene
la
simple
y
llana
intención
de
poder
hacer
aún
más
clara
mi
opinión
sobre
una ‘Ballerina’
que
podría
describirse
como
una
entrada
sobradamente
funcional
y
sólida,
tal
vez
lastrada
por
la
siempre
delicada
e
impersonal
visión
de
un
director
por
encargo
como
Len
Wiseman
y,
lo
que
es
aún
más
evidente,

menos
sofisticada
que
sus
ultraestilizadas
predecesoras
.

Es,
precisamente,
en
el
concepto
de “sofisticación”
en
el
que
radica
la
clave.
En
esta
ocasión
todo
se
antoja
menos
opulento,
menos
trascendental
y,
en
cierto
modo,
con
una
inferior
voluntad
artística
—porque
sí,
el
cine
de
acción
puede
tenerla—.
No
obstante,
esto
no
quiere
decir
bajo
ningún
concepto
que
no
estemos
ante

una
película
digna
de
ser
disfrutada
en
una
pantalla
gigantesca

y
en
una
sala
equipada
con
un
sistema
de
sonido
capaz
de
hacer
retumbar
nuestra
caja
torácica
a
cada
disparo
y
cada
explosión.

wertr

En
lo
que
respecta
a
la
narrativa,
una
vez
se
superan

los
siempre
farragosos
terrenos
de
las
historias
de
orígenes
,
con
primeros
actos
dilatados,
secuencias
de
montaje
con
regusto
a
déjà-vu
y
giros
dramáticos
telegrafiados,
el
filme
marca
el
inicio
de
un
crescendo
constante
marcado
por
un
conflicto
suficientemente
interesante
—con
algún
que
otro
deje
de
melodrama
telenovelesco—
y
una
mirada
fresca
al
submundo
criminal
no
exenta
de
referencias
y
homenajes
forzados
para
los
parroquianos
de
la
casa
Wick.

Pero
en
una
cinta
como
esta,
lo
verdaderamente
importante
es
la
acción,
y ‘Ballerina’
no
decepciona
lo
más
mínimo.
Aunque
el
índice
de
violencia
haya
descendido
ligeramente,
sus
generosos
125
minutos
de
metraje
sirven
en
bandeja
tal
vez
no
de
plata,
pero

de
bronce,

una
salvajada
capaz
de
arrancar
aplausos
y
carcajadas

con
unas
setpieces
diseñadas
a
la
perfección,
pero
incapaces
de
desencajar
mandíbulas
del
modo
al
que
la
saga
nos
tenía
acostumbrados.

Probablemente,
el
gran
elefante
en
la
habitación
cuando
hablamos
sobre ‘Ballerina’
  no
sea
otro
que
Ana
de
Armas
y
la
duda
de
si
está
o
no
a
la
altura
y
preparada
para
recoger
el
hipotético
testigo
de
Keanu
Reeves.
Pues
bien,
la
actriz
cubana
ha
demostrado
con
creces
tener

lo
necesario
para
repartir
estopa
y,
en
última
instancia,
aportar
el
empaque
necesario

a
una
producción
que
puede
que
esté
diseñada
expresamente
para
seguir
exprimiendo
la
gallina
de
los
huevos
de
oro,
pero
que
cumple
con
creces
con
su
cometido.

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