En
el
mundo
de
los
cómics,
pocos
conflictos
son
tan
emocionantes
como
el
de
los
mutantes
de
‘X-Men’
reivindicando
su
identidad.
Es
un
nivel
de
existencialismo
que
pocas
veces
vemos
en
las
historias
de
Marvel,
y
que
incluso
se
atreve
a
hacer
paralelismos
reales
como
convertir
a
Magneto
en

una
víctima
del
holocausto
.

Resulta
que
a
principios
de
los
dosmil,
cuando
los
héroes
de
tebeo
estaban
inmersos
en
la
lucha
por
encontrar
su
lugar
entre
los
humanos,
Marvel

ya
decidió
por
ellos

si
merecían
ser
considerados
como
tal
o
no.
La
discusión
vino
del
lugar
más
inesperado:

un
conflicto
legal
con
el
gobierno
de
Estados
Unidos
.
Concretamente,
una
disputa
por
cuánto
debería
que
pagar
la
compañía
en
impuestos
a
la
hora
de
vender
figuras.

‘FALCON
Y
EL
SOLDADO
DE
INVIERNO’
demuestra
que
un
MCU
más
ADULTO
es
posible

Mirando
por
el
bolsillo

Es
aquí
donde
hay
que
pararse
a
hablar
de
una
distinción
particular
que
hacía
la
ley
estadounidense
por
aquel
entonces.
Por
alguna
razón,
para
los
organismos
regulatorios
no
eran
los
mismo
las
muñecas
(“dolls”)
que
los
juguetes
(“toys”).
La
primera
diferencia
era
morfológica.
Las
muñecas
eran
todo
aquello
que
representase
a
un
humano
de
carne
y
hueso,
mientras
que
los
juguetes
cualquier
otra
cosa,
fuera
un
camión,
un
perro
o
un
robot.
Más
importante
para
lo
que
nos
acontece,
las
muñecas
pagaban
12%
de
impuestos
mientras
que
los
juguetes
la
mitad,
un
6,8%.


Estas
cifras
interesaban
mucho
a
Marvel

porque
encabezando
el
juicio
estaba
una
empresa
subsidiaria,
Toy
Biz,
encargada
de
hacer
juguetes
de
personajes
de
la
compañía
y
que
tenía
un
chollo
en
mente:
si
podían
ganar
el
argumento
de
que
el
gobierno
concediera
la
no
humanidad
a
los
mutantes,
podrían
ahorrarse
un
buen
pico
en
futuros
impuestos.

Toybiz

De
un
modo
que
habría
avergonzado
al
mismísimo
Charles
Xavier,
Marvel
no
dudó
un
segundo
en
echar
por
tierra
la
humanidad
de
sus
mutantes
de
cara
al
gobierno,
insistiendo
en
los
muchos
aspectos
que
los
hacían
diferentes
(como
las
largas
garras
de
Lobezno)
pese
a
que
físicamente
algunos
pudieran
pasar
por
seres
humanos
normales
y
corrientes.

Curiosamente,
era
la
oposición
la
que
no
lo
tenía
tan
claro.
En
el
gobierno

estuvieron
analizando
hasta
60
figuras
diferentes
,
e
insistían
en
que
el
aspecto
era
lo
suficientemente
humano
para
ser
considerado
muñeca.
El
veredicto,
no
obstante,
acabó
dándole
la
razón
a
Marvel.
En

un
documento

de
32
páginas
sentenciaron
que
pese
a
compartir
características
humanas,
no
lo
eran,
y
pertenecían
a
una
categoría
más
afín
a
los “monstruos”
o
a
los “robots”.

Xmen


Hoy
en
día,
que
a
los
mutantes
no
se
les
llame
humanos
es
casi
visto
como
un
halago
.
Las
historias
más
recientes
de
la
franquicia
han
incidido
mucho
en
el
deseo
de
independencia
de
lo
que
en
esencia
se
concibe
como
una
especie
separada
a
los
humanos.
Es
un
espíritu
que
podemos
ver
muy
claro
tanto
en
la
recomendable
saga
de
cómics
de
Krakoa
como
en
la
reciente
serie ‘X-Men
97’.

Pero
esto
no
estaba
tan
claro
a
principios
de
los
2000,
donde
mutantes
y
humanos
no
eran
especies
necesariamente
excluyentes
y
los
lectores
se
habían
encariñado
con
unos
tebeos
que
insistían
una
y
otra
vez
en
que,
pese
a
sus
diferencias,
sus
personajes
favoritos
eran
como
cualquier
otra
persona.
El
veredicto
dolió
lo
suficiente
como
para
que
Marvel

hiciera
un
comunicado

afirmando
que
sus
héroes
eran
tan
especiales
que
merecían
esa
categoría.
Lo
irónico
es
que
su
victoria
no
sirvió
para
mucho,
porque
años
más
tarde
se
eliminó
la
distinción
entre
muñecas
y
juguetes.

En
Espinof
|

La
mafia
no
quería
que ‘El
Padrino’
les
representase
mal.
La
película
les
acabó
gustando
tanto
que
empezaron
a
imitarla

En
Espinof
|

Cada
año
millones
de
suecos
se
pegan
a
la
pantalla
para
ver
el
mismo
fenómeno: “No
veo
deportes,
no
me
gustan.
Me
gustan
los
alces”