En
los
últimos
veinte
años,
la
animación
digital
ha
evolucionado
de
tal
forma
que
ha
transformado
completamente
el
cine
tal
y
como
lo
conocíamos.
Detrás
de
este
cambio
radical

hay
una
película
de
DreamWorks

que
marcó
un
antes
y
un
después:
fue
tan
ambiciosa
en
su
uso
de
tecnología
y
potencia
informática
que
no
solo
multiplicó
de
golpe
los
requisitos
de
procesamiento
para
cada
nueva
entrega,
sino
que
incluso
inspiró
su
propia “ley”
interna
dentro
del
estudio.

El
fenómeno
tuvo
su
origen
con
la
primera
entrega
de ‘Shrek‘,
la
cinta
animada
a
principios
de
los
2000
que
rompió
esquemas,
tanto
en
la
gran
pantalla
como
en
cada
una
de
las
secuelas
que
el
estudio
lanzaba,
ya
que
no
sólo
era
un
verdadero
hito
en
la
animación,

sino
también
en
el
ámbito
tecnológico
,
ya
que
cada
entrega
duplicaba
el
número
de
horas
de
render
de
la
película
anterior:
desde
los
5
millones
de
horas
de
cálculo
del
primer
film,
se
pasó
a
10
con
la
segunda,
luego
20
con
la
tercera
y
más
de
45
en
la
cuarta.

Ante
esta
tendencia,
DreamWorks
acuñó
el
término “la
ley
de
Shrek
“,
un
guiño
a
la “Ley
de
Moore”,

que
duplicaba
el
poder
de
los
chips

cada
18
meses,
pero
aplicado
específicamente
al
tiempo
de
renderizado
en
sus
propias
producciones,
un
empujón
tecnológico
que
no
fue
gratuito
para
cumplir
con
esa
demanda
creciente

DreamWorks
se
asoció
con
Intel
,
aprovechando
sus
procesadores
Xeon
y
plataformas
de
alto
rendimiento.

Un
hito
para
la
animación

Gracias
a
ello,
lograron
un
aumento
del
rendimiento
de
más
del
60 %
sobre
sistemas
anteriores,
lo
que
permitió
afrontar
proyectos
como ‘Kung
Fu
Panda
2

o ‘El
gato
con
botas

con
escenas
en
3D
estereoscópico
complejas
que
exigían
aún
más
cómputo.

El
impacto
fue
doble:
por
un
lado,
esa
película
impulsó
el
uso
de
sistemas
de
renderizado
y
simulación
como
nunca
antes
visto;
por
otro,
sirvió
de
palanca
para
llevar
los
entornos
de
animación

a
nuevas
cotas
de
realismo
y
complejidad
visual
.
DreamWorks
desarrolló
arquitecturas
de
software
y
flujos
de
trabajo
que
escalaban

con
la
potencia
del
hardware
,
lo
que
permitió
mantener
la
creatividad
fluyendo
a
la
par
del
avance
técnico.

La
expresión “ley
de
Shrek”
no
aparece
en
carteles
ni
créditos,
pero
se
convirtió
en
parte
del
ADN
técnico
del
estudio:
resumía
perfectamente
la
paradoja
tecnológica:
aunque
el
hardware

mejoraba
según
la
ley
de
Moore
,
los
requerimientos
de
la
película
crecían
incluso
más
rápido
debido
a
efectos
como
simulaciones
físicas,
iluminación
global
y
detalles
de
pelaje,
agua
o
multitud
de
personajes.

En
definitiva,
esa
producción
fue
más
que
un
éxito
en
taquilla:
fue
un
motor
de
innovación
en
animación
digital
que
impulsó
nuevas
exigencias
informáticas,
inspiró
alianzas
industriales
estratégicas
y
demostró
que
para
mantenerse
en
la
vanguardia,
un
estudio
de
animación

necesitaba
infraestructura
tecnológica
robusta

y
en
constante
evolución.

Fotos
de
IMDB

En
Trendencias
|
“Era
como
estar
enterrado
vivo
todos
los
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Jim
Carrey
confiesa
cómo
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la
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de
darle
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uno
de
sus
más
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En
Trendencias
|

Michael
Jackson
era
tan
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de
los
héroes
de
cómic
que
por
poco
logra
lo
impensable:
comprar
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para
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a
su
personaje
favorito