

Solo había una manera de hacer realidad la narrativa de Roald Dahl, y esa era lanzando a una niña actriz. Cuando no había CGI, Mara Wilson tuvo que ver cómo se las gastaban en el antiguo Hollywood
Cuando Roald Dahl creó a Matilda por primera vez, no se la imaginó como una adorable niñita amante de los libros, sino como una loca que utilizaba sus poderes para torturar a sus padres y ayudar a una profesora a ganar dinero con las carreras de caballos. Por suerte, su editor lo leyó a tiempo y le ayudó a volver a escribirlo, pero esta vez repleto de cambios. Fue un sonoro acierto y, de hecho, Dahl reconoció tiempo después que estaba profundamente equivocado y tardó un año en encontrar el tono correcto de la novela. Eso sí, el resultado es absolutamente fantástico.
Tienes que ser un poco travieso
A la hora de llevar Matilda al cine, Danny DeVito sabía que no podía hacer una película normal y corriente: la trama pedía exageración e ir más allá de lo que se esperaba. Por eso, su director de fotografía, Stefan Czapsky, insistió en utilizar trucos de lentes y perspectiva para que se pareciera a las películas de Terry Gilliam. Y sí, la verdad es que es fácil verlo: hay muchos trucos visuales, pero los más importantes se hicieron sin trampa ni cartón, aunque resulte difícil creerlo.
Es el caso del lanzamiento de Amanda Thripp por parte de la Trunchbull (sí, la famosa escena donde coge a la niña de las coletas), que muchos creen aún ahora que fue un efecto especial… pero se hizo tal cual, sujetando a la actriz, Jacqueline Steiger, con un complejo sistema de cables. Eso sí, las trenzas (que no formaban parte del peinado de la niña) se caían cada dos por tres y costó más de lo que parece. Al menos todos acabaron ilesos. Bueno, casi todos.
Pam Ferris, que hacía de la señorita Trunchbull, se hizo daño en el dedo y necesitó siete u ocho puntos de sutura, debido a que la fuerza centrífuga al soltarla era demasiado grande. No fue la única vez que tuvo que ir al hospital: en la escena donde es machacada por los borradores, la tiza le entró en los ojos y necesitó varias sesiones para lavar sus ojos del todo. Gajes del oficio.













