“Si no lo veo, no lo creo” se ha convertido en la expresión que mejor define muchos de los últimos documentales que han ido haciendo ruido durante los últimos tiempos, y es cierto que muchos de ellos han ido subiendo el listón de lo creíble, pero una vez más, volvemos a quedarnos patidifusos con un nuevo estreno de ese tipo. El último en llegar, ‘Tiger King‘, disponible en Netflix, es una locura difícil de creer. Y de olvidar.
Por un puñado de tigres
¿Sabes esas series que lo tienen todo? ¿Esos thrillers tan increíbles, llenos de giros inesperados, sorpresas y emoción? Bueno, dejando de lado que ahora mismo estamos viviendo una historia más cercana al terror, dicen que la realidad supera a la ficción. Y la realidad de esta serie documental de siete episodios, dirigida a cuatro manos por Eric Goode y Rebecca Chaiklin, supera cualquier tipo de ficción de cualquier género. Entre las imágenes de archivo de este fantástico documental hay un momento que pasará desapercibido, pero que deja a ‘Sharknado‘ casi como cine costumbrista.
No es fácil explicar en unas pocas líneas todo el menú de disparates y la oferta de mezquindad que ofrece ‘Tiger King’, más que el retrato de un personaje central, el peculiar Joe Exotic (peculiar por decir algo), un reflejo de una parte de la sociedad norteamericana que sobrevive a través de la crueldad de terceros. Ya sean animales exóticos o seres humanos. O de seres humanos que escuchan sus discos de música country.
Cultos y felinos
‘Tiger King’ nos mete de lleno en un mundo cruel que jamás habríamos imaginado tan barriobajero y falto de glamour: el mundo de los propietarios de grandes felinos y otros animales exóticos. Entre todos los excéntricos y gurús que se movieron en esas aguas pantanosas, casi del hampa, Joe Exotic destaca por encima de los demás. Un cantante de country polígamo y amante de las armas que dirige un zoológico de carretera en Oklahoma.
Carismático, descarriado, y rodeado de una tropa de personajes increíbles, entre los que se cuentan capos de la droga, estafadores y líderes de sectas, Joe tiene algo en común con todos ellos: su pasión por los grandes felinos y por el estatus y la atención que suscitan sus colecciones de animales. Y por querer ser el número uno en lo suyo.
Durante un par de episodios todo es carne de parodia gruesa por la que Will Ferrell suplicaría. No resulta complicado ver a Ferrell en la piel de Bhagavan Antle. La cosa se endurecerá con la aparición de Carole Baskin, una activista propietaria de un refugio, que amenaza con arruinarles el negocio, avivando una rivalidad que acaba en una historia retorcida y rocambolesca que demuestra el tipo de persona que es aquella que colecciona tigres y panteras. Lo más sensato que he visto aquí ha sido observar como un empleado de Joe Exotic llena un generador de gasolina con un cigarro incandescente en los labios.
Si eres fan de los documentales centrados en la parte más oscura del país de las oportunidades (aunque ahora mismo no pueda presumir de nada tras los últimos acontecimientos que han hecho temblar al mundo), es mejor que te lances de cabeza a una historia de guerrillas selváticas, malas decisiones y peores personas llena de secretos y giros que nunca verás venir. ‘Tiger King’ es una de las grandes apuestas de esta cuarentena para desconectar un rato y pensar que, a lo mejor, tampoco estás tan mal.