Los
anuncios
existen
desde
antes
de
que
la
primera
imagen
se
proyectara
sobre
una
pantalla.
De
hecho,
se
han
hallado
ejemplos
de
la
época
de
la
Antigua
Roma,
donde

se
promocionaban
los
servicios
de
gladiadores
y
burdeles.

Sin
embargo,
la
primera
publicidad
que
se
mostraba
en
la
Linterna
Mágica
no
era
muy
apasionante:
anuncios
de
sombreros
o
gominolas
trataban
de
encontrar
su
hueco
en
diapositivas
a
todo
color
realizadas
en
cristal
(por
lo
que
eran
fáciles
de
romper
y
caros
de
rehacer).
Por
suerte,

el
cine
llegó
justo
a
tiempo
.

El
product
placement
fue
primero

Todos
sabemos
que
en
1895
los

Lumiére

se
llevaron
el
gato
al
agua
entre
los
diferentes
formatos
que
competían
entre

gracias
al
cinematógrafo.
Y
no
fueron
pocos
los
que
vieron
que

había
posibilidades
para
la
publicidad
en
esta
atracción
de
feria
.
De
hecho,
los
propios
Lumiére,
de
la
mano
del
operador
de
cinematografía
Alexander
Promio,
filmaron
el
que
se
podría
considerar,
más
que
el
primer
anuncio
audiovisual
de
la
historia,

el
primer
product
placement,
que
fue
de
jabón
Sunlight,
un
producto
de
Lever
Brothers.

En ‘Laveuses’,
varias
mujeres
aparecen
lavando
la
ropa
mientras
dos
cajones,
de
cara
al
público,

tienen
inscrito “Sunlight
Savon”
y “Sunlight
Seife”

(la
variante
francesa
y
alemana
de
la
marca).
Un
par
de
niños
entran
en
plano
y
se
marchan
a
posteriori.
La
película
de
treinta
segundos,
titulada
en
inglés ‘Washing
Day
in
Switzerland’
(‘Día
de
lavado
en
Suiza’)

se
proyectó
el
26
de
septiembre
de
1896,
como
era
habitual
,
dentro
de
una
recopilación
de
cortometrajes.

‘Laveuses’
tenía
una
intención
muy
pura
respecto
a
la
publicidad
,
pero,
como
todos
sabemos,
esta
pureza
no
siguió
adelante.
En
1897,
William
Heise
(director
del
famoso
corto
fundacional
‘El
beso’

un
año
antes)
hizo
para
la
empresa
de
Edison
el
primer
anuncio,
tal
y
como
lo
concebimos
nosotros,
de
la
historia.
Antes
de
esta
fecha,

los
cines
proyectaban
imágenes
publicitarias
fijas
entre
cortometraje
y
cortometraje

para
ganar
un
poco
de
dinero
extra,
pero
todo
estaba
a
punto
de
cambiar.

Al
fumeque

No
se
sabe
si
hubo
otro
anuncio
emitido
en
cines
antes
de
este
(y
varía
según
la
percepción
de
cada
cual,
¿son
los
cortometrajes
de
trenes
de
Edison
publicidad?),
pero


es
el
primero
con
copyright
y
el
más
antiguo
que
haya
durado

hasta
nuestras
fechas.
El
anunciante
fue
Cigarrillos
Admiral,
veinte
segundos
absolutamente
locos
en
los
que
daba
tiempo
a
mostrar
a
una
mujer
saliendo
de
una
cajetilla
de
tabaco
gigante
que
le
da
cigarrillos
a
cuatro
hombres
de
diferentes
etnias
fumando
(incluyendo
un
indio
con
sus
plumas
en
una
caricatura
que
ahora
se
vería
insolente).
Después,

los
cuatro
hombres
desenrollan
un
cartel
en
el
que
aparece
el
eslogan “We
all
smoke”

(o
sea, “Todos
fumamos”).

Obviamente,
el
mundo
ha
cambiado
mucho
desde
hace
117
años
y

se
nos
hace
grotesco
ver
no
solo
un
anuncio
de
tabaco
tan
descarado
,
sino
las
caricaturas
racistas
que
en
él
se
muestran.
La
empresa,
por
cierto,
se
unió
a
otra
en
1899
y
nunca
más
se
supo.
Poco
a
poco,
las
películas
fueron
haciéndose
más
largas
y
el
cine
empezó
a
entenderse
no
ya
como
fenómeno
de
feria,
sino
como
entretenimiento
por

mismo
(o
incluso
arte,
llegados
a
un
punto).
Y,
claro,

las
películas
anunciadas
necesitaban
ir
más
allá
del
póster
.
Fue
así
como
nació
un
género
más:
el
tráiler.

¡Cuidado,
Kathlyn!

Se
dice
que
el
primer
tráiler
de
la
historia
(muy
diferente
a
como
lo
conocemos
ahora,
claro)

se
proyectó
en
1912
en
un
parque
de
atracciones,
y
anunciaba
el
serial ‘Las
aventuras
de
Kathlyn’
,
esponsorizado
por
el ‘Chicago
Tribune’.
Este
fue
el
segundo
serial
americano
de
la
historia
del
cine
(estrenado
justo
después
de ‘Lo
que
le
pasó
a
Mary’,
que
tiene
el
honor
de
ser
el
primero)
y
era,
además,
un
experimento
transmedia:

la
novela
con
las
aventuras
de
Kathlyn
apareció
en
las
librerías
en
enero
de
1914
,
tan
solo
un
mes
después
de
su
estreno
en
cines.
A
ver
quién
era
capaz
de
resistirse.

Kathlyn

‘Las
aventuras
de
Kathlyn’
terminaba
cada
episodio
en
un
cliffhanger

(obligando
así
al
público
a
volver
el
semana
siguiente)
y
ofrecía
imágenes
de
lo
que
iba
a
pasar
a
continuación.
“¿Escapará
de
la
guarida
del
león?
¡Descúbralo
en
otro
emocionante
episodio
patrocinado
por
el ‘Chicago
Tribune!”
,
decían
estos
proto-tráilers.
Al
menos
aparentemente,
dado
que
el
serial
está
tristemente
perdido
salvo
algunos
fragmentos.
El
serial,
por
cierto,
tuvo
tanto
éxito
que
aumentó
las
ventas
del
periódico
en
un
10%
e

incluso


permitió
que
el
personaje
tuviera
película
propia
en
1916.

Poco
a
poco,
los
anunciantes
empezaron
a
ver
el
interés
en
anunciarse
en
los
cines:

en
1913
se
mostró
un
anuncio
del
musical
de
Broadway ‘The
plasure
seekers’
,
que
duró
dos
meses
en
cartel.
Se
consideró
un
éxito
y
todos
los
cines
alrededor
empezaron
a
copiar
la
idea,
mostrando
negocios
locales
al
terminar
la
película,
que
poco
a
poco
se
fueron
convirtiendo
también
en
anuncios
de
futuras
películas.
Llegado
un
momento,
cuando
estaba
normalizado,

se
plantearon
proyectarlos
antes
de
la
cinta
en
lugar
de
después

para
que
todo
el
mundo
pudiera
verlos.
Pero
eso
es
otra
historia.

En
Espinof
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Cuando
Hollywood
fingió
la
muerte
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una
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tener
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con
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y
crear
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