Alfred Hitchcock ya dejó claro que no había que meterse con la gente del Motel Bates, pero la televisión decidió ignorarle y acabó con Olivia Cooke totalmente deprimida y sin poder hacer daño ni a una mosca

Cuando Alfred Hitchcock estaba rodando Psicosis, una obra que fue tremendamente vanguardista y rompedora en pleno reino del Código Hays, seguro que no esperaba que más de 50 años después no solo se iba a seguir hablando de ella, sino que iba a tener una precuela televisiva que continuaba a tres secuelas, un remake plano por plano, un spin-off televisivo e incluso cómics, videojuegos y obras de arte basadas en su película. Aún está menos claro que todo esto le fuera a sentar mínimamente bien al bueno de Hitch.

A la ducha, otra vez

La historia de Bates Motel es de lo más curiosa, porque la serie que finalmente vimos en 2013 era la segunda intentona de hacerla: en 1987 se estrenó el piloto en NBC, pero finalmente se quedó en eso, una TV-movie que no tenía mucho más que ofrecer como precuela. Sin embargo, la versión contemporánea sí que se convirtió en un éxito que lanzó a la fama a Freddie Highmore y a una novata llamada Olivia Cooke.

Eso sí, Cooke casi no lo cuenta: en la serie, interpretaba a Emma Decody, una joven con una enfermedad crónica amiga de Norman Bates, y, como solo grababa una vez cada dos semanas, se quedaba totalmente sola en Vancouver mientras rodaban durante días y días: tenía solo 20 años, así que aún no podía salir de fiesta y su familia estaba lejos, así que acabó con problemas mentales.

Es más: según cuenta la propia actriz, durante el rodaje en 2016 tenía que leer los titulares sobre la política americana y el ascenso de Donald Trump y cada vez se sintió más y más deprimida, llegando a tener una crisis. Por suerte, ahora, como protagonista de La casa del dragón, parece que ha podido superarlo sin problemas. Y así seguirá, siempre que no se acerque de nuevo a ver cómo andan los Bates…