El cine lleva más de un siglo enseñándonos a amar. Durante décadas, la máquina de los sueños (Hollywood en mayor medida) ha expandido una idea del amor romántico que conquistó a varias generaciones que aún ahora celebran el día del cupido más convencional, pero hoy, con el nuevo milenio bien entrado, nos cuestionamos esas relaciones tan establecidas en nuestro ideario.
Para celebrar que otras formas de amor son posibles, echamos un vistazo a la ficción actual y hacemos una selección ecléctica de cinematografía y series de televisión que reflexionan sobre ese sentimiento universal y a la vez tan único y personal que es amar.
‘10.000km’ (2014), de Carlos Marques-Marcet
Captando la esencia de la juventud desmovilizada actual como nadie y enclavada en un contexto aún vigente de escape y búsqueda de nuevas vías de satisfacción personal y profesional más allá de las fronteras y limitaciones dadas, la ópera prima de Marques-Marcet, si bien agridulce, es un canto al entendimiento de la pareja bajo el prisma de un milenio que ha marcado irremediablemente a toda una generación.
Hastiada de la falta de oportunidades en su adorada Barcelona, Alex (Natalia Tena) emprende un viaje a Los Angeles que cambiará su futuro como fotógrafa y de paso las bases de su relación con Sergi (David Verdaguer), que quedará atrás ante la perspectiva de progreso de la mujer a la que ama.
‘Langosta’ (‘The Lobster’, 2015), de Yorgos Lanthimos
El realizador griego, que acumula todo tipo de nominaciones con ‘La favorita’, (2018), en la que se adentra en la corte inglesa donde las relaciones de poder se asientan sobre un triángulo de amor lésbico, en realidad siempre ha reflexionado sobre las relaciones de afecto, sexo, pasión y obligación en el contexto de una sociedad siempre desquiciada y hasta cierto punto patética.
En 2015, ‘Langosta’ partía de una premisa distópica en una sociedad en la que todo individuo tenía cabida únicamente en pareja. Encerrados en un resort de lujo, los participantes solteros debían encontrar un compañero de vida con quien incorporarse a la vida social o de lo contrario pasarían el resto de sus días convertidos en un animal de su elección. Una reflexión brillante y de precisión y frialdad quirúrgicas sobre el encaje de la individualidad y la presión popular en la configuración de la idea de pareja.
‘Her’ (2013), de Spike Jonze
En un mundo también distópico, aunque en realidad representación naturalista de un futuro no muy lejano, ‘Her’ desnuda una historia de amor entre un adulto solitario y su sistema operativo móvil, paradójicamente capturando de forma magistral una alta carga emocional entre dos “individuos” a los que jamás veremos juntos.
Lo de Jonze es un milagro con alma en una era digital con tendencia a la deshumanización. Con la acertada y altamente reconocible voz de Scarlett Johansson y maravillosamente acompañado de Amy Adams y Rooney Mara, un estupendo y nunca visto antes Joaquin Phoenix firma, sin duda, la actuación más tierna de su carrera.
‘Lost in Translation’ (2003), de Sofia Coppola
También Scarlett Johansson protagoniza de forma hipnótica y a la vez inteligente otra de las historias románticas del cambio de milenio. Basada en un Japón hipermoderno, urbano y avanzado, al tiempo que frío y hostil, dos visitantes americanos (protagonismo compartido con Bill Murray) se encuentran entre la impersonalidad de un hotel de Tokio para rescatarse de una estancia solitaria e incomprendida entre la inmensidad de un país que, aunque familiar, suena completamente ajeno a ellos.
Serie ‘Love’ (2016-2018)
El siempre peculiar Judd Apatow firma con ‘Love’ una de las obras maestras de las relaciones contemporáneas en su retrato de una pareja desmembrada y torpe, cuyos protagonistas deben más atender sus propios problemas antes de compartirse con el otro.
Una brillante captura de la esencia millennial y el universo que rodea a toda una generación en constante puesta en entredicho, representado de forma sencilla y divertida por un magnífico reparto, tan particular y contradictorio como sus propias ideas. De ésas para el visionado en bucle, una de las mejores comedias románticas de Netflix.
Serie ‘Dates’ (2013)
La de Channel 4 (Reino Unido), fue una miniserie original de 9 capítulos desarrollada sobre la perspectiva del primer encuentro a ciegas de una potencial pareja que se había conocido a través de una aplicación de mensajería móvil. A partir de una serie de cuestiones en ocasiones torpes o prejuiciosas, aunque ciertamente humanas, cada uno de estos capítulos cortos parte de forma ingeniosa y ágil de un formato cíclico para acabar dotando a sus personajes de un desarrollo profundo y naturalista a través del diálogo.
Una premisa extrapolable a una amplia base de la sociedad occidental actual y altamente exportable, como se comprobó con adaptaciones como la de TV3 en ‘Cites’ (2015-2016).
Serie ‘Please Like Me’ (2013-2016)
Más allá de exageraciones, el australiano Josh Thomas protagoniza, escribe y dirige la mejor comedia dramática romántica de los últimos tiempos. Con un tono ácidamente divertido, irónico, cáustico, crudo y directo, altamente inteligente y sutil, y siempre basado en el diálogo y los comportamientos orgánicos de unos personajes con pocos filtros, este talento natural perfila la realidad cotidiana de un grupo de amigos que comparte juventud, amores y desamores, dudas y reflexiones en los suburbios de alguna ciudad australiana.
Su carácter totalmente único, unido a la universalidad de sus personajes, la convierten en una de las series imprescindibles como retrato generacional.
‘María y los demás’ (2016), de Nely Reguera
Pensar en la juventud actual en España es pensar en eso de que “los treinta son los nuevos veinte”, y también en un nuevo cine español desarrollado al margen. Muchas son las obras recientes que analizan las formas de relación entre adultos atrapados en condiciones precarias más propias de la tierna juventud, que compaginan la ambición de unas aspiraciones que parecen no llegar nunca con la idea de movimiento continuo y búsqueda, por oposición al asentamiento de sus predecesores.
La ópera prima de Nely Reguera se centra en los treinta de una mujer soltera (una Bárbara Lennie enorme que trasciende la pantalla), que mantiene relaciones esporádicas con un separado más centrado en sus hijas pequeñas que en cualquier otra idea romántica. Una mujer moderna y culta, sin embargo atrapada por la presión de una sociedad que se empeña en recordarle que llega tarde en todas las facetas de su vida. Un retrato tan amargo como auténtico y digno de reivindicar en cuanto a que parte significante y representativa de nuestros tiempos.
‘Frances Ha’ (2012), de Noah Baumbach
También constituye un relato generacional el film de Baumbach, coescrito y protagonizado por una de las responsables del relevo del cine independiente americano, Greta Gerwig, que en la piel de Frances representaba la angustia de sentirse una chica demasiado joven para ser una mujer adulta y demasiado mayor para jugar a no serlo.
Heredada de los nuevos cines europeos del siglo anterior, ‘Frances Ha’ es una historia de búsqueda y una oda de amor no convencional. Oda a perderse y encontrarse, oda a Nueva York con reminiscencias del París de la Nouvelle Vague, una oda de amor a la amistad, la cultura, a la vida y a uno mismo.
‘Guy and Madeline on a Park Bench’ (2009), de Damien Chazelle
Con un buen número de referencias clásicas detrás, muchos tomaron ‘La La Land’ como el musical romántico definitivo, a pesar de su poso tremendamente amargo y retorcido que desmontaba desde el interior una idea construida por los grandes estudios durante décadas.
Sin embargo, un primer Damien Chazelle fuertemente inspirado por los mismos nuevos cines que otros de sus compañeros de generación anteriormente mencionados, firmaba la verdadera obra romántica de su carrera en su iniciática ‘Guy and Madeline on a Park Bench’.
Aquélla, que comparte temas e ideas musicales con su más reciente éxito hollywoodiense, seguía en blanco y negro el vagabundear de dos personajes erráticos en su concepción de la vida y el amor. Carismática y encantadora, vibrante en su puesta en escena con un enorme ritmo en su filmación autoral de la música y el amor (por ella y entre ella), que atrapa el alma del enamoramiento.
‘La reconquista’ (2016), de Jonás Trueba
Con ese aire nostálgico y mágico heredado de una biblioteca plagada de referencias al cine francés de los 60 y 70, Jonás Trueba aborda sus películas como la extracción de un pedazo de alma cinéfila. Su habitual poema de amor al cine, presente a lo largo de toda su obra, donde destaca la magnífica ‘Los ilusos’ (2013) —que además constituye una declaración de amor a las calles de Madrid—, cristaliza de forma romántica en una pareja rota y extrañada que se reencuentra tras años de caminos separados.
La ilusión perdida y desenterrada en un encuentro único en un presente que no cabía en su futuro, convierte un deseo platónico reencontrado en un amor difícilmente categorizable. Profundamente emocional y construida sobre el amor incondicional hacia unos personajes sensibles y extraordinariamente humanos.
‘Deseando amar’ (‘In the Mood for Love’, 2000), de Wong Kar Wai
Si hablamos en términos platónicos, de sutilidad y gestos contenidos, los asiáticos son maestros. Con el cambio de milenio, muchas fueron las voces que sobresalían sobre el desarrollo imparable de los gigantes orientales y que reivindicaban una re-humanización de una sociedad perdida.
De los muchos ejemplos, destacamos una de las grandes obras de Wong Kar Wai, una historia de amor platónico y prohibido de pequeños gestos e increíble lirismo. Atados ante las miradas de una sociedad escrutadora y frente a la sospecha de infidelidad sobre sus respectivos matrimonios, la pareja iniciará una intensa relación de amistad con tal carga emocional que quita el aliento.
‘En otro país’ (‘In Another Country’, 2012), de Hong Sang Soo
Mención aparte merece el prolífico coreano que firma al menos una obra anual, donde el amor y las relaciones de pareja, así como las infidelidades, suelen ser centro de su atención cinéfila. La de 2012, era una historia dividida en tres donde sus personajes se barajaban y reordenaban al comienzo de cada partida, conformando una reflexión mayor sobre la construcción del relato y sus múltiples posibilidades dependiendo de los matices.
Isabelle Hupert encarna tres personajes posibles sobre una turista francesa perdida en la costa coreana, todas ellas movidas por una relación de amor entre dos culturas.
‘Leto’ (2018), de Kirill Serebrennikov
Lejos en tiempo y espacio de las nuevas olas tanto europeas como americana, pero con el mismo espíritu revolucionario, esta obra poco categorizable rusa contempla el verano rebelde de un grupo de rockeros en tiempos de Guerra Fría.
Construida casi en clave de musical punk y rodada en un técnicamente admirable y perfeccionista blanco y negro, el film retrata la escena musical underground de la URSS a través de la coexistencia de dos bandas rock, cuyos vocalistas, más allá de su amor por la música y el activismo, comparten sentimientos amorosos por la mujer de uno de ellos. Una relación basada en el diálogo y la honestidad donde cariño, pasión y admiración se confunden y entremezclan con los himnos de su propia revolución personal.
‘Cold War’ (2018), de Pawel Pawlikowski
Todavía bajo el telón de una asfixiante Guerra Fría, se enmarca el más apasionado amor cinematográfico del aclamado realizador polaco. La gran sensación del pasado año, es un drama romántico de dimensiones épicas y formas sencillas, en tiempos en los que amar sólo era posible si implicaba la patria. Un precioso romance en fuga, una historia de encuentros y desencuentros en busca del aquí y el ahora de una unión que se antoja imposible entre las ruinas de una Polonia desolada y sometida al abuso de poder, que marcaría a toda una generación condenada a sobrevivir a cualquier precio.
Una fascinante puesta en escena, de la que música y fotografía son especialmente remarcables, y el desbordante talento de Joanna Kulig junto a un cautivador Tomasz Kot, hacen de ‘Cold War’ una película inolvidable en la que quedarse a vivir.
‘Floating Skyscrapers’ (2013), de Tomasz Wasilewski
No tan lejos de esa Rusia revolucionaria, el director polaco Tomasz Wasilewski, levantaba la voz en 2013 contra los tremendos abusos y la represión que sufre la comunidad gay en un país conservador y predominantemente católico, con este film sobre un chico homosexual atrapado en una relación heterosexual por inercia, pero sobre todo por miedo a las represalias.
Cuando el protagonista, un nadador excelente con un futuro prometedor, conoce al chico con el que experimentará su verdadero despertar amoroso y sexual, tendrá que afrontar no solo sus propios miedos y dudas sino toda una amenaza social que, respaldada por una moral colectiva, pondrá en peligro incluso su integridad física. Un relato militante, pero sobre todo afectuoso y tierno del renacer romántico.
‘120 Pulsaciones por minuto’ (2017), de Robin Campillo
También desde el activismo desarrolla Robin Campillo esta historia de amor profundo y sobre todo amistad incondicional entre los chicos y chicas de la comunidad gay parisina terriblemente devastada por la epidemia del sida a principios de los años 90.
Un sentimiento de amor y solidaridad que generó la semilla del movimiento Act Up como medida de presión para persuadir a Estado y farmacéuticas de la urgencia en la búsqueda de una cura, al tiempo que sensibilizar a la población ante un virus que parecía imparable. Nahuel Pérez Biscayart deslumbra en su personal historia de amor en un contexto donde enfermedad y muerte proyectan una larga sombra.
‘El amor es extraño’ (‘Love is Strange’, 2014), de Ira Sachs
George (Alfred Molina) y Ben (John Lithgow) han pasado la vida juntos. Llevan viviendo bajo el mismo techo desde mucho antes de que puedan siquiera recordar, en medio de una intensa actividad social y artística, envueltos en una relación honesta, tolerante y reposada que es querida y admirada por todos cuantos les conocen. Hasta que deciden casarse.
El ejercicio de ese derecho por razones puramente administrativas impone el despido de George de su puesto de trabajo como profesor de música en una escuela católica, en la que su relación era abiertamente conocida. A su vejez, George y Ben se encuentran inmersos en una revaluación de una relación prácticamente vitalicia y ante la tragedia de afrontar cuestiones que creían ampliamente superadas.
‘Gloria’ (2013), de Sebastián Lelio
El chileno Sebastián Lelio deslumbrada en 2013 con un fascinante retrato de una mujer separada en plena madurez. Interpretada por una arrebatadora Paulina García, que acapara en gran medida la esencia hipnótica del film, ‘Gloria’ nos muestra el renacer sexual y afectivo de una mujer que finalmente se libera de la constante represión que la ha acompañado durante toda su vida. Un perfil único en una etapa vital raramente representada en el cine.
Tras esta deslumbrante historia de fortaleza femenina en la vejez, Lelio regresaba en 2017 con otro de sus grandes éxitos (el que le valdría el Oscar), ‘Una mujer fantástica’. De nuevo una historia de amor no convencional, en la que una mujer transexual se enfrenta a las cadenas morales de una sociedad que no comprende su amor genuino por el hombre con el que compartía su vida. Amor y pérdida tratan de encontrar su lugar en el encaje con la propia identidad.